El oro retrocedió presionado por la fortaleza del dólar y la toma de ganancias, mientras que el petróleo acumuló su segunda caída consecutiva en medio de dudas sobre la demanda y señales de desaceleración en la economía de EE.UU.
El oro cerró la sesión de este viernes en terreno negativo, presionado por la fortaleza del dólar estadounidense tras la decisión de la Reserva Federal de recortar la tasa de referencia en 25 puntos básicos. Aunque la medida estuvo en línea con lo esperado, las señales más prudentes respecto al ritmo y la magnitud de futuros ajustes fueron interpretadas como de carácter parcialmente restrictivo, lo que impulsó al alza los rendimientos de los bonos del Tesoro. Este movimiento aumentó el costo de oportunidad de mantener posiciones en activos que no generan intereses, como el oro.
Desde una perspectiva técnica, la corrección se produjo después de que el metal alcanzara máximos recientes, reflejando una toma de beneficios por parte de inversores que habían apostado por un desenlace más acomodaticio del banco central. La apreciación del dólar redujo además el atractivo del metal para compradores con otras divisas, lo que intensificó la presión vendedora y llevó a la baja los precios.
El mercado petrolero cerró la sesión en terreno negativo, registrando su segunda caída consecutiva, en un entorno dominado por la postura cautelosa de la Reserva Federal y por señales divergentes de la demanda interna en Estados Unidos. La reciente decisión de la Fed de reducir la tasa de interés en 25 puntos básicos ya estaba ampliamente incorporada en los precios por parte de los agentes. Sin embargo, el tono adoptado en el comunicado reforzó las preocupaciones sobre el debilitamiento de la economía estadounidense, en particular en el mercado laboral, lo que redujo el apetito por activos más vinculados al ciclo de crecimiento.
Aunque la disminución de los tipos de interés debería, en teoría, estimular la actividad económica y, en consecuencia, la demanda de energía, los inversores se mostraron más sensibles a las evidencias de una oferta persistente y al riesgo de que la recuperación del consumo se materialice a un ritmo más lento de lo previsto. En este contexto, los inventarios de destilados en Estados Unidos aumentaron por encima de las estimaciones, intensificando las dudas sobre la solidez de la demanda de combustibles y ejerciendo presión adicional a la baja sobre los precios.








