Confluyen señales técnicas, factores estacionales y tensiones geopolíticas en un momento clave para los mercados globales. La renta variable estadounidense se prepara para un posible rally impulsado por flujos institucionales, mientras la política fiscal y monetaria añade incertidumbre al tablero.
A medida que los mercados globales se adentran en el tramo final de junio, los inversionistas se preparan para uno de los períodos estacionalmente más fuertes del año. Confluencias técnicas, posicionamientos extremos y factores geopolíticos ofrecen un telón de fondo cargado de posibles catalizadores, en especial para la renta variable estadounidense. Las perspectivas de un eventual desenlace en el conflicto entre Israel e Irán, sumadas a la presión que enfrentan los actores institucionales por reposicionar portafolios tras semanas de ventas, configuran el escenario para un potencial rally de mitad de año. La narrativa dominante se alimenta de la posibilidad de un cierre abrupto del conflicto iraní, lo cual podría acelerar el ingreso de flujos institucionales rezagados, obligados a perseguir al mercado en máximos crecientes. Históricamente, el período comprendido entre el 26 de junio y el 14 de julio ha mostrado una clara estacionalidad alcista, en especial en el NASDAQ, que ha registrado alzas en 31 de los últimos 40 años durante este tramo, con un rendimiento promedio del 2,5 %. La analogía del “Navidad en julio” se fortalece con la probabilidad creciente de un nuevo máximo histórico en este índice.
El estratega Tom Lee, de Fundstrat, señala que el posicionamiento neto de los hedge funds en futuros de acciones se encuentra en su punto más bajo en 52 semanas, reflejando una preocupante subexposición combinada con apalancamiento excesivo. Esta disonancia entre exposición y convicción sugiere que existe una importante cantidad de liquidez esperando catalizadores para desplegarse agresivamente al alza en caso de correcciones técnicas. A este contexto se suma una pauta estacional de flujos históricamente alcista para la segunda mitad de junio, en un entorno donde el vencimiento de opciones (Op/Ex) ha dejado resuelta la estructura gamma, despejando el camino para una reanudación de los flujos de riesgo en favor de los compradores. Sin embargo, un factor de corto plazo que podría desacelerar el impulso inmediato es el inicio del período de blackout de recompras, donde más de 200 empresas del S&P 500 detendrán temporalmente sus programas de recompra de acciones de cara a la publicación de sus resultados trimestrales, restringiendo una de las principales fuentes de soporte estructural para la renta variable.
En el plano político y fiscal estadounidense, el presidente Donald Trump, en plena actividad legislativa, ha advertido al Partido Republicano que no habrá receso hasta que se logre consenso sobre una ambiciosa megapropuesta de política nacional que incluye reformas a Medicaid, políticas energéticas, reducciones al déficit y ajustes a las deducciones fiscales estatales y locales. La fecha límite autoimpuesta del 4 de julio se perfila como un punto de inflexión en la definición del paquete económico. Mientras tanto, la Casa Blanca trabaja paralelamente en el anuncio de nuevos acuerdos comerciales, condicionados a la resolución de dicho paquete legislativo por parte del Congreso, actualmente bajo control republicano. Las tensiones comerciales también se han desplazado hacia el plano internacional, con la Unión Europea preparando represalias arancelarias como parte de su estrategia para negociar desde una posición de fuerza ante una eventual administración Trump, en un contexto donde la presión proteccionista podría resurgir con intensidad.
En el frente de política monetaria, las declaraciones del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, han moderado las expectativas de un recorte inminente de tasas. En su testimonio del 24 de junio, Powell reconoció que la inflación ha descendido, pero sigue siendo persistentemente elevada, especialmente bajo la presión que podrían ejercer nuevos aranceles promovidos desde la Casa Blanca. A pesar de ello, el mercado de bonos continúa descontando al menos dos recortes de tasas en lo que resta del año, aunque Powell enfatizó que “la Fed está bien posicionada para esperar y observar”, reiterando que no existen señales inmediatas para un recorte, mientras el mercado laboral permanece sólido.
