Con un dólar a la baja y la Reserva Federal sin definir el rumbo, el escenario global cambia: recortes en Europa, tensiones comerciales y ajustes en Asia marcan un nuevo ciclo económico.
La jornada estuvo marcada por un reacomodo rápido de expectativas en torno a inflación, política monetaria y comercio global, con EE. UU. en el centro por nuevas señales de precios, declaraciones de la Reserva Federal y un frente arancelario que ya altera metales preciosos, cadenas tecnológicas y alianzas comerciales. La narrativa de riesgo se entrelazó con la política —posible cumbre Trump-Putin y directivas del Ejecutivo— y con la micro de resultados corporativos de alta capitalización, mientras Europa moduló su ciclo con un recorte del Banco de Inglaterra y Suiza buscó amortiguar el choque arancelario, y Asia calibró tiempos del BoJ y tensiones geopolíticas. El mercado, entre estacionalidad históricamente frágil de agosto-octubre y un repunte del apetito por calls en la última semana, procesó un mosaico de datos que, en conjunto, perfila un segundo semestre con crecimiento moderado en EE. UU., desinflación más pegajosa y un dólar con sesgo bajista frente a algunas divisas del G10, a la vez que el oro se desancla por primas domésticas.
En EE. UU., el pulso macro volvió a girar alrededor del IPC de julio. Goldman Sachs anticipa un avance del 0,33% intermensual en la subyacente —ligeramente por encima del consenso de +0,3%—, equivalente a una tasa interanual de 3,08%, con “presiones alcistas” derivadas de aranceles en rubros particularmente expuestos y una senda que podría llevar la inflación subyacente al 3,3% interanual en diciembre de 2025. El mercado de tipos encajó esa lectura con un precio implícito cercano a dos recortes este año —unos 57 pb para la reunión de diciembre—, mientras el modelo GDPNow de la Fed de Atlanta sostuvo un crecimiento de 2,5% para el 3T. En actividad y costes, las ventas mayoristas repuntaron 0,3% mensual (pronóstico 0,1%), las solicitudes iniciales de subsidio por desempleo subieron a 226 000 (frente a 222 000 esperados y 218 000 previos), los costos laborales unitarios se moderaron al 1,6% trimestral (1,5% esperado) y la productividad no agrícola avanzó 2,4% (2,0% previsto; −1,5% previo), sugiriendo algún alivio marginal en presiones de segunda ronda. La encuesta de la Fed de Nueva York mostró a los hogares algo más optimistas sobre condiciones actuales y financieras, expectativas de inflación a cinco años en 2,9% (desde 2,6%), horizonte a tres años estable en 3,0% y una expectativa anual para julio de 3,1% (3,0% en junio), con previsión de precios de vivienda anclada en 3%. En vivienda, las tasas fijas de Freddie Mac retrocedieron a 6,63% a 30 años y 5,75% a 15 años, y en financiación soberana la subasta a 30 años salió con una rentabilidad máxima de 4,813% (4,889% anterior), bid-to-cover de 2,27 (2,38 anterior), adjudicación directa del 23,0% (27,4% previo) e indirecta del 59,5% (59,8% previo), mientras el when-issued cotizaba en 4,792%. El crédito al consumidor avanzó 7.371 millones de dólares (frente a 7.500 millones esperados y 5.100 millones previos), en línea con un consumo más templado.
La comunicación de la Reserva Federal introdujo matices importantes. Raphael Bostic reiteró que “un recorte este año sigue siendo apropiado” pero subrayó que aún falta “mucha información” antes de septiembre, que los riesgos para el mercado laboral son mayores de lo que parecía, y que es escéptico de que el impacto arancelario sea transitorio; la cuestión clave para la Fed, dijo, es si los aranceles implican un solo ajuste de nivel de precios o uno persistente. Christopher Waller, que se reunió con el equipo de Trump (no con el presidente), anticipó “volatilidad alta” y, según Bloomberg, emerge como favorito dentro del entorno del presidente para presidir la Fed, en un abanico que también incluye nombres percibidos como continuidad de Powell. En el plano institucional, se anunció la elección del Dr. Stephen Miran —presidente del Consejo de Asesores Económicos— para ocupar un asiento vacante en la Junta de la Fed hasta el 31 de enero de 2026, en tanto el Tesoro, según su titular Lizzie Bessent, ya abrió entrevistas para la presidencia de la Fed; Bessent indicó además que no ve el actual episodio como “el mayor reajuste comercial desde 1935”, apuntó que Micron visitó Washington esta semana y planea invertir 200.000 millones de dólares. En paralelo, el presidente Trump instruyó al Departamento de Comercio a iniciar de inmediato un nuevo y “muy preciso” censo —con la directriz de no contar a las personas en el país de manera ilegal—, y firmará una orden ejecutiva para permitir que planes 401(k) incluyan criptomonedas, private equity e inmuebles.
