El trabajo en América Latina ha evolucionado rápidamente durante la última década, y las plataformas digitales están en el centro de esta transformación. Las personas ingresan a estas aplicaciones para aceptar contratos de corto plazo, entregar comida, ofrecer traslados, diseñar sitios web o llevar adelante proyectos de mercadotecnia. La pandemia aceleró este proceso porque millones de personas necesitaron una manera alternativa de seguir trabajando cuando los empleos formales no estaban disponibles.
Las nuevas formas de trabajo han creado oportunidades para grupos que solían tener dificultades para acceder a empleos tradicionales, aunque la expansión del trabajo digital también ha seguido un camino desigual. El acceso a internet, los dispositivos digitales y la capacitación varían mucho según el lugar en el que viven las personas o los recursos que tienen, lo que explica por qué la transformación digital en la región se percibe como incompleta.
Cambios en el trabajo y brechas digitales
La informalidad ha marcado durante décadas los mercados laborales en América Latina, y los empleos digitales se han sumado a esta dinámica existente. Entre 2010 y 2021, más de la mitad de la fuerza laboral en la región se mantuvo fuera de los contratos formales. En países como Argentina, Costa Rica y Uruguay, alrededor de cuatro de cada diez trabajadores eran informales, mientras que en Bolivia, Ecuador y Perú la proporción se acercaba a siete de cada diez.
El género siempre ha tenido una influencia importante en estas cifras. Durante este período, las mujeres registraron una tasa de informalidad promedio de 53.7 por ciento, frente al 46 por ciento en el caso de los hombres. La diferencia, que en 2005 rondaba los diez puntos porcentuales, se redujo a unos seis en 2021. Esta evolución refleja avances, aunque sigue evidenciando una gran desigualdad. La edad también muestra un patrón similar. Entre quienes tenían entre 15 y 24 años, la informalidad alcanzó 56.8 por ciento, mayor que el 49.4 por ciento observado en adultos de 25 a 64 años.
El acceso a la economía digital depende en igual medida de la conectividad. En 2024, alrededor del 66 por ciento de los latinoamericanos tenía acceso a internet, y la banda ancha móvil cubría a tres cuartas partes de la población. Sin embargo, la banda ancha fija mostraba una gran desigualdad. Los hogares urbanos alcanzaban una penetración del 42 por ciento, mientras que los rurales apenas llegaban al 14 por ciento. La velocidad promedio en la región rondaba los 25 Mbps, muy por debajo del promedio mundial de 60 Mbps. Esto significa que mientras los trabajadores urbanos suelen conectarse con relativa estabilidad a las plataformas digitales, muchas comunidades rurales enfrentan obstáculos que limitan su participación.
Nuevas profesiones y sectores en expansión
La expansión de las plataformas digitales trajo consigo empleos que hace veinte años nadie habría imaginado. Los trabajadores en línea realizan tareas como etiquetar imágenes, transcribir textos, ingresar datos, diseñar sitios web o ejecutar campañas de mercadotecnia. Los freelancers con más habilidades avanzadas encuentran proyectos en desarrollo de software o diseño gráfico, mientras que otros participan en microtareas que requieren solo alfabetización y conocimientos básicos de matemáticas. Las plataformas vinculadas a ubicaciones físicas también siguen creciendo. Las entregas, los servicios de transporte y la atención en el hogar dependen de aplicaciones digitales, y continúan atrayendo a aquellos trabajadores que buscan ingresos inmediatos.
Junto a estos roles, la industria del juego comenzó a reconfigurarse a través de marcos digitales. El crecimiento de las plataformas en línea ha creado la necesidad de desarrolladores técnicos que construyan sistemas seguros, oficiales de cumplimiento que supervisen la normativa, especialistas en pagos que administren transacciones y equipos de mercadotecnia que alcancen a nuevas audiencias. Incentivos como los premios de casino animan a los operadores a expandirse con mayor rapidez, lo que a su vez estimula a otros sectores digitales, desde la fintech hasta la publicidad.
Brasil lanzó en 2025 su marco regulatorio con reglas de licencias y una estructura tributaria que marcó la pauta para la región, y se proyecta que el mercado alcance este año unos 3.000 millones de dólares. Colombia, que se adelantó a otros países con una regulación en 2016, ha crecido de manera constante bajo Coljuegos y ahora se prevé que supere la marca de los mil millones de dólares en ingresos. El modelo provincial de Argentina, en especial en Buenos Aires, ha generado un crecimiento sólido con proyecciones cercanas a los 840.000 millones de pesos en 2025, equivalentes a 2.35 billones de euros.
Perú, que aprobó su ley en 2022, espera que los ingresos lleguen a 1.82 billones de euros, lo que refleja la rapidez con la que la confianza de los inversionistas siguió a la regulación. Chile continúa debatiendo su proyecto de ley con tasas impositivas propuestas, y una vez aprobado se espera que su mercado abra a gran escala. Estas cifras muestran que la regulación también ha generado nuevas corrientes de empleo digital en desarrollo, cumplimiento, finanzas y mercadotecnia.
Direcciones futuras del trabajo digital
El trabajo en plataformas se ha vuelto un elemento habitual en muchas ciudades, aunque medir su alcance resulta difícil. Las encuestas laborales tradicionales todavía clasifican a muchos trabajadores de aplicaciones como independientes. Aun así, los datos indican que los trabajadores de plataformas digitales representan entre 0.8 y 1 por ciento de la población empleada en Argentina, Colombia y República Dominicana. En toda la región, América Latina aporta alrededor del 5 por ciento de la oferta mundial de trabajadores en línea, una proporción cercana a la de Estados Unidos, aunque India concentra un 27 por ciento.
La expansión tecnológica también está generando nuevas formas de empleo. El Online Labour Index de la Universidad de Oxford muestra trabajadores en 21 países de la región activos en plataformas digitales. Aunque muchos trabajadores participan en microtareas o mercadotecnia digital, están surgiendo nuevas oportunidades vinculadas a la inteligencia artificial. El crecimiento del sector de inteligencia artificial ha creado puestos en anotación de datos, pruebas de modelos y auditoría de resultados de software. Estos roles requieren mayores competencias, lo que vuelve a resaltar la distribución desigual de la capacitación y el acceso en la región.
Resultados interconectados
La propagación desigual de la transformación digital explica por qué el trabajo en estas plataformas tiene las características actuales en América Latina. La banda ancha móvil ha incorporado a millones de personas a la economía digital, mientras que las áreas rurales con limitada banda ancha fija se conectan más lentamente, de modo que el acceso a las oportunidades depende de la ubicación geográfica. Las plataformas ofrecen vías flexibles hacia el empleo, desde las entregas hasta el trabajo freelance en línea, aunque la dependencia de calificaciones, propuestas y tiempos de espera afecta la estabilidad cotidiana.
Las empresas también están transformándose al recurrir a plataformas digitales para acceder a grandes grupos de mano de obra flexible. Una compañía puede contratar freelancers por algunas semanas para cubrir picos de demanda sin necesidad de sumar personal permanente a su estructura. Esto resulta lógico para los negocios que enfrentan fluctuaciones en la demanda, aunque los trabajadores sienten la inestabilidad porque las horas y los ingresos cambian. En la práctica, el progreso digital desigual establece los límites de quién puede participar, qué roles surgen y cuán seguros se vuelven esos empleos.






