El repunte refleja una renovada demanda de refugio por parte de inversionistas y bancos centrales, aunque los analistas advierten posibles correcciones técnicas tras cuatro jornadas consecutivas de alzas.
El oro finalizó la jornada con una apreciación notable, afianzándose por encima de los US$ 4.200 por onza, lo que configura un nuevo récord nominal para el metal precioso. En términos técnicos, este desplazamiento al alza representa un claro punto de inflexión en el ciclo alcista del mercado de metales, situando el precio en niveles de sobrecompra que invitan a cautela. El avance se sustentó en un entorno macro marcado por el retorno de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que reactivaron la demanda por instrumentos considerados de refugio. A ello se sumaron expectativas firmes de que la Reserva Federal suavice su política monetaria, lo que redujo el costo de oportunidad de mantener activos no remunerados como el oro, favoreciendo su atractivo relativo frente a activos de riesgo.
Además, flujos de capital institucional —en particular de bancos centrales— continuaron orientándose hacia compras sistemáticas del metal, en el marco de estrategias de diversificación de reservas tanto en economías emergentes como en países desarrollados. Este aliento estructural de demanda soberana confiere una mayor sustentación al movimiento, mitigando parcialmente el riesgo de ajustes abruptos. No obstante, dado que ya se registran cuatro sesiones consecutivas de subidas, existe una probabilidad real de que el mercado empiece a experimentar una corrección técnica en los próximos días, sobre todo si emerge algún catalizador para toma de utilidades o una revisión hacia políticas monetarias más restrictivas. En resumen, el cierre al alza más allá de los US$ 4.200 señala un sesgo claramente positivo en el mercado de oro, pero no elimina la necesidad de evaluar con disciplina los factores de riesgo en juego.
El petróleo finalizó la sesión de este martes bajo presión, reflejando una confluencia de factores que consolidaron el sesgo bajista en el mercado energético internacional. Las cotizaciones se vieron afectadas por la expectativa de un incremento en la oferta global, especialmente ante las señales de que la alianza OPEC+ podría implementar una relajación gradual de los recortes de producción vigentes, en un contexto de recomposición de reservas estratégicas por parte de algunos países miembros. Paralelamente, las proyecciones de demanda mundial han sido revisadas a la baja debido a un entorno macroeconómico menos dinámico y al incremento de las incertidumbres relacionadas con las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.
Según un informe reciente de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la continuidad de esta tendencia podría generar un excedente de oferta superior a 4 millones de barriles diarios hacia 2026, si las políticas de producción de los países exportadores se mantienen en una línea expansionista. A este panorama se suma la expectativa de un aumento en los inventarios de crudo en Estados Unidos durante las próximas semanas, conforme a las estimaciones del sector energético.
El conjunto de estos elementos —potencial exceso de oferta, debilitamiento de la demanda y riesgos macroeconómicos— ejerció una presión adicional sobre los precios de referencia del crudo. El Brent cerró la jornada en retroceso, regresando a niveles observados meses atrás, en un movimiento técnico que sugiere la continuidad del proceso de ajuste de precios ante la reevaluación de los fundamentos del mercado.






