La logística es uno de los pilares silenciosos que sostiene el desarrollo económico del país.
En Perú, el mercado logístico total movió más de US$ 25,232 millones en 2022 y, según Euromonitor, se proyecta que alcance los US$ 36,817 millones en 2028, con un crecimiento anual estimado de 6.5% (CAGR), de acuerdo a Mordor Intelligence.
Para Rocktruck, operador logístico del Grupo LipiAndes, esta cifra evidencia la creciente relevancia de un sector que conecta al país de extremo a extremo, desde la gran industria hasta el pequeño comercio, y cuya eficiencia impacta directamente en la competitividad de las empresas y el bienestar de los consumidores. Sin embargo, este crecimiento no está exento de retos. La cadena logística en Perú aún enfrenta barreras estructurales, operativas y tecnológicas que dificultan su consolidación. Estos son algunos de los desafíos pendientes.
1. Alta informalidad en la cadena de transporte
Según Eduardo Segovia, CEO y fundador de Rocktruck, el nivel de informalidad en el sector logístico peruano es comparable al de Chile, país donde nació la LogTech. De acuerdo con datos de la Superintendencia de Transporte Terrestre (SUTRAN) y un análisis de mercado realizado por, más del 80% de los transportistas en Perú operan de forma informal. De hecho, el 81% de los operadores de carga registrados cuentan con solo uno o dos vehículos, lo que evidencia una oferta altamente fragmentada, con baja capacidad de escalabilidad y escasos niveles de profesionalización.
Al respecto, Segovia, sostiene que es indispensable contar con una red verificada de transportistas fidelizados. “Como LogTech, nosotros contamos con nuestra propia plataforma llamada Samanta, que garantiza control operativo, cumplimiento de los estándares mínimos de entrega y trazabilidad total. Esto permite profesionalizar a pequeños operadores y ofrecer servicios confiables, incluso a gran escala”, apunta.
2. Tiempos de tránsito urbanos desproporcionados
Lima concentra el 65% de la carga del país, pero su tráfico urbano hace que distancias cortas tomen horas. Por ejemplo, recorrer los 30 a 40 kilómetros entre el puerto del Callao y centros de distribución en Lurín o Villa El Salvador puede demorar más de seis horas en hora punta. Esto eleva considerablemente los costos logísticos y complica la planificación operativa.
En ese contexto, Rocktruck se adapta a las herramientas tecnológicas de ruteo utilizadas por sus clientes y trabaja con plataformas externas de optimización de rutas, integrando esos datos en su sistema de gestión para asegurar entregas más eficientes, visibilidad en tiempo real y una mejor toma de decisiones.
3. Déficit de infraestructura en distribución y Cross Docking
Uno de los cuellos de botella más serios en la logística peruana es la falta de infraestructura moderna y estratégica para distribución y crossdocking, especialmente fuera de Lima. Actualmente, la mayoría de los grandes centros de distribución (CD) se encuentran ubicados en la zona sur de la capital, principalmente en Lurín, debido al menor costo inmobiliario. Sin embargo, esta concentración geográfica genera desequilibrios logísticos: regiones clave como Trujillo, Arequipa, Piura o Cusco carecen de hubs logísticos modernos que permitan una atención eficiente, lo que obliga a las empresas a operar con tiempos de entrega más largos, mayores costos y rutas poco optimizadas.
Para Segovia, el modelo basado en la economía colaborativa de Rocktruck es un plus frente a esta problemática. “En Chile, trabajamos con una red de transportistas independientes que se conectan a través de Samanta, nuestra plataforma, y hoy ya contamos con más de 700 vehículos activos circulando cada día”, explica, añadiendo que buscan seguir el mismo camino en Perú.
4. Última milla: el eslabón más débil de la logística en Perú
En el ecosistema logístico peruano, la penúltima y última milla representan etapas críticas para mantener un flujo eficiente de mercancía. En ciudades como Lima, que moviliza más del 65% de la carga nacional, los embotellamientos, la informalidad y la falta de estandarización vuelven estas fases especialmente desafiantes.
Muchas empresas de retail o e-commerce no encuentran operadores que puedan asumir esta operación de forma confiable, por lo que terminan internalizando procesos logísticos que elevan sus costos fijos y les restan capacidad de escalar. Esta deficiencia se traslada a una última milla caótica y fragmentada, dominada por pequeños operadores informales (motos, ciclistas, mototaxis) sin tecnología, sin trazabilidad y con márgenes destruidos por una guerra de precios. El resultado es un servicio inestable y una experiencia poco satisfactoria para el consumidor final.
5. Falta de tecnología integrada y profesionalización
Ante este panorama, Samanta emerge como una solución integral, ya que permite integrar el proceso logístico completo: desde el onboarding de operadores, la gestión inteligente de rutas, el control de pagos y el monitoreo en tiempo real, hasta el seguimiento detallado de cada entrega. Esto no solo mejora la eficiencia y la visibilidad, sino que profesionaliza a los actores logísticos, fideliza a los transportistas y permite a las empresas crecer sin asumir toda la carga operativa.