El sector vitivinícola afronta una sobreoferta histórica. Con bodegas llenas, costos en alza y una demanda que retrocede a mínimos de seis décadas, la vendimia 2025 se perfila como un desafío.
Excedentes y cosecha en riesgo
Las bodegas españolas llegan a la vendimia de 2025 con depósitos aún cargados de vino. La situación preocupa especialmente en Galicia, donde la sequía y el calor extremo retrasaron la maduración de la uva, aunque las recientes lluvias podrían equilibrar los racimos. Sin embargo, el problema no es solo de producción: todavía quedan sobrantes de las cosechas récord de 2023 y 2024, que superaron los 74 millones de kilos de uva.
Consumo en mínimos históricos
El consumo mundial de vino cayó 3,3% en 2024, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), alcanzando el nivel más bajo desde 1961. En España, la caída es aún más marcada: en 1995 se bebían más de 45 litros por persona al año; en 2024, apenas 23,8. El cambio de hábitos y la falta de relevo generacional han reducido drásticamente la base de consumidores habituales.
Factores económicos y sociales
El sector arrastra los efectos de la pandemia, la crisis de la guerra en Ucrania y el incremento de los costos de producción. A ello se suma la pérdida de poder adquisitivo de los hogares y un cambio cultural en el que los jóvenes prefieren bebidas más frescas, con menos alcohol y asociadas a momentos sociales, lo que desplaza al vino tinto en favor del blanco.
Desafío para las bodegas
Aunque los vinos gallegos lograron crecer en exportaciones tras la crisis financiera de 2008, hoy enfrentan un mercado global saturado. El aumento sostenido de precios en la última década ha reducido el margen competitivo de los vinos de menor costo, que son los que más sufren la caída del consumo.
La vendimia 2025 se perfila como un punto de inflexión. El sector tendrá que equilibrar su producción, adaptarse a nuevas tendencias de consumo y redefinir estrategias para sobrevivir en un escenario de sobreoferta global y demanda en retroceso.






