El túnel más largo de América Latina impulsa el comercio y conecta regiones

El Túnel de La Línea, en Colombia, une Cajamarca y Calarcá a través de los Andes. Su construcción transformó la conectividad y la economía del país, consolidándose como un eje clave para el comercio regional.

Una obra monumental que transformó la movilidad en la región

En el centro de Colombia, una obra de ingeniería logró lo que parecía imposible: perforar los Andes para unir dos regiones clave del país. El Túnel de La Línea, con una longitud de 8,65 kilómetros, es hoy el más largo de América Latina y un símbolo del avance técnico y económico de la región. Su construcción, iniciada en 2009 y concluida en 2020, requirió más de una década de trabajo continuo en una de las zonas geológicas más complejas del continente.

Conectividad y desarrollo económico

El túnel une las ciudades de Cajamarca, en el departamento de Tolima, y Calarcá, en el Quindío, atravesando la Cordillera Central de los Andes. Forma parte del Corredor Vial del Pacífico, que enlaza el interior de Colombia con el puerto de Buenaventura, uno de los más activos del océano Pacífico. Gracias a esta conexión, los tiempos de viaje se redujeron en aproximadamente 30 minutos, lo que disminuye costos logísticos y fortalece el comercio interno y de exportación.

Infraestructura moderna y segura

Ubicado a más de 2.400 metros sobre el nivel del mar, el Túnel de La Línea cuenta con tecnología de punta en seguridad y eficiencia: sistemas avanzados de ventilación, iluminación LED, monitoreo constante, salidas de emergencia y un túnel paralelo exclusivo para evacuaciones. Más de 10.000 vehículos lo cruzan cada día, consolidándolo como una vía esencial para el transporte de carga y pasajeros.

Un motor para la integración latinoamericana

Además de ser una proeza de la ingeniería, esta infraestructura representa un paso hacia la integración logística y comercial de América Latina. Su impacto no solo se refleja en la economía colombiana, sino también en el fortalecimiento de las rutas de intercambio regional. El Túnel de La Línea demuestra cómo la inversión en infraestructura estratégica puede transformar territorios, acortar distancias y abrir nuevas oportunidades de desarrollo.