Eficiencia en el riego: la clave para elevar la competitividad de la alfalfa en Argentina

En Santiago del Estero, Argentina, un manejo más eficiente del agua podría aumentar hasta en 30% la productividad de la alfalfa, fortaleciendo la base forrajera que impulsa la ganadería local.

En el sistema de riego del Río Dulce, la alfalfa se ha consolidado como el cultivo forrajero más importante de Santiago del Estero, Argentina, con cerca de 20.000 hectáreas cultivadas. En esta región de clima semiárido, cada decisión relacionada con el uso del agua puede definir el éxito o el fracaso de una campaña productiva.

Los rendimientos actuales rondan las 15 toneladas de materia seca por hectárea al año, pero técnicos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) aseguran que podrían alcanzar las 20 toneladas con una gestión más precisa del riego. Esta mejora no solo incrementaría la rentabilidad, sino que también garantizaría la sostenibilidad del sistema forrajero que alimenta a la ganadería regional.

Tecnología y planificación para aprovechar cada gota

La alfalfa demanda aproximadamente 1.250 milímetros de agua por año, de los cuales entre 650 y 720 milímetros provienen del riego. “Conocer los requerimientos de agua de los cultivos y los momentos críticos en los que el déficit hídrico tiene mayor impacto es fundamental para maximizar los rendimientos”, explicó Gabriel Angella, especialista en riego y gestión del agua del INTA Santiago del Estero.

Las tecnologías de nivelación, sistematización de lotes y control de caudales permiten optimizar el uso del recurso hídrico, mejorar la uniformidad de los cortes y reducir pérdidas. Estas prácticas fortalecen la competitividad del sector forrajero argentino y garantizan una producción más sustentable.

Riego eficiente, más productividad

En esta región del norte argentino, las alfalfas con dos o tres años de implantación logran entre seis y ocho cortes anuales, con intervalos de 25 a 40 días, dependiendo del clima y del manejo. “Con una administración eficiente del riego se pueden alcanzar rendimientos promedios de 20 toneladas de materia seca por hectárea”, destacó Mónica Cornacchione, especialista del INTA.

El momento y la forma del riego son tan determinantes como la cantidad de agua aplicada. Controlar el caudal y la frecuencia asegura un desarrollo constante del cultivo y una productividad sostenida durante toda la campaña.

Sustentabilidad y competitividad de la mano

Para los técnicos del INTA, la mejora en la gestión del agua es tanto una necesidad productiva como económica. “El futuro de la producción de alfalfa en el Área de Riego del Río Dulce depende en gran parte de una mejora en las prácticas de manejo del agua. Optimizar el riego no es una opción: es una condición indispensable para asegurar la sustentabilidad y competitividad del cultivo en Argentina”, concluyó Cornacchione.