De cara al futuro, los mercados probablemente enfrenten una mayor volatilidad.
En una jornada marcada por una fuerte tensión geopolítica en Oriente Medio, crecientes divergencias en política monetaria global y señales mixtas desde los mercados macroeconómicos, los inversores enfrentan un entorno de alta volatilidad y cambios en los patrones de posicionamiento. La atención de los mercados se centró principalmente en los desarrollos entre EE. UU., Irán e Israel, junto con señales de política monetaria más flexibles por parte de la Reserva Federal y reacomodos estratégicos de las grandes potencias europeas y asiáticas frente a los riesgos crecientes.
En Estados Unidos, el presidente Donald J. Trump intensificó su presión sobre la Reserva Federal exigiendo recortes inmediatos de tasas, criticando abiertamente al presidente Jerome Powell por no haber actuado aún, y señalando que una reducción de dos a tres puntos porcentuales generaría ahorros de hasta 800 mil millones de dólares anuales. Esta postura se dio en paralelo a declaraciones de gobernadores clave de la Fed como Michelle Bowman y Chris Waller, quienes abrieron la puerta a un posible recorte de tasas tan pronto como en la próxima reunión de política monetaria de julio, siempre que la inflación se mantenga moderada. El presidente de la Fed de Chicago, Austan Goolsbee, también manifestó que los efectos de los aranceles sobre la inflación han sido menores a los esperados y que podría haber espacio para reducir las tasas si esta dinámica continúa.
Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta, agregó que, aunque el mercado laboral sigue sólido y el consumo resiliente, los riesgos inflacionarios persisten y podrían intensificarse conforme las empresas agotan mecanismos para mitigar el impacto de los aranceles. Según sus proyecciones, el crecimiento económico estadounidense se desacelerará al 1,1 % en 2025 con una inflación estimada al alza en 2,9 %. Las expectativas de mercado ya han reaccionado: mientras que tras la reunión del FOMC anterior sólo se descontaba un 10 % de probabilidad de recorte en julio, ahora se estima un 23 %. La curva de rendimientos del Tesoro mostró una leve inclinación, con el bono a 10 años en 4,36 % y el de 30 años en 4,90 %, mientras que las subastas de T-Bills a 3 y 6 meses mostraron un retroceso de tasas, reflejando cierto apetito por instrumentos de corto plazo ante la incertidumbre.
En materia de datos económicos, los PMI de junio mostraron una ligera solidez en la actividad, con el índice manufacturero estable en 52,0, mientras el PMI de servicios alcanzó 53,1 y el compuesto marcó 52,8. Las ventas de viviendas de segunda mano superaron expectativas, con 4,03 millones en mayo y un aumento mensual del 0,8 %, mostrando fortaleza continua en el sector inmobiliario. Sin embargo, el déficit comercial sigue ampliándose: las exportaciones a Asia se aceleraron por la amenaza de nuevas tarifas, y Bloomberg estima que el déficit de mayo alcanzó 91 mil millones de dólares, llevando el acumulado anual a 643 mil millones, por encima del récord histórico de la pandemia.
En el plano corporativo, los grandes bancos estadounidenses se muestran cada vez más preocupados por convertirse en objetivo político de Trump, y compiten por acercarse a los republicanos para evitar presiones regulatorias, según reporta el Wall Street Journal. Mientras tanto, los CTAs continúan su giro estratégico con flujos hacia el Nasdaq, el oro y las materias primas, reduciendo fuertemente su exposición al dólar. En cuanto al comportamiento corporativo, destaca que el 70 % del S&P 500 permanece bajo suspensión de recompra, lo que limita el soporte técnico desde el lado de la demanda interna de acciones.
La política exterior norteamericana enfrentó una nueva escalada de tensión con Irán. Pese al anuncio de un alto el fuego entre Israel e Irán promovido por Trump, la situación se deterioró rápidamente con ataques aéreos cruzados. Irán lanzó un devastador ataque con misiles contra la base aérea estadounidense de Al Udeid en Qatar, seguido por explosiones sobre Doha y alarmas en múltiples instalaciones militares en Irak y Siria. Las Fuerzas Armadas de Irán aseguraron haber respondido de forma proporcional a los ataques previos de EE. UU. contra sus instalaciones nucleares. El Ministerio de Defensa de Qatar confirmó que sus defensas interceptaron misiles sin reportar víctimas, mientras EE. UU. elevó su nivel de alerta regional. A la par, Trump declaró que los sitios iraníes atacados por EE. UU. fueron “totalmente destruidos” y pidió públicamente a Israel que no violara el alto el fuego, calificando cualquier nueva acción como una “infracción grave”.
