La administración de Dina Boluarte marca un récord histórico de cambios en la jefatura de la Sunat, afectando la estabilidad institucional y la recaudación tributaria.
El Gobierno de Dina Boluarte nombró a su cuarto superintendente de la Sunat en apenas 18 meses. El más reciente, Edward Tovar Mendoza, asumió la jefatura de la entidad recaudadora en reemplazo de Marilú Llerena Aybar, quien renunció tras seis meses y medio en el cargo.
Tovar Mendoza es abogado por la PUCP, con estudios de maestría en Contabilidad con mención en Tributación y doctorado en Derecho Tributario en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta hace pocos días presidía el Tribunal Fiscal del MEF, cargo al que renunció para asumir la Sunat.
Desde marzo de 2024, la rotación en la entidad se ha acelerado: Gerardo López Gonzales duró siete meses, Víctor Mejía cinco meses y medio, y Marilú Llerena seis meses y medio. El economista Armando Mendoza destaca que esta inestabilidad institucional es inédita en comparación con gobiernos anteriores, cuando los superintendentes permanecían años en el cargo.
Esta alta rotación también afecta la recaudación tributaria. Bajo Boluarte, los ingresos de la Sunat cayeron a S/147.256 millones en 2023, un retroceso de 12% respecto a 2022. En 2024 se registró una leve recuperación, con S/155.756 millones, aunque aún por debajo del nivel histórico previo. En 2025, entre enero y agosto, la recaudación superó los S/117.000 millones, proyectando cerrar el año en S/173.377 millones y 2026 en S/182.195 millones, equivalente al 85% del presupuesto público.
Los economistas coinciden en que, pese a la recuperación parcial, la presión tributaria peruana sigue siendo baja, apenas 15% del PBI, muy por debajo del promedio OCDE y de América Latina. Esto limita la capacidad del Estado de ofrecer servicios públicos de calidad y genera riesgos sobre la estabilidad fiscal.
“Más allá de los cambios, lo que se observa es un deterioro de la institucionalidad en el campo fiscal y tributario”, afirma Mendoza, subrayando que la Sunat, antes considerada una “isla de excelencia”, refleja hoy inestabilidad y ralentización de proyectos y campañas de fiscalización.






