Wall Street desafía la incertidumbre: confianza del consumidor al alza y rally del S&P 500

En medio de tensiones comerciales, señales mixtas de crecimiento y una política exterior cada vez más agresiva desde Washington, la economía global atraviesa una fase de reconfiguración. La moderación del PIB en EE. UU., el optimismo bursátil liderado por el S&P 500 y el endurecimiento regulatorio entre Europa, China y Norteamérica dibujan un escenario de oportunidades selectivas, pero también de alta incertidumbre.

La jornada económica y financiera global ha estado marcada por una intensa actividad política, movimientos geoeconómicos y cifras macroeconómicas que delinean con claridad las tensiones subyacentes en el comercio internacional, la estabilidad del crecimiento económico y las proyecciones del mercado de capitales. Con Estados Unidos en el epicentro de estas dinámicas, los desarrollos recientes han oscilado entre pronunciamientos presidenciales, cifras sólidas del mercado financiero, tensiones comerciales renovadas y expectativas de política monetaria. Todo esto enmarcado por una narrativa global cada vez más entrelazada entre Washington, Bruselas y Pekín.

En Estados Unidos, el panorama económico se presentó con claroscuros. La estimación del PIB del segundo trimestre por parte de la Fed de Nueva York se corrigió levemente a la baja desde un 1,9% previo hasta 1,7%, lo que apunta a una moderación en el dinamismo económico en medio de un entorno global incierto. No obstante, los indicadores de confianza del consumidor emitidos por la Universidad de Michigan mostraron una lectura positiva: la confianza se situó en 60,7 frente a una previsión de 60,5 y muy por encima del dato anterior de 52,2. Las condiciones actuales también mejoraron a 64,8 desde 63,7 previsto. Aunque las expectativas de inflación a un año disminuyeron marginalmente al 5,0%, la tendencia sigue elevada, y la perspectiva a cinco años bajó ligeramente al 4,0%, aun reflejando cautela entre los consumidores.

En los mercados financieros, el sentimiento se encuentra dominado por la «avaricia», según el índice de Miedo y Avaricia, que se sitúa en 66 sobre 100. En este contexto, Goldman Sachs ha emitido una proyección audaz para el S&P 500, anticipando que el índice alcanzará los 6.100 puntos hacia fin de año y los 6.500 durante el siguiente año. Esta proyección se fundamenta en la mejora del crecimiento económico, expectativas de mayores utilidades corporativas y la reducción de riesgos comerciales y de recesión. Este optimismo se alinea con la notable recuperación del S&P 500, que pese a iniciar el año con caídas motivadas por preocupaciones sobre inteligencia artificial y temores arancelarios, logró recuperarse hasta marcar máximos históricos, beneficiado por un entorno de ganancias estables y menores tensiones geopolíticas.

A nivel político y comercial, las declaraciones del presidente Trump han generado un efecto dominó. Durante la jornada, se manifestó en múltiples frentes: ratificó que no está ofreciendo concesiones a Irán y descartó cualquier negociación en curso, aunque admitió haber considerado eliminar sanciones si se lograba un acuerdo pacífico. También deslizó la posibilidad de futuros ataques militares en caso de persistir el enriquecimiento nuclear por parte del régimen iraní, al tiempo que enfatizó que Irán debe regresar al «Orden Mundial».

En el ámbito comercial, Trump anunció el término de todas las conversaciones con Canadá, en represalia por la implementación del impuesto a los servicios digitales, acusando a Ottawa de copiar a la UE y atacar deliberadamente a las tecnológicas estadounidenses. Sin embargo, posteriormente, Canadá anunció que suspendía dicho impuesto en previsión de un acuerdo comercial integral, abriendo la puerta a una reanudación de negociaciones antes del 21 de julio, conforme a lo pactado en la reciente cumbre del G7 en Kananaskis. El proyecto de ley fiscal de Trump sigue avanzando en el Senado, con fuerte respaldo republicano, mientras se especula con la importancia relativa de la fecha límite del 4 de julio.

En materia energética, el número de plataformas activas en EE.UU. cayó a 547 desde 554 la semana anterior, mientras que el conteo de plataformas petroleras de Baker Hughes descendió a 432. Pese a esta contracción operativa, la OPEP+ se prepara para un nuevo incremento en la producción de crudo de 411 mil barriles diarios en agosto, en respuesta a una creciente demanda global, según fuentes consultadas antes de la reunión del 6 de julio. Desde Rusia, Putin aseguró que las sanciones energéticas probablemente no tendrán efecto sobre su economía y afirmó que EE.UU. y Rusia comienzan a alinearse económicamente gracias al liderazgo de Trump. Esta convergencia refuerza la perspectiva de estabilidad en los precios del crudo, en un entorno de reconfiguración geopolítica.

Las criptomonedas también ocuparon un espacio relevante en la agenda política estadounidense. Trump elogió la industria cripto, calificándola como «muy poderosa», reconociendo su papel en la generación de empleo y subrayando que su existencia reduce presión sobre el dólar. Afirmó que, de no existir en EE.UU., China habría dominado este sector estratégico. En un gesto de pragmatismo político, también respaldó a la industria al señalar su valor como activo nacional.