El frente comercial fue el gran catalizador de precios de commodities y FX. EE. UU. impuso de forma sorpresiva un arancel a la importación de lingotes de oro de un kilogramo procedentes de Suiza, elevando la prima del metal vendido en el país y disparando los futuros en Nueva York; Bloomberg reforzó que la medida golpea especialmente a Suiza. Minutos después, el enviado japonés adelantó que Washington corregirá la orden arancelaria y realizará reembolsos, y el gobierno de Japón dijo que EE. UU. confirmó recortes de aranceles a automóviles y el fin del “stacking”. El secretario de Comercio Lutnick señaló por su parte la expectativa de recaudar unos 50.000 millones de dólares mensuales por aranceles, anticipó una extensión de 90 días del plazo con China y transmitió a tecnológicas que no se aplicarán aranceles si fabrican semiconductores en territorio estadounidense. En India, Reuters reportó la suspensión de planes de compra de armas a EE. UU. tras los aranceles de Trump, en tanto Bloomberg indicó que Nueva Delhi evalúa ofrecer concesiones comerciales después del arancel del 50% a sus exportaciones. En seguridad estratégica, EE. UU. adoptó nuevas reglas para cables submarinos con el objetivo de acotar riesgos vinculados a China. Este remodelado de incentivos alimenta la visión de JPMorgan: una moderación cíclica en EE. UU. sería negativa para el dólar, y unos aranceles generalizados podrían amplificar su tendencia bajista; a medio plazo, la casa es constructiva con el euro —al calor de esa moderación y del apoyo fiscal en Alemania—, ve a la libra esterlina relativamente más pesada que el euro por la combinación fiscal-monetaria, y mantiene sesgo moderadamente alcista en JPY frente a USD pese a su depreciación reciente. El posicionamiento táctico también se movió: Citadel Securities observó que, tras ocho de las últimas 12 semanas con clientes institucionales netamente bajistas, la última semana vio un fuerte aumento de actividad en opciones call, preludio posible de un giro de sentimiento. Con todo, la estacionalidad aporta cautela: agosto-octubre tiende a ser un tramo plano-volátil —tras un pico promedio a inicios de agosto en el S&P 500— con recomposición clara en noviembre-diciembre; al fondo, el argumento “contrario” sobre insiders sugiere que años con compras internas muy bajas han terminado con rendimientos superiores al 20% en el S&P 500 (a diferencia de periodos de compras elevadas como 2022, con retornos negativos), alimentando la pregunta de si 2025 podrá completar un “4 de 4” con alzas >20%.
En el frente geopolítico, la agenda bilateral EE. UU.-Rusia cobró tracción mediática. Fox News, citando fuentes, situó una posible reunión entre Vladimir, Putin y Donald Trump el 11 de agosto, mientras filtraciones apuntaron a que funcionarios “planifican tentativamente” una cumbre para finales de la próxima semana sin sede decidida —con Hungría, Suiza, Roma y Emiratos Árabes Unidos como opciones, y la preferencia inicial de Putin por Hungría (no EAU), con Turquía poco probable—. Los preparativos se complicaron tras recordar Volodímir Zelenski a funcionarios que, la Constitución ucraniana obliga a un referéndum nacional para cualquier concesión territorial, un condicionante que supera al Parlamento o al Ejecutivo de Kiev. La Casa Blanca desmintió que hubiera acuerdo cerrado o sede asegurada y, según Politico, sostuvo que Putin debería reunirse con Zelensky antes de cualquier encuentro con Trump. En Oriente Medio, Axios reportó que el gabinete de Israel aprobó un nuevo plan para ocupar la ciudad de Gaza y busca evacuar completamente a los civiles palestinos antes del 7 de octubre.
En el sector corporativo, la temporada siguió ofreciendo sorpresas asimétricas. Eli Lilly superó con claridad: BPA ajustado de 6,31 dólares frente a 3,92 interanual, ingresos de 15.560 millones (14.100 millones estimados) y 3.380 millones por Zepbound (3.070 millones estimados), reafirmando el liderazgo del franchise de control de peso. Under Armour, en contraste, entregó un 1T26 tibio: BPA ajustado de 0,020 dólares (0,025 estimado), pérdida por acción de 0,01 (0,012 estimado), ingresos netos en línea en 1.130 millones y un inventario de 1.140 millones (frente a 1.100 millones estimados), lo que mantiene el foco en eficiencia operativa y sell-through. En el premarket destacaron Airbnb, Aris, Crocs, DoorDash y Duolingo, reflejando interés selectivo en consumo-servicios y software educativo. En el perímetro de policy corporativa, Trump afirmó que el CEO de Intel está “altamente conflictuado” y “debe dimitir de inmediato”, aportando ruido idiosincrático al complejo de semiconductores en un día en el que el propio secretario de Comercio transmitía a tecnológicas la exención de aranceles condicionada a la fabricación doméstica.
