Protegiendo el mar en un contexto de transformación

Frente al cambio climático, el manejo del recurso y la informalidad laboral, diversas iniciativas buscan transformar esta actividad hacia un modelo más sostenible, justo y resiliente.

Cada 29 de junio se celebra el Día del Pescador en el Perú, una fecha que rinde homenaje a una de las profesiones más antiguas y emblemáticas del país. Sin embargo, detrás de este reconocimiento, se asoman desafíos urgentes: el impacto del cambio climático en el ecosistema marino, el manejo sobre los recursos, y la alta informalidad laboral que aún persiste en muchas zonas del litoral.

Durante el 2024, año de recuperación, el sector pesquero generó alrededor de 400,000 empleos directos, según datos del Ministerio de la Producción. Ese mismo año, las exportaciones de productos hidrobiológicos superaron los US$ 3,600 millones, principalmente en harina y aceite de pescado. Si bien estas cifras revelan su importancia económica, pero también exigen una mirada más profunda sobre la sostenibilidad del oficio.

En este contexto, distintas iniciativas desde el sector pesquero industrial buscan mejorar las condiciones laborales, reducir el impacto ambiental y contribuir con el cierre de brechas sociales en comunidades costeras del país. Programas de formación continua, entregas de 80 toneladas de pescado a lo largo del año para organizaciones sociales de base, incorporación de tecnología, monitoreo satelital, reciclaje de redes en desuso y planes de reducción de emisiones están marcando el rumbo del sector y el rol del pescador peruano.

TASA, una de las principales empresas del sector, lidera con orgullo este esfuerzo. A través de programas como Salvamares, ha capacitado a más de mil pescadores industriales en protocolos de liberación de especies protegidas, seguridad marítima y buenas prácticas de pesca. Desde su implementación, se han registrado más de 420 mil avistamientos y 78 mil liberaciones de fauna marina no objetivo (pesca incidental).

La formalización del empleo en zonas pesqueras también ha cobrado relevancia. En regiones donde predomina la estacionalidad, empresas como TASA han incorporado esquemas de contratación formal y acompañamiento social, incluyendo censos bianuales que permiten identificar brechas en salud, vivienda o educación entre sus trabajadores y sus familias.

Asimismo, bajo el programa Armada de Hierro, articulado con la Sociedad Nacional de Pesquería, TASA contribuye con entregas de pescado programadas a distintas localidades. Bajo el liderazgo de la SNP, armada de hierro ha llegado a más un millón de personas desde su creación.

Desde el ámbito tecnológico, la empresa también opera con sistemas de monitoreo satelital e innovando en diversos procesos en mar y en cada una de sus 9 plantas en todo el litoral.  Estas medidas se articulan con metas ambientales más amplias, como la reducción de emisiones y del consumo de agua hacia 2030, bajo un plan de acción climática que agrupa esfuerzos en tres frentes: océano, clima y personas.

“Hoy el pescador peruano ya no solo extrae recursos; también cuida, monitorea y contribuye activamente con la sostenibilidad del mar. Nuestro rol como industria es acompañar esa evolución con tecnología, formación y empleo digno”, señaló Ernesto Buenaño, gerente de Operaciones de Pesca de TASA.

Aunque aún hay desafíos por atender, el enfoque de sostenibilidad se ha consolidado como una prioridad dentro del sector pesquero industrial. La revalorización del trabajo del pescador no se limita a un homenaje simbólico, sino a garantizar que esta profesión pueda proyectarse hacia el futuro en equilibrio con el mar.