El oro cae a su nivel más bajo en tres semanas, presionado por la relajación de tensiones geopolíticas y la menor demanda de activos refugio, mientras los mercados ajustan riesgos y evalúan señales de recuperación económica global.
El oro cerró la jornada del martes con una caída moderada, tras haber alcanzado en las primeras horas del día su nivel más bajo de las últimas tres semanas. El retroceso reflejó un ajuste en las primas de riesgo exigidas por los inversionistas, en un contexto de relajación de las tensiones geopolíticas que habían impulsado las compras defensivas en sesiones anteriores. Este comportamiento se enmarca en un movimiento técnico-correctivo, característico de fases en las que la percepción de riesgo global se modera y los flujos migran parcialmente hacia activos de mayor rendimiento.
La disminución de las preocupaciones comerciales entre Estados Unidos y China —respaldada por avances en las conversaciones y señales de moderación en el frente arancelario— redujo la necesidad de utilizar el oro como cobertura principal frente a riesgos sistémicos. En paralelo, indicadores recientes de actividad apuntaron a una mayor resiliencia del crecimiento global, lo que fortaleció el apetito por riesgo y atenuó el atractivo relativo de los activos refugio.
Pese a la corrección, el metal mantiene fundamentos estructurales favorables: compras sostenidas por parte de bancos centrales, estrategias de diversificación de reservas internacionales y presiones inflacionarias que persisten en algunas jurisdicciones. No obstante, en el corto plazo, estos elementos de soporte quedan parcialmente opacados por la menor urgencia de protección, el mayor apetito por riesgo y expectativas de política monetaria más acomodaticias. En síntesis, aunque el oro conserva su papel estratégico como reserva de valor en horizontes medios y largos, la dinámica actual sugiere una fase de consolidación y ajuste técnico, que recomienda cautela en las decisiones de corto plazo.
El mercado petrolero cerró la sesión de este martes en baja, reflejando una combinación de preocupaciones por el exceso de oferta global y por el debilitamiento de las perspectivas de demanda, especialmente en el contexto de las relaciones entre Estados Unidos y China. Los contratos de referencia registraron pérdidas del orden del 2 %, con el barril de Brent negociado en torno a los US$ 64,26.
La dinámica bajista fue impulsada por la inminencia de un aumento adicional de producción por parte del grupo OPEP+ para diciembre, medida que contrarresta los riesgos geopolíticos y acentúa la tensión entre la oferta y la demanda mundiales.
Al mismo tiempo, aunque se observaron señales de acercamiento hacia un marco de acuerdo comercial entre Estados Unidos y China —lo que en principio podría favorecer la actividad industrial y, por ende, el consumo de petróleo— el mercado interpretó este desarrollo de manera ambigua. La mejora en la relación entre Washington y Pekín genera expectativas de un aumento de la demanda, pero también reduce los temores de interrupciones y limita la prima de riesgo que venía sosteniendo los precios del crudo.
Antonio Montiel, Director de Análisis de ATFX Education






