El oro se consolida cerca de los US$ 4.000 por onza ante la tensión por un posible shutdown en EE. UU. y las señales mixtas de la Reserva Federal, mientras los inversores buscan refugio y el petróleo registra retrocesos por exceso de oferta.
El oro finalizó la sesión prácticamente estable, reflejando un equilibrio entre fuerzas de soporte y factores limitantes que actúan simultáneamente en el mercado. El prolongado estancamiento fiscal en Estados Unidos, con el riesgo de una paralización parcial del gobierno (shutdown), reactivó la demanda por activos de refugio, sosteniendo el precio del metal precioso. La incertidumbre política y presupuestaria estadounidense refuerza la percepción de riesgo sistémico, impulsando a los inversores institucionales a reasignar parte del capital hacia instrumentos considerados más seguros, como el oro y los bonos del Tesoro a corto plazo.
En sentido contrario, la disminución de las apuestas por nuevos recortes de tasas por parte de la Reserva Federal impuso un techo técnico al avance de las cotizaciones. El entorno de tasas aún elevadas en EE. UU. mantiene alto el costo de oportunidad de mantener oro, limitando movimientos más amplios de apreciación. En el frente cambiario, la leve depreciación del dólar —resultado de las tensiones fiscales— actuó como un factor de apoyo marginal, haciendo que el metal resulte más accesible para los tenedores de otras monedas.
Desde una perspectiva técnica, el oro continúa en una fase de consolidación alrededor del umbral psicológico de los US$ 4.000 por onza, sin un sesgo direccional claramente definido en el corto plazo. El mercado parece esperar señales más concretas tanto sobre la situación fiscal estadounidense como sobre la orientación futura de la Reserva Federal antes de retomar una tendencia más sostenida. La estabilidad observada refleja una pausa natural tras semanas de volatilidad y reajuste de las expectativas monetarias.
El mercado del petróleo cerró la sesión de este jueves en terreno bajista, reflejando una combinación de presiones negativas tanto por el lado de la oferta como de la demanda. Los contratos de referencia, Brent y WTI, retrocedieron ante una aceleración en el ritmo de producción global, especialmente por parte de los países de la OPEP+ y de la industria de petróleo de esquisto en Estados Unidos, lo que incrementó la percepción de un posible exceso de oferta en el corto y mediano plazo. Al mismo tiempo, persisten señales de debilitamiento en la demanda mundial, en un contexto de expectativas de crecimiento económico más moderadas, principalmente entre los mayores consumidores industriales, lo que genera dudas sobre la sostenibilidad del consumo de derivados del petróleo.
Si bien los riesgos geopolíticos continúan actuando como factores de soporte teórico para los precios, el mercado parece haber descontado parcialmente dichos riscos, lo que ha provocado reacciones negativas más pronunciadas cuando no se materializan interrupciones en el suministro. Este escenario reduce el premio asociado a la seguridad energética y ha favorecido una liquidación moderada de contratos, en un entorno de cautela y mayor sensibilidad frente a los datos de inventarios, las proyecciones de demanda y las decisiones de producción de la OPEP+.
Antonio Montiel, Director de Análisis de ATFX Education






