En entrevista exclusiva para Revista Economía, Andrés Chaves Cuzzi, gerente general de Inca Tops, explica cómo la empresa lidera la transformación del sector textil con innovación, genética y valor agregado, apostando por una cadena sostenible que conecta a las comunidades altoandinas con los mercados globales.
¿Cuál fue la visión fundacional de Inca Tops y cómo se convirtió la fibra de alpaca en el eje central del negocio desde sus primeros años?
Si hablamos de Inca Tops, tenemos que hablar del Grupo Inca, porque en esencia fue la empresa que inició las labores del grupo. Empezó con la alpaca porque fue la oportunidad y la visión que tuvo el fundador, don Francis Patthey, hace más o menos 60 años. De hecho, Inca Tops está cumpliendo 60 años este agosto. Más que una visión de Inca Tops, me atrevería a decir que fue la visión del Grupo Inca: cómo agregar valor en suelo peruano a nuestras materias primas.
Esto comenzó con la alpaca, pero con los años se extendió a otras fibras como la vicuña. En ese entonces, la fibra de alpaca se exportaba prácticamente sin ningún valor agregado. La pregunta era: ¿cómo podíamos generar ese valor en el Perú?
Inca Tops ya tiene una larga trayectoria. ¿Cuáles fueron los momentos clave que marcaron un antes y un después en el mercado nacional e internacional?
Yo diría que la historia de Inca Tops es una historia de hitos en torno al valor agregado. Al inicio, se exportaba fibra sin ningún tratamiento. Luego comenzamos a exportar fibra lavada. Después vino el proceso de peinado y la conversión en “tops”, que es una presentación que demandan las fábricas de hilado. De allí proviene el nombre Inca Tops.
Más adelante, pasamos a fabricar nuestros propios hilos: una gama amplia que incluye alpaca, vicuña, algodón, oveja, seda, cashmere, lino… Siempre con foco en fibras naturales, pero también mezclas con otras fibras. Uno de los momentos clave fue hace unos 30 años, cuando Inca Tops fue pionera en desarrollar una nueva calidad de alpaca: la Royal Alpaca, más fina incluso que la Baby Alpaca. Esa calidad ahora es ampliamente difundida, pero en su momento fuimos pioneros. Esto permitió acceder a nuevos mercados, nuevos usos y pagar más a las comunidades por una fibra más fina.

¿Podría describir cómo funciona la cadena de valor de Inca Tops, desde la obtención de la fibra hasta la exportación? ¿Qué actores intervienen?
La cadena de valor va desde el acopio de la materia prima hasta el hilo. Fabricamos distintos tipos de hilo: para tejer a mano, industrial, etc. El acopio comienza con las comunidades altoandinas. Nosotros queremos comprar directamente, pero la realidad geográfica lo hace muy difícil. Para cubrir todo el país, necesitaríamos una estructura del tamaño del Ejército. Por eso, también trabajamos con intermediarios, aunque cada vez buscamos estar más cerca de las comunidades.
Una vez que tenemos la fibra, la clasificamos, lavamos, peinamos y convertimos en tops. Exportamos esos tops, pero también los usamos para producir nuestros propios hilos, que vendemos a mercados de todo el mundo.
Hablemos de Pacomarca, una de sus iniciativas más conocidas. ¿Cuál es su propósito y cómo ha transformado la vida de los criadores altoandinos?
Pacomarca nació con la visión de Francis Patthey y Alonso Burgos. Ellos notaron que la finura de la alpaca se había perdido con el tiempo y existía la posibilidad de recuperarlo. Si uno observa tejidos antiguos de culturas como la inca, Paracas o Nasca, se encuentra con finuras sorprendentes que no existían en los años 90. Por ejemplo, se hallaron momias con tejidos de alpaca de 16 micrones. Como referencia, la Baby Alpaca tiene 21-22 micrones.
Pacomarca comenzó como una estación científica enfocada en genética para recuperar esa finura. Con los años, hemos logrado avances importantes y el proyecto ha evolucionado. Hoy también brindamos apoyo social, capacitaciones, donación de hilo, construcción de cabañas y protección de la alpaca negra, una variedad que estaba desapareciendo. El objetivo ha sido siempre agregar valor y ofrecer oportunidades a las comunidades.

¿Qué tipo de innovaciones tecnológicas ha incorporado Inca Tops para mantener sus estándares de calidad?
