Cajamarca alberga la mina de oro más grande de Sudamérica, pero sigue siendo la región más pobre del Perú

La región enfrenta serias limitaciones en salud, educación y empleo formal.

Situada en el norte del Perú, a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, la mina Yanacocha, Cajamarca, es el mayor yacimiento de oro de Sudamérica. De acuerdo con cifras del  Ministerio de Energía y Minas (Minem), esta mina es equivalente al  13.1% de la producción nacional de oro.

“A pesar de que Cajamarca concentró más del 20% del canon minero nacional en 2024, el impacto directo en los indicadores de pobreza ha sido limitado. Esto refleja que la riqueza extractiva no siempre se traduce en desarrollo humano”, advierte Milagros Torres, subdirectora académica de la Facultad de Negocios de Zegel.

Yanacocha se ubica entre las cuencas de los ríos Chonta, Porcón y Quebrada Honda. Desde el inicio de sus operaciones en 1993, ha sido una de las principales fuentes de oro del país. Actualmente, está bajo la operación de la empresa estadounidense Newmont.

Potencia económica pero sin desarrollo social

En todo 2024, la producción de oro superó los 11 millones de gramos, un aumento de casi 29% respecto al año anterior, consolidando su liderazgo en el sector. Sin embargo, estas cifras contrastan con la realidad social de Cajamarca. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que, en 2024, el 40% de habitantes no logró cubrir el costo de la canasta básica mensual, fijada en S/454 por persona, lo que coloca a la región en el primer lugar de pobreza monetaria en todo el país.

“El 68 % de los ingresos generados por la minería no se reinvierte directamente en programas sociales o infraestructura regional. Esta brecha en la redistribución impide que regiones como Cajamarca transformen su potencial económico en bienestar colectivo”, señaló Torres.

Pese a ser un epicentro de riqueza mineral, Cajamarca enfrenta serias limitaciones en salud, educación y empleo formal. La situación plantea un desafío urgente para las autoridades: cómo lograr que la bonanza minera contribuya verdaderamente al desarrollo sostenible e inclusivo de las comunidades locales.