En un mercado donde el SaaS chileno podría superar los US $1.500 millones hacia 2030, los vacíos legales y contratos mal diseñados amenazan más que cualquier ciberataque. Un nuevo estudio jurídico nace para proteger código, marcas y licencias, ayudando a startups y empresas tecnológicas de la región a crecer sin frenos legales.
El boom del desarrollo de software en Chile y América Latina ha acelerado ventas, inversión y escalamiento tecnológico. Según estimaciones de Verified Market Research (VMR) el segmento SaaS en Chile movió USD 608,1 millones en 2023 y podría alcanzar US$ 1.572,8 millones en 2030, lo que implica una tasa de crecimiento anual compuesta de 12,86% entre 2024 y 2030.
Esta realidad ha expuesto vacíos legales que frenan contratos que pueden ser relevantes para los creadores y sus startups. En ese contexto, aparece von Marttens, un estudio boutique con foco en blindar la propiedad intelectual y los activos intangibles, desde código fuente, marcas, hasta modelos de inteligencia artificial, bases de datos y diseños de interfaz.
“El mayor riesgo para un software no es el hacker, es el mal contrato”, afirma el fundador de esta nueva oficina legal, Hans von Marttens; abogado, con más de una década de experiencia trabajando en protección de Propiedad Intelectual, con casos emblemáticos como SuperPan y Tiro de Gracia.
En ese sentido, el profesional alerta que esta creciente industria requiere marcos contractuales y de propiedad intelectual a la altura para no convertirse en cuellos de botella al momento de comercializar, escalar o levantar capital.
“Vemos equipos que entregan productos sin definir la titularidad del código, sin cesiones ni licencias claras, y con compliance de open source incompleto. Ese desorden se transforma luego en conflictos de propiedad, bloqueos comerciales y alertas en auditorías de IP”, explica el profesional.
Desde contratos hasta expansiones internacionales
El estudio, con operaciones en Santiago y alcance regional, fue fundado por el abogado Hans von Marttens y la procuradora Daniela Torres, especialistas en propiedad intelectual. Su trabajo combina prevención, saneamiento jurídico y, cuando es necesario, litigación en materias de propiedad intelectual, industrial y competencia desleal. En la práctica, esto incluye diseñar licencias comerciales y acuerdos de confidencialidad sólidos, además de garantizar que cada elemento del producto -incluidos datasets y modelos- tenga un propietario claramente definido.
El equipo también acompaña expansiones internacionales coordinando registros de marca y estrategias de internacionalización a través del Sistema de Madrid, convenio PCT y otras vías.
Cómo se protege la creación de software en Chile
Cabe señalar que en Chile, el software está protegido por la Ley 17.336 como “programa computacional”. Aunque la protección nace con la creación del código, en la práctica los tribunales y organismos públicos suelen exigir un registro formal para acreditar la titularidad. El trámite ante el Departamento de Derechos Intelectuales (DDI) resulta decisivo al litigar, contratar con el Estado o superar ventas a corporaciones.
“Sin registro y sin contratos y estrategias de licenciamiento bien hechos, las demandas se caen y las ventas estratégicas se atrasan”, advierte Hans von Marttens. Agrega que “nuestro trabajo es anticiparnos a ese riesgo y dejar la casa en orden para que la innovación se pueda monetizar con seguridad”.
La experiencia reciente del estudio ilustra la amplitud de problemas que enfrenta la industria. Una healthtech chilena debió enfrentar prácticas de competencia desleal cuando un rival compró palabras clave con su marca en plataformas de anuncios para desviar tráfico a su propia oferta.
Otro caso fue en el sector minero, donde un proveedor detectó replicación funcional y uso no autorizado de código tras una demo comercial. Allí la respuesta legal se centró en preservar evidencia técnica, revisar cláusulas de confidencialidad y activar medidas prejudiciales.
Más allá de los juicios, von Marttens busca también educar al ecosistema con contenidos prácticos para desarrolladores, CTOs y fundadores: guías de buenas prácticas, criterios de registro y modelos contractuales que eviten ambigüedades futuras. “Cada línea de código debe tener un dueño claro y trazabilidad contractual”, resume Hans y aclara que “cuando eso está resuelto, se abren puertas: cierran ventas B2B, avanzan integraciones y se alivianan las auditorías en procesos de inversión o compra”.
El propósito es simple: que las empresas tecnológicas chilenas y latinoamericanas puedan crecer, exportar y atraer capital con respaldo jurídico a la altura de su innovación. “Queremos ser el aliado legal para proteger contratos, marcas y licencias, y así destrabar el crecimiento en Chile y la región”, concluye el abogado Hans von Marttens.






