En una entrevista exclusiva para Revista Economía, Noelia Bernal Lobato, docente e investigadora de la Universidad del Pacífico, advierte que los retiros extraordinarios de las AFP son decisiones políticas que generan liquidez inmediata, pero hipotecan el futuro de millones de peruanos y ponen en jaque la sostenibilidad del sistema previsional.
La presidenta Dina Boluarte anunció su apoyo al octavo retiro, pese a que inicialmente el Ejecutivo y el MEF se habían mostrado en contra. ¿Qué mensaje envía esta decisión desde lo político y lo económico?
En primer lugar, son mensajes contradictorios. Esta ley fue aprobada el año pasado tanto por el Congreso como por el Ejecutivo, incluso firmada por la propia presidenta y su entonces ministro de Economía. Lo que salió hace unos días fue el reglamento para operativizar esa ley. Pero, ante las protestas de un grupo de ciudadanos, tanto el Congreso como el Gobierno terminan contradiciéndose frente a sus propias decisiones del año pasado. Eso genera inestabilidad política e incertidumbre para el sistema.
El Congreso finalmente aprobó una versión distinta, Fuerza Popular luego de impulsar la ley acusó al Gobierno de “desnaturalizar” lo acordado. ¿Qué nos dice esto sobre la presión social y la dinámica política en torno al tema de pensiones?
No sorprende. Para los partidos es muy rentable políticamente apoyar retiros, porque es entregar dinero a la gente, aunque sea su propio dinero. Eso les asegura popularidad. La votación lo demuestra: prácticamente nadie se opuso. Pero lo que hay que entender son las consecuencias. A corto plazo puede beneficiar, porque las familias tienen más liquidez. A mediano plazo, significa que millones de personas no tendrán pensión y que el Estado asumirá un costo fiscal enorme, que hasta ahora ni el MEF ni la SBS han transparentado.
¿Podríamos decir entonces que los retiros extraordinarios se han consolidado como una salida política más que técnica?
Sí, totalmente. Nunca han sido medidas técnicas. Incluso en pandemia, cuando se aprobó el primer retiro, yo me pronuncié en contra. Era más eficiente entregar bonos que permitir retiros de fondos de pensiones. Los retiros fueron una mala idea desde el inicio, porque abrieron la puerta a que el Congreso “meta mano” en los fondos previsionales. Desde entonces, no han parado y hoy prácticamente estamos liquidando un fondo que tomó 30 o 40 años construir.
Con este octavo retiro, ¿qué impacto inmediato podemos esperar en la liquidez de los hogares y el consumo interno?
La SBS ha estimado que este octavo retiro significará unos 30,000 millones de soles, es decir entre 2% y 3% del PBI. Parte se consumirá, parte se usará para pagar deudas, otra se ahorrará. El problema es que este costo se suma a los siete retiros anteriores, que ya representaron 10 puntos del PBI. En total, hemos retirado casi 13 puntos del PBI de los fondos. Hoy el sistema tiene menos de la mitad de lo que llegó a tener.
¿Y qué implica eso para el futuro de las pensiones?
Que millones de afiliados se quedarán sin pensión. Estamos hipotecando el futuro por un beneficio inmediato. Además, al reducirse el tamaño del fondo, también se limita la capacidad de inversión en proyectos de largo plazo, que generan empleo e infraestructura. Es una pérdida doble: para los trabajadores y para la economía en general.
Algunos defensores de los retiros sostienen que las AFP no ofrecían buena rentabilidad ni confianza. ¿Ese argumento justifica las medidas?
No. Es cierto que las AFP no han logrado generar la confianza suficiente y que el sistema necesita reformas, pero la solución no es destruirlo. Si la rentabilidad es baja, hay que mejorar los portafolios de inversión y la regulación. Si hay desconfianza, hay que fortalecer la transparencia y la supervisión. Lo que no se puede hacer es vaciar el fondo, porque eso significa dejar a la gente sin pensión.
En medio de todo esto, ¿cómo queda el debate sobre una reforma integral del sistema de pensiones?
Cada vez más difícil. Con los fondos vacíos, ¿qué vamos a reformar? El Congreso y el Ejecutivo han priorizado medidas cortoplacistas en lugar de una reforma de verdad, que debería combinar un pilar no contributivo financiado con impuestos, un pilar contributivo obligatorio y un tercer pilar voluntario. Esa es la tendencia internacional. Pero aquí seguimos discutiendo retiros, y mientras tanto el problema de fondo se agrava.
¿Y cuál sería, en su opinión, el camino responsable a seguir?
Primero, detener los retiros. Segundo, sentarse a diseñar una reforma seria, con participación del MEF, la SBS, los gremios, los académicos y la sociedad civil. No podemos seguir parchando. Hay que garantizar pensiones mínimas dignas, incentivar la formalidad y el ahorro previsional, y diversificar las fuentes de financiamiento. Eso requiere voluntad política y liderazgo, algo que hoy no estamos viendo.