En el sector corporativo, la pausa de recompras programada por más de 200 firmas del S&P 500 marca una transición clave en la mecánica de soporte de mercado. Esta interrupción, previa a la publicación de resultados del segundo trimestre, suele reducir temporalmente la presión compradora estructural. Sin embargo, con hedge funds históricamente infraponderados y con abundante liquidez, la pausa podría representar más una oportunidad de reposicionamiento que una amenaza sostenida para las cotizaciones. En este contexto, los próximos informes de resultados corporativos podrían ser determinantes para extender o revertir el impulso actual de los índices bursátiles.
En Europa, el foco se sitúa en la economía española, donde el Instituto Nacional de Estadística informó que el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 0,6 % en el primer trimestre de 2025 frente al trimestre anterior, desacelerándose ligeramente desde el 0,7 % observado en el cuarto trimestre de 2024. Esta desaceleración, aunque marginal, podría interpretarse como una señal de estabilización en la expansión post-inflacionaria. Por otra parte, el Índice de Precios Industriales (IPRI) de mayo mostró una variación interanual del 0,0 %, reflejando una caída de 1,6 puntos respecto al mes anterior. Esta moderación en los precios industriales sugiere que las presiones inflacionarias se están disipando en sectores clave, lo que podría facilitar una postura más flexible por parte del Banco Central Europeo en caso de que las condiciones macroeconómicas así lo exijan.
En Asia, el panorama monetario está marcado por la división interna del Banco de Japón. El resumen de su reunión de junio revela desacuerdos significativos sobre los riesgos de inflación y la necesidad de una pausa en los incrementos de tasas. Mientras algunos miembros abogan por mantener el rumbo actual, otros —como el representante más agresivo del consejo— advierten sobre el riesgo de una mayor inflación que justificaría nuevas subidas. Este debate interno refleja la complejidad de normalizar la política monetaria japonesa en un contexto global más restrictivo, pero con matices domésticos únicos.
En China, el primer ministro Li Qiang ofreció una defensa categórica de la globalización durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Dalian, también conocido como el “Davos de Verano”. Li instó a los países a no politizar el comercio ni convertirlo en un instrumento de seguridad nacional, enfatizando que la integración económica internacional no solo continúa vigente, sino que es un mecanismo esencial para rediseñar las reglas y el orden global. Si bien evitó referirse directamente a las tensiones comerciales con Estados Unidos o al conflicto de Medio Oriente, sus declaraciones sugieren una voluntad estratégica de Beijing por mantenerse como actor multilateral ante los crecientes desafíos proteccionistas.
En Oceanía, la inflación mensual de Australia sorprendió a la baja al situarse en 2,1 % durante mayo, por debajo del 2,3 % esperado por el consenso de economistas. Según analistas del Commonwealth Bank of Australia, esta lectura, junto con la estabilidad del mercado laboral, proporciona al Banco de la Reserva de Australia (RBA) el espacio necesario para volver rápidamente a una postura neutral. Se espera incluso un nuevo recorte de 25 puntos básicos en la reunión de agosto, reforzando la tendencia divergente en política monetaria global entre las principales economías del G20.
El escenario actual combina una estacionalidad técnica favorable, posicionamientos extremos en actores institucionales, moderación inflacionaria en varios frentes globales y un posible alivio geopolítico en Medio Oriente, lo que sugiere un entorno propicio para que los mercados de renta variable (especialmente en EE.UU.) extiendan su impulso hacia nuevos máximos históricos en las próximas semanas. La presión de los hedge funds por reposicionarse y los flujos estacionales positivos podrían actuar como catalizadores decisivos, aunque la pausa de recompras impone un techo técnico temporal. En Europa, el debilitamiento de la inflación industrial y el crecimiento modesto ofrecen margen para estímulos si el BCE lo considera necesario. Asia sigue atrapada entre el reequilibrio monetario y las tensiones geopolíticas, mientras que Oceanía anticipa un retorno a la política acomodaticia.
Bajo este panorama, el escenario base proyecta continuidad alcista en los índices estadounidenses, particularmente en el NASDAQ, con volatilidad moderada y flujos reactivándose en dirección al riesgo. El riesgo clave sigue siendo político: una escalada inesperada en Irán o disrupciones en el paquete fiscal de EE.UU. podrían alterar este equilibrio. Sin embargo, de mantenerse el actual alineamiento macro y técnico, julio podría consolidarse como un mes de euforia silenciosa, antes de una potencial corrección técnica hacia agosto.






