La estrategia de Pekín aprovechó a empresas extranjeras para acelerar su desarrollo tecnológico. Hoy, China ya compite con gigantes estadounidenses en áreas como inteligencia artificial y semiconductores.
El giro inesperado: de fábrica barata a potencia tecnológica
Durante años, producir en China fue visto como un movimiento maestro por parte de compañías estadounidenses como Apple, que buscaban reducir costos y aumentar márgenes. Pero la ecuación tuvo un efecto inverso: mientras las tecnológicas de EE.UU. se beneficiaban de la mano de obra barata, China estaba aprovechando esa dinámica para construir su propio poder tecnológico.
Según Kyle Chan, investigador de la Universidad de Princeton, la estrategia china fue deliberada: atraer a empresas extranjeras para que contribuyeran al desarrollo nacional. No se trataba solo de fabricar, sino de transferir capacidades industriales y tecnológicas. Así, compañías como Apple, Volkswagen, Bosch, Intel, SK Hynix y Samsung ayudaron —directa o indirectamente— a crear un ecosistema difícil de igualar.
El papel clave de Apple
El periodista Patrick McGee, en su libro Apple in China: The Capture of the World’s Greatest Company, documenta cómo más del 90% de la producción de Apple pasó a realizarse en China. Este proceso generó enormes ganancias para la compañía, pero también sirvió para financiar, capacitar y sofisticar a proveedores locales.
Con el tiempo, proveedores chinos reemplazaron a los extranjeros en componentes críticos como pantallas, cámaras y chips. Hoy, el 87% de los proveedores de Apple tiene plantas en China, y más de la mitad tienen su sede en el país o en Hong Kong, según Nikkei Asia.
El resultado: China no solo fabrica para Apple, sino que también produce sus propios gigantes tecnológicos —Huawei, Xiaomi, BYD— que hoy rivalizan en innovación y escalabilidad.
La nueva carrera tecnológica
Los expertos coinciden en que el centro de gravedad de la industria se ha desplazado. Ya no es una carrera de un solo caballo liderada por EE.UU., sino una competencia feroz en múltiples sectores.
En palabras de Han Shen Lin, director para China de The Asia Group:
“Estados Unidos sigue liderando en las tecnologías fundamentales y los chips avanzados, pero China está acortando distancias rápidamente en innovación y escalabilidad en la capa de aplicaciones”.
Kyle Chan añade que lo más impactante no es solo la capacidad china, sino la velocidad con la que logra ponerse a la par.
La batalla por la inteligencia artificial
La rivalidad alcanza su punto álgido en la inteligencia artificial (IA). Aunque EE.UU. marcó el paso con el lanzamiento de ChatGPT en 2020, China respondió en 2025 con DeepSeek, un chatbot comparable, desarrollado con costos menores y desafiando las restricciones a la exportación de chips.
Las limitaciones impuestas por Washington —como la prohibición de vender los chips H100 y H20 de Nvidia a clientes chinos— solo han acelerado los esfuerzos de Pekín por desarrollar su propia cadena de suministro independiente. El caso de Huawei es ilustrativo: tras ser sancionada en 2019, la empresa creó su propio sistema operativo y chips avanzados, consolidando su autonomía tecnológica.
Perspectivas globales
Hoy, Estados Unidos sigue siendo líder en semiconductores de última generación, pero China avanza con determinación en sectores estratégicos como vehículos eléctricos, telefonía móvil e inteligencia artificial. La gran incógnita es si la velocidad de su desarrollo le permitirá alcanzar, o incluso superar, a la industria tecnológica estadounidense en la próxima década.






