El país podría duplicar su producción de cobre en 15 años si activa proyectos paralizados. La minería formal enfrenta trabas burocráticas, mientras la ilegalidad avanza sin control.
En un contexto global de creciente demanda de metales estratégicos como el cobre y la plata, Perú tiene en sus manos una oportunidad histórica: convertirse en el mayor productor mundial, superando incluso a Chile. Pero para ello, se necesita más que reservas: hace falta una voluntad política firme para ejecutar proyectos mineros de gran escala. Así lo advierte Jorge Chamot, exministro de Energía y Minas y actual miembro del directorio de Texas A&M University, en una entrevista para El Comercio.
Para Chamot, los más de US$ 64.000 millones en proyectos mineros registrados en cartera no se están transformando en nuevas operaciones. La mayoría corresponde a iniciativas de reposición o ampliación, sin que emerjan megaproyectos nuevos al nivel de Quellaveco. Mientras países como Argentina abren las puertas a la inversión extranjera, en Perú se siguen postergando proyectos como Conga, Tía María, Michiquillay o La Granja, pese a contar con estudios avanzados o cambios de concesionarios que apuestan por su viabilidad futura.
Según el exministro, bastaría activar tres o cuatro grandes proyectos para que la minería vuelva a crecer a tasas de dos dígitos, sumando un punto porcentual adicional al PBI por cada nuevo yacimiento de gran escala que entre en operación. Pero el país no parece estar preparado para asumir ese reto: “Nos hemos olvidado de pensar en grande”, sentencia.
Una “tramitología” que paraliza inversiones
Uno de los principales obstáculos, advierte Chamot, es la sobrecarga regulatoria. Durante su gestión se hablaba de hasta 50 permisos para iniciar una operación minera. Hoy, esa cifra supera los 200. Esta “tramitología” no solo ralentiza la inversión, sino que genera desconfianza en los mercados internacionales. El cierre temporal de operaciones como Las Bambas, por conflictos sociales, impacta directamente en los precios internacionales del cobre, pues representa el 1% de la producción mundial.
Pese a que el país cuenta con reservas abundantes, menos del 40% de su territorio ha sido explorado con fines mineros. Chamot subraya que aún existe un enorme potencial en la sierra peruana, pero sin un cambio en la cultura política y regulatoria, ese potencial seguirá postergado.
Gas natural: la urgencia de un “Camisea II”
La mirada estratégica de Chamot no se limita a la minería. Advierte que, tras 20 años de producción del yacimiento de Camisea, el país necesita una nueva etapa de expansión. Lo que él llama “Camisea II” implicaría la confirmación y desarrollo de nuevas reservas, además de un nuevo gasoducto hacia el sur, con generación eléctrica en Mollendo e Ilo como ancla. Solo así, asegura, se podrá hablar realmente de una masificación del gas natural.
La falta de una política decidida también afecta el suministro de GLP en Cusco y otras regiones del sur, donde el descontento social encuentra terreno fértil en la ausencia de resultados tangibles. “Masificar implica tener más gas, no solo cambiar la forma de distribución”, puntualiza.
Geopolítica e incertidumbre global: riesgos y oportunidades
El exministro también advierte sobre los impactos de la situación geopolítica global. Un eventual cierre del Estrecho de Ormuz —por donde transita el 30% del crudo mundial— elevaría el precio del petróleo por encima de los US$ 100 por barril. Ni siquiera Estados Unidos, ahora el mayor productor de petróleo y gas, podría suplir esa demanda adicional de inmediato.
Aunque Chamot no prevé un conflicto directo entre potencias, reconoce que las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos pueden alterar las reglas del comercio internacional. En ese escenario, Perú —como país minero y agroexportador— tiene recursos y sectores estratégicos listos para despegar. Lo que falta, reitera, es un marco político estable.
Minería ilegal: un problema fuera de control
Otro aspecto crítico que remarca es la expansión de la minería ilegal, que en el caso del oro ya iguala en volumen a la producción formal. Chamot cuestiona la eficacia del proceso de formalización bajo el Reinfo y sostiene que el problema ya no es solo del sector minero, sino de orden interno. “No se respeta la ley y eso destruye nuestra imagen internacional”, señala.
La competencia africana y el futuro del cobre
Perú ha perdido recientemente su segundo lugar como productor mundial de cobre frente a la República Democrática del Congo. Chamot cree que, aunque África tiene enormes reservas, su inestabilidad política representa una oportunidad para América Latina si esta actúa con celeridad. “Están esperando que Perú y Chile verdaderamente inviertan más y produzcan más. Y ahí entra también Argentina”, concluye.
El mensaje es claro: los recursos están, las oportunidades también. Pero sin una estrategia nacional clara y ejecutiva, el Perú podría quedarse mirando desde la barrera cómo otros países se adelantan en la carrera por los metales del futuro.






