Perú entra en la era del Open Banking: interoperabilidad, datos y nuevos desafíos

La apertura del ecosistema financiero plantea oportunidades de interoperabilidad, pero también mayores exigencias en protección de datos y control de riesgo.

El sistema financiero peruano se prepara para un cambio estructural con la llegada del open banking y el lanzamiento de los primeros bancos 100% digitales, como es el modelo de Nubank o Revolut en otros países. La iniciativa del Banco Central de Reserva del Perú (BCR) de permitir la “iniciación de pagos”, es decir, que un tercero autorizado pueda realizar transacciones directamente desde la cuenta del usuario, promete agilizar los servicios financieros y fomentar la competencia entre las distintas instituciones del ecosistema.

La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) recientemente ha informado que ya se conformó un equipo técnico especializado para impulsar este proyecto y se encuentra evaluando modelos internacionales que puedan adaptarse al contexto peruano. Según estimaciones del regulador, la primera fase del sistema podría implementarse en un plazo aproximado de dos años, lo que consolidaría la transformación digital del sistema financiero y abriría paso a una mayor interoperabilidad entre bancos, fintech’s y billeteras digitales.

No obstante, junto con la oportunidad tecnológica, surge el desafío mayor de garantizar la seguridad de los datos y transacciones en un entorno cada vez más interconectado.

La apertura de datos bancarios implica construir nuevas relaciones de confianza entre instituciones financieras, fintechs y consumidores. “Cada conexión digital que creamos es un acto de confianza. Por eso, antes de dar acceso o autorización, debemos asegurarnos de que la contraparte sea realmente confiable. La agilidad sin seguridad es una apuesta peligrosa”, advierte Vicente Cruz, CEO de Sheriff.

El ejecutivo destaca que la evaluación de riesgo de contrapartes será un componente clave en esta nueva etapa del sistema financiero. Este proceso permite analizar, en tiempo real, la situación legal, tributaria y financiera de las empresas con las que se establecen vínculos digitales, reduciendo el riesgo de fraudes, sanciones o pérdida de reputación.

Para Cruz, la meta no debe limitarse a implementar soluciones tecnológicas, sino a fortalecer el ecosistema en su conjunto. “El open banking es la autopista del futuro, pero para recorrerla con seguridad necesitamos los mejores sistemas de navegación. La clave no está en abrir las puertas sin más, sino en saber a quién se las abrimos”, concluye.