En medio de la tendencia mundial hacia alimentos sostenibles, nutritivos y con historia, emerge con fuerza uno de los tesoros mejor guardados de los Andes: el chuño. Este producto, elaborado a base de papa deshidratada mediante un proceso ancestral de congelamiento natural, representa no solo una solución de seguridad alimentaria, sino también un emblema de la sabiduría agroalimentaria andina.
Un legado de más de 1,500 años
El chuño ha sido parte de la dieta de las culturas preincaicas e incaicas por siglos, gracias a su durabilidad, valor nutricional y facilidad de transporte. A más de 3,800 m s.n.m., las comunidades altoandinas desarrollaron esta técnica única de conservación, que permite preservar la papa durante años sin perder su valor alimenticio.
Resiliencia y sostenibilidad
En tiempos de crisis climática y búsqueda de sistemas alimentarios más sostenibles, el chuño destaca como un modelo de producción resiliente, adaptado a condiciones extremas de frío, sequedad y altura. Además, su procesamiento no requiere insumos químicos ni energía eléctrica, lo que lo convierte en un producto ecoeficiente y sostenible.
Potencial para mercados globales
Más allá de su uso tradicional, el chuño tiene un enorme potencial en la gastronomía gourmet, la industria alimentaria saludable y la exportación. Su historia, propiedades funcionales y autenticidad lo posicionan como un superalimento andino con proyección internacional.
Preservar, innovar y compartir
Revalorar el chuño es también revalorar el conocimiento ancestral de nuestras comunidades. Invertir en su investigación, promoción y transformación industrial es una oportunidad para impulsar el desarrollo rural, generar valor agregado y llevar un pedazo de los Andes al mundo.