En el sector bancario, los principales bancos estadounidenses superaron las pruebas de estrés de la Reserva Federal, enviando una señal positiva a los mercados respecto a su solidez de capital. No obstante, persiste una atmósfera de cautela en las altas esferas corporativas, con el índice de transacciones con información privilegiada aún en territorio bajista, lo que sugiere escepticismo sobre la continuidad de la actual fase alcista del mercado. En paralelo, se espera que la Fed emita comentarios sobre las revisiones de capital bancario el próximo 26 de agosto, aunque ha señalado que, en términos generales, los mandatos de capital deberían permanecer estables.

En el frente europeo, la atención se centró en Alemania. El índice de precios al consumidor (IPC) se mantuvo plano en junio respecto al mes anterior (0,0%), por debajo del 0,2% estimado, mientras que la tasa interanual descendió al 2,0%, superando las expectativas de desaceleración. Estos datos refuerzan la tesis de que la inflación en la eurozona continúa convergiendo hacia el objetivo del Banco Central Europeo. En su evaluación de estrategia, el BCE confirmó su objetivo simétrico del 2% de inflación a mediano plazo. Luis de Guindos, vicepresidente del BCE, destacó que el crecimiento económico será plano en el segundo y tercer trimestre y que el consumo aún no ha despegado como motor de crecimiento. Además, señaló una marcada desaceleración en la inflación del sector servicios, aunque validó que la política de tasas actual sigue siendo adecuada para lograr la convergencia hacia el objetivo inflacionario.

En el plano normativo, el portavoz de la UE fue enfático en que ni la Ley de Servicios Digitales ni la Ley de Mercados Digitales están siendo contempladas dentro de las negociaciones comerciales con Estados Unidos, desmarcando el rumbo regulatorio europeo de los intereses estadounidenses. Mientras tanto, el G7 emitirá una declaración este viernes sobre el plan fiscal conjunto, en la que se respalda un modelo de sistemas tributarios paralelos que permita exenciones a empresas estadounidenses respecto al acuerdo de impuesto mínimo global de 2021, al que Trump se opone firmemente.

En Asia, el foco estuvo en China y Japón. La actividad manufacturera china volvió a contraerse en junio por tercer mes consecutivo, aunque el índice oficial de gerentes de compras (PMI) subió ligeramente a 49,7 desde 49,5. Esta lectura se mantiene por debajo del umbral de expansión, reflejando que, a pesar de los estímulos fiscales, el sector industrial enfrenta desafíos estructurales. Sin embargo, desde Pekín se confirmó el marco comercial con Estados Unidos y se comprometieron a revisar sus exportaciones, mientras Taiwán también reportó avances constructivos en las negociaciones comerciales bilaterales. En Japón, el índice Nikkei 225 prolongó sus ganancias por quinta sesión consecutiva, alcanzando su máximo en 11 meses, reflejo de la fortaleza corporativa nipona en un contexto global volátil.

Finalmente, en el sector tecnológico, Microsoft enfrenta retrasos en su desarrollo de chips de inteligencia artificial, un revés significativo dado el entorno competitivo por el liderazgo en infraestructura de IA. Esto contrasta con el creciente interés en el sector, que ha sido uno de los pilares del repunte en los mercados bursátiles globales.

La convergencia de factores políticos, macroeconómicos y sectoriales sugiere un entorno de alta complejidad, pero también de oportunidades selectivas. Por un lado, la fortaleza del consumo en EE.UU., la resiliencia de los bancos y la revalorización de las criptomonedas marcan una narrativa expansiva en el corto plazo. Sin embargo, las señales de enfriamiento económico en Europa y Asia, los retos regulatorios transatlánticos, y la escalada arancelaria con Canadá, mantienen elevada la incertidumbre.

La política comercial de Trump está delineando un escenario de mayor fragmentación global y redefinición de alianzas estratégicas, con consecuencias aún difíciles de cuantificar para los flujos de capital y comercio internacional. La moderación en las cifras del PIB y los niveles de inflación aún elevados refuerzan la necesidad de cautela en cuanto a la política monetaria. En este contexto, los mercados podrían mantenerse volátiles hasta que se clarifique la hoja de ruta de la Reserva Federal y se despejen los conflictos geopolíticos latentes con Irán, Canadá y China.

En términos de proyecciones, se espera que el S&P 500 mantenga su tendencia alcista hacia los niveles señalados por Goldman Sachs, siempre y cuando no se intensifiquen las tensiones comerciales ni se revierta la tendencia de desinflación. La renta variable europea podría beneficiarse de una estabilización de precios y un BCE más paciente, mientras que Asia aún requiere mayor claridad sobre los efectos reales de los estímulos chinos.

En resumen, los próximos trimestres estarán marcados por una pugna entre el optimismo corporativo y la realidad geopolítica. La clave estará en la selectividad, la rotación sectorial y la lectura cuidadosa de los catalizadores políticos y macroeconómicos.