Europa transitó un giro dovish controlado. El Banco de Inglaterra recortó la tasa al 4,00% desde 4,25% —en línea con lo esperado— con una votación de 5 a favor, mientras Andrew Bailey describió la decisión de agosto como “muy equilibrada” y enfatizó que los recortes futuros deberán ser graduales y cuidadosos, con tipos “en trayectoria descendente”. Las nuevas previsiones del BoE sitúan el IPC en 2,7% a un año (antes 2,4%), y en 2,0% a dos y tres años (antes 1,9%), al tiempo que el Informe de Política Monetaria reflejó crecimiento subyacente moderado, holgura emergente y menor incertidumbre sobre política comercial. En balance-sheet, se sugirió que el QT podría desacelerarse pronto, en un contexto en que la métrica de balances de bancos centrales como % del PIB para BoE, Fed y BCE ya ronda niveles pre-COVID, tras recortes significativos. En Suiza, la presidenta Viola Amherd Keller-Sutter afirmó que el objetivo de su visita a Washington —presentar una nueva oferta— se logró y fue un “avance positivo”; los negociadores helvéticos permanecen en Washington y el gobierno no considera por ahora contramedidas, buscando reducir los aranceles lo más rápido posible, un punto clave dado el impacto directo sobre el oro suizo. En el extremo oriental del continente, TASS recogió a Putin destacando que tanto Rusia como EE. UU. están interesados en una reunión bilateral, convergiendo con las piezas geopolíticas mencionadas.
En Asia, el summary del Banco de Japón abre la puerta a salir del modo de “esperar y ver” antes de que acabe 2025, añadiendo un vector de normalización potencial a la narrativa de JPY que JPMorgan ya ve con sesgo alcista frente al USD. Japón, además, comunicó que Washington confirmó recortes arancelarios a automóviles y el fin del “stacking”, lo que despresuriza parcialmente el overhang comercial bilateral. India movió dos fichas: la suspensión de compras de armamento estadounidense tras los aranceles, y la evaluación de concesiones comerciales después del gravamen del 50% a sus exportaciones; el doble movimiento subraya la naturaleza transaccional del nuevo marco. Por último, México ofreció un matiz regional en LATAM con un recorte de la Tasa de Interés Interbancaria a un día por parte de Banxico hasta 7,75% con efectos a partir del 8 de agosto de 2025, alineándose con una desinflación que permite reanudar el ciclo pero preservando un nivel real restrictivo.
El cuadro combinado sugiere un soft patch en crecimiento estadounidense con inflación subyacente aún por encima del 3% y sensibilidad elevada a aranceles. Base: dos recortes de la Fed en 4T condicionados a un IPC núcleo de julio-septiembre en la zona de 0,20-0,30% m/m y a un mercado laboral que siga enfriando sin rupturas; el dólar cedería gradualmente frente a EUR y JPY, en línea con la tesis de JPMorgan, mientras los diferenciales de crecimiento se estrechan. Riesgo alcista de inflación: si las medidas arancelarias se traducen en pass-through más persistente —como advierte Bostic— y el petróleo o goods sensibles se encarecen, la Fed podría recortar solo una vez o incluso posponer al 1T26, sosteniendo un tramo largo de la curva cerca de 4,75-5,00% y presionando duration; el oro mantendría prima doméstica por fricciones logísticas y arancelarias. Riesgo bajista de crecimiento: si productividad se consolida >2% y la demanda se desacelera más rápido —ventas, crédito al consumo y housing más fríos—, la desinflación podría sorprender a la baja; en ese caso, beta y duration funcionarían a la vez y el S&P 500, pese a la estacionalidad débil de agosto-octubre, retomaría tendencia a partir de noviembre con apoyo de calls y positioning más ligero, validando el patrón histórico y el argumento “contrario” de insiders. En FX, veríamos EUR/USD acercándose a un rango alto si el BoE y el BCE administran recortes graduales y el apoyo fiscal alemán se materializa, mientras JPY se aprecia conforme el BoJ acelera su salida del modo paciente. En equities, preferencia táctica por quality growth sanitario-farma —caso Lilly— y consumo-servicios resilientes, con cautela en apparel hasta que inventarios y sell-through confirmen normalización —caso Under Armour—. En suma, navegamos un trimestre de transición: volatilidad elevada pero contenida, policy mix más laxo fuera de EE. UU., dólar con viento en contra a medida que se materializan recortes, y primas idiosincráticas en oro por choques arancelarios; el sesgo base para riesgo es constructivo hacia fin de año, con el bache estacional ofreciendo puntos de entrada escalonados bajo una disciplina de risk management estricta.