Nuestro proceso es una combinación de tecnología de punta y técnicas artesanales. Usamos inteligencia artificial para controlar la calidad de los hilos y automatización para mejorar la producción. Pero al mismo tiempo, la alpaca todavía se clasifica a mano al 100 %, tanto por finura como por color. Es un ejemplo claro de cómo conviven el conocimiento ancestral con la innovación moderna.
¿Cuál es el perfil del cliente de Inca Tops y qué tendencias globales están marcando la demanda?
Tenemos varios tipos de clientes. Vendemos materia prima —fibra de alpaca— a traders y fábricas en todo el mundo: Italia, China, etc. También vendemos hilos industriales a empresas grandes, medianas y pequeñas, desde tejedoras artesanales hasta grandes marcas. Además, fabricamos hilo para tejer a mano, que vendemos en ovillos o madejas a distribuidores internacionales.
Este ecosistema de clientes es muy diverso en tipo, tamaño y ubicación geográfica: vendemos en Perú, Estados Unidos, Europa, Asia, Sudáfrica. Un día puedes hablar con un trader chino que quiere 10 toneladas, y al siguiente con una marca boutique que necesita apenas 5 kilos.
Mantenerse competitivo en el comercio exterior no es sencillo. ¿Cómo ha evolucionado la presencia internacional de Inca Tops y qué retos ha enfrentado?
Los retos son múltiples porque cada cliente tiene prioridades distintas: unos valoran el precio, otros las certificaciones, otros la rapidez. Nuestra estrategia no se basa en volumen o en ser los más baratos, sino en adaptarnos. Esto implica tener una estructura ágil, con equipos de ventas y agentes en constante contacto con los mercados. La clave es escuchar las necesidades específicas de cada cliente.
En el contexto económico actual, ¿qué factores externos han tenido mayor impacto en la operación reciente de Inca Tops?
Uno de los principales factores es el cambio en las condiciones de comercio global. Por muchos años se asumía que todos los mercados avanzaban hacia el libre comercio, sin cuotas ni aranceles. Pero eso ha cambiado. Estados Unidos, ha impuesto tarifas a China, lo cual abre oportunidades para Perú… pero también podría implicar tarifas para nosotros. Europa, por su parte, busca relocalizar producción.
Este dinamismo nos exige flexibilidad. Algunas marcas prefieren producir todo en Europa, otras buscan salidas urgentes de China. Cada mercado está reaccionando distinto y el principal reto hoy es la velocidad de adaptación.
¿Qué barreras enfrenta el sector de fibras naturales frente a la competencia de productos sintéticos? ¿Cómo responde Inca Tops a esto?
Respondemos con mucho “storytelling”. La moda se ha convertido en una de las industrias más contaminantes. La conveniencia ha llevado a una cultura de lo descartable: se compra barato, se usa poco y se desecha rápido.
Pero el costo ambiental de eso es altísimo. Las fibras sintéticas sueltan microplásticos con cada lavado, contaminan mares y su presencia ya se ha detectado en la placenta humana, en el aire, en la lluvia.
Frente a eso, la fibra natural —aunque más cara— es sostenible y duradera. Una chompa de alpaca puede durar décadas. Tenemos marcas como Alpaca 111 o Tumi, cuyos productos aún se usan desde los años 80. Es ropa que se hereda. La durabilidad es parte del mensaje que buscamos posicionar.
Finalmente, ¿cuáles son los objetivos de Inca Tops a mediano y largo plazo y qué rol espera cumplir en el desarrollo económico del país?
Nuestro objetivo es seguir agregando valor a la fibra de alpaca. No por agregar valor en sí mismo, sino porque eso hace más sostenible toda la cadena productiva. Con ello se puede pagar más por la fibra, haciendo que; las comunidades se beneficien, los artesanos crezcan, las empresas medianas y grandes generen más empleo.
Creo que el rol de la empresa formal en el desarrollo del país es más importante que nunca. En un contexto donde la informalidad ha crecido, vemos que las empresas formales —que pagan impuestos, respetan derechos laborales y cuidan el ambiente— son cruciales.
Se critica a veces a la empresa formal por no pagar más o no ofrecer más beneficios, y son críticas válidas. Pero hay que compararlas con la informalidad que contamina, evade impuestos y explota. Es fundamental que el Estado y la sociedad promuevan la formalidad y hagan que ser una empresa formal en el Perú no solo sea posible, sino deseable.