El secretario de Energía de EE. UU., Wright, afirmó sentirse confiado con la producción nacional de petróleo, mientras Trump advirtió públicamente que no se deben subir los precios del crudo, alegando que ello “le hace el juego al enemigo”. La reacción en el mercado energético fue inmediata, aunque contenida, con el Brent operando estable tras revertir una caída del -1,5 % del mes anterior. No obstante, el conflicto en Oriente Medio elevó los riesgos de disrupciones en el suministro, advertencia reforzada por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, quien destacó que los shocks de oferta petrolera podrían tener efectos secundarios importantes sobre la inflación.
En el frente europeo, Von der Leyen insistió en que el futuro de Europa se juega no solo en Ucrania, sino también en la capacidad industrial de defensa del continente. El primer ministro holandés Mark Rutte, próximo jefe de la OTAN, subrayó que sólo la cooperación transatlántica puede hacer frente al desafío del rearme, afirmando que es “impensable que Rusia supere a Occidente en producción”. En línea con este enfoque, Alemania anunció un aumento significativo en su presupuesto de defensa, que alcanzará el 3,5 % del PIB para 2029, con niveles de endeudamiento proyectados de hasta 378.100 millones de euros. La cancillería también anticipa reclutamiento militar adicional. La presidenta del CE también sostuvo reuniones con el primer ministro de Canadá para incorporar al país a la Iniciativa de Fábricas de IA.
En política monetaria europea, el BCE mantiene una postura flexible. Lagarde reiteró que las expectativas de inflación serán clave para medir la persistencia de los shocks de oferta y confirmó que los riesgos para el crecimiento se mantienen inclinados a la baja. Joachim Nagel, presidente del Bundesbank, sostuvo que el banco central europeo está en buena posición respecto a los tipos, aunque el impacto del QT sigue siendo limitado. En el Reino Unido, el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, defendió el enfoque de su programa de QT, indicando que el país conservará por más tiempo los beneficios de los bajos costos de endeudamiento. La economista Catherine Greene advirtió sobre riesgos de inflación al alza y crecimiento a la baja en la economía británica.
En Asia, la geopolítica también se tornó protagonista. Japón anunció la visita de su funcionario Akazawa a EE. UU. para una nueva ronda de negociaciones arancelarias. China y otros países asiáticos incrementaron las compras de productos estadounidenses como reacción anticipada a la amenaza de nuevos aranceles. Irán, por su parte, informó que comunicó anticipadamente sus intenciones a EE. UU. y Qatar antes de los ataques, y que la diplomacia solo será posible una vez cesen las agresiones israelíes y estadounidenses. La televisión estatal iraní aseguró que su respuesta es “fuerte y devastadora” y que no dejarán sin respuesta ningún ataque a su territorio.
En este complejo tablero, la actividad económica de Alemania mostró signos de leve mejora. El índice IFO de clima empresarial subió a 88,4 en junio desde 87,5, con expectativas mejorando a 90,7 frente al pronóstico de 89,9. Sin embargo, la evaluación actual se mantuvo débil en 86,2, ligeramente por debajo del consenso. Estos datos reflejan un sentimiento empresarial aún frágil, pero en lenta recuperación.
Los mercados financieros globales enfrentan un entorno de alta incertidumbre, donde confluyen tres grandes ejes de riesgo: el resurgimiento de la tensión geopolítica en Oriente Medio con potencial de disrupción energética y militar, la transición incierta en la política monetaria de EE. UU. y Europa, y una reconfiguración comercial mundial impulsada por políticas arancelarias agresivas. La aparente moderación de la inflación en EE. UU. otorga cierto margen a la Fed para actuar con recortes, pero la presión política y el ruido geopolítico aumentan el riesgo de movimientos prematuros. En Europa, el tono sigue siendo cauteloso pero flexible, con el BCE vigilante de shocks externos.
De cara al futuro, los mercados probablemente enfrenten una mayor volatilidad. Los flujos hacia activos refugio como el oro y el Nasdaq podrían continuar si la escalada en Oriente Medio persiste. Las tasas podrían descender en EE. UU. si la Fed cede a la presión, lo cual sería alcista para los mercados de renta variable, pero el riesgo de una estanflación latente y un shock de oferta global podría contrarrestar ese impulso. La clave estará en monitorear la evolución del conflicto, la respuesta fiscal y monetaria coordinada y las señales claras de inflación subyacente. Cualquier error de política monetaria, o una escalada fuera de control en Oriente Medio, podría romper el frágil equilibrio actual.