La Inteligencia Artificial Ministra de Albania: ¿Qué implica nombrar una IA como ministra?

El 11 de septiembre de 2025, Albania sorprendió al mundo al anunciar que una inteligencia artificial llamada Diella asumirá oficialmente funciones ministeriales en el área de adquisiciones públicas. Se trata del primer caso de un país europeo que otorga un rol de esta envergadura a una IA, en un intento por combatir la corrupción y dotar de mayor transparencia a los procesos de contratación estatal.

La noticia ha generado debates intensos: ¿es esta una medida simbólica o una verdadera revolución en la forma de gobernar? ¿Qué riesgos y oportunidades abre para el futuro de la política global?

¿Quién es Diella y qué funciones cumple?

Diella no surge de la nada. Antes de este anuncio, ya operaba como asistente virtual en la plataforma e-Albania, gestionando trámites digitales de los ciudadanos. Su efectividad y popularidad le dieron respaldo político para ser designada ministra de adquisiciones públicas.

El primer ministro albanés, Edi Rama, explicó que su objetivo es que Diella supervise licitaciones y contrataciones públicas, reduciendo la discrecionalidad humana y, por ende, el riesgo de corrupción.

Beneficios esperados: transparencia y eficiencia

La incorporación de Diella responde a uno de los problemas más persistentes de Albania: la corrupción. Según Transparency International, Albania ocupó en 2024 el puesto 98 de 180 países en su Índice de Percepción de la Corrupción, con una puntuación de apenas 37/100.

Con Diella se busca:

  • Transparencia: un algoritmo imparcial que evalúe ofertas sin sesgos políticos.
  • Eficiencia: reducción de tiempos en la adjudicación de contratos.
  • Estándares europeos: alinearse con requisitos de la Unión Europea, en un contexto donde Albania sigue en proceso de adhesión.

Riesgos legales, éticos y políticos

El nombramiento no está exento de críticas. Opositores y analistas advierten sobre varias preocupaciones:

  • Rendición de cuentas: si la IA comete un error o favorece sin querer a un postor, ¿quién asume la responsabilidad política?
  • Manipulación: un algoritmo puede ser hackeado o programado con sesgos ocultos.
  • Legalidad: ¿es constitucional que un ente no humano asuma un cargo de Estado?
  • Capital político: algunos opositores consideran que se trata de una maniobra de marketing político más que de una solución estructura.

Un caso único en el mundo (por ahora)

Aunque algunos gobiernos han implementado chatbots o asistentes de IA para servicios ciudadanos, ningún país había llegado tan lejos como Albania al asignar funciones ministeriales a un sistema algorítmico.

Esto convierte a Diella en un experimento global: si funciona, podría replicarse en otros países como herramienta anticorrupción; si fracasa, quedará como advertencia sobre los límites de la inteligencia artificial en la política.

¿Y qué lecciones puede dejar a América Latina y al Perú?

En América Latina, donde la corrupción sigue siendo un reto estructural, la noticia despierta inevitable curiosidad. Para países como Perú, la digitalización de servicios públicos es aún incipiente, pero iniciativas de este tipo plantean preguntas relevantes:

  • ¿Podría una IA garantizar licitaciones limpias en sectores sensibles como infraestructura, minería o salud?
  • ¿Cómo reaccionaría la ciudadanía frente a un “ministro virtual”?
  • ¿Qué marcos legales serían necesarios para que una medida así funcione sin vacíos de responsabilidad?

De acuerdo con Jorge Armando Medina, CEO de Boltek Media, el caso Diella debe entenderse como una señal de lo que se viene:
“Los gobiernos que no se preparen para integrar inteligencias artificiales en sus procesos corren el riesgo de quedar rezagados en eficiencia y transparencia. Sin embargo, el mayor desafío no es tecnológico, sino institucional: garantizar que la IA sirva al ciudadano y no se convierta en un velo para ocultar responsabilidades políticas.”

La designación de Diella como ministra de adquisiciones públicas en Albania marca un hito en la historia de la inteligencia artificial aplicada a la política. Entre el entusiasmo por la innovación y las dudas por sus implicancias legales y éticas, el experimento está en marcha y el mundo lo observa con atención.

Para economías emergentes como la peruana, el caso abre un debate ineludible: ¿es posible usar la IA para luchar contra la corrupción y mejorar la gestión pública, o estamos todavía lejos de dar ese salto?