Con el crecimiento sostenido del mercado global del oro, la necesidad de incorporar a los mineros artesanales y de pequeña escala a las redes formales de producción, es cada vez mayor. Esta integración no solo mejoraría la trazabilidad de los minerales, sino que también garantizaría condiciones de trabajo seguras y prácticas ambientales responsables en una actividad que representa una parte significativa de las exportaciones de oro del país.
Según un reciente reporte de World Gold Council, la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) representa aproximadamente el 25% de las exportaciones de oro de Perú, consolidando su posición como un actor clave en la economía extractiva nacional. Según estimaciones oficiales, cerca de 200,000 trabajadores directos y aproximadamente 500,000 trabajadores indirectos operan en esta actividad a nivel nacional en la minería de oro artesanal y de pequeña escala, lo que la convierte en un sector de vital importancia para el desarrollo económico y social de Perú.
Sin embargo, operar en un entorno informal plantea grandes problemas y riesgos, que van desde el impacto ambiental y los riesgos para la salud hasta la vulnerabilidad socioeconómica de las comunidades afectadas. Desde una perspectiva macroeconómica, esta situación dificulta la capacidad del país para desarrollarse a largo plazo, modernizar su economía y reducir las desigualdades regionales.
La solución es crear una cadena de valor responsable en Perú conectando sus dos eslabones: la MAPE y los usuarios finales internacionales que desean beneficiarse de oro trazable y producido éticamente. Este papel debe ser desempeñado naturalmente por el eslabón intermedio de la cadena, es decir, las plantas de procesamiento que transforman el mineral en bruto en oro. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) abrió el camino en 2010 al publicar una guía destinada a desarrollar cadenas de suministro responsables y fomentar el compromiso con los circuitos artesanales. La London Bullion Market Association (LBMA) también se unió a esta iniciativa al implementar una directiva en 2012 que exige a los refinadores Good Delivery cumplir con un conjunto de reglas que se actualizan regularmente.
Es en este marco que el grupo OCIM, miembro de pleno derecho de la LBMA, opera a través de sus dos plantas de procesamiento totalmente integradas ubicadas en el sur de Perú, Victoria y Yakari. El impacto de OCIM en los mineros de la MAPE es doble. Primero, les ofrece un precio justo, lo que les permite escapar de la trampa de la pobreza, pero también les brinda un apoyo gradual y pragmático para cumplir con los requisitos mínimos de la LBMA.
“Las plantas de procesamiento formales desempeñan un papel esencial en la consolidación de cadenas de suministro responsables al facilitar la integración de la minería artesanal y de pequeña escala. Este modelo no solo impulsa el desarrollo económico regional, sino que también fortalece la trazabilidad, la recaudación de impuestos y el cumplimiento de los estándares internacionales en toda la cadena de suministro de oro”, dijo Laurent Mathiot, presidente y director ejecutivo del Grupo OCIM, en Arequipa en Perumin.
En ese mismo sentido, Iván Salas, director de OCIM en Perú recalcó que “el trabajo con estas dos plantas es solo el inicio del plan que OCIM tiene para el fortalecimiento y formalización de los pequeños mineros en el país. Buscamos generar mayores ingresos para ellos, impulsando mejoras en seguridad, tecnología y cuidado ambiental, y que a su vez permitan fortalecer la recaudación fiscal y el rol regulador del Estado”.






