Desde el punto de vista técnico, el metal enfrentó una fuerte resistencia al intentar superar con firmeza la zona de 3.780-3.800 dólares por onza, retrocediendo hacia un rango de consolidación por debajo de ese nivel. La lectura predominante es que, sin catalizadores adicionales relevantes —como sorpresas inflacionarias o un deterioro abrupto de los datos económicos—, el oro podría ajustar el movimiento reciente, respetando soportes entre 3.700 y 3.650 dólares, hasta que nuevos estímulos (monetarios o externos) reactiven la demanda.
El petróleo cerró la sesión en alza, reaccionando con fuerza al informe de inventarios en Estados Unidos que mostró una caída más pronunciada de lo previsto, reavivando la tesis de un ajuste más severo en el equilibrio entre oferta y demanda. La reducción inesperada de las reservas de crudo —combinada con descensos en los inventarios de gasolina y destilados— reforzó la percepción de que el excedente a corto plazo es menor de lo anticipado, consolidando un sesgo alcista más firme. Los principales referentes —Brent y WTI— registraron avances moderados, recuperando parte de las pérdidas acumuladas en sesiones anteriores, mientras los agentes ajustaban sus estimaciones de oferta efectiva, cerraban posiciones cortas y reconfiguraban apuestas hacia un alza moderada en los próximos días.
En el plano técnico, el mercado observa ahora soportes más sólidos recientemente formados, con posibilidad de ruptura de resistencias si los próximos datos de inventarios y consumo confirman el escenario de restricción. No obstante, persiste la cautela en torno al impacto de las tasas de interés en Estados Unidos y a la capacidad de respuesta de la OPEP+ y de los productores ajenos al cartel, cuyas decisiones aún pueden equilibrar o revertir la trayectoria ascendente de los precios.






