Minería bajo ataque: cómo se dan los ciberincidentes en la industria y cómo prevenirlos

La ciberseguridad concentra el 42.2% de las prioridades estratégicas de las organizaciones en Perú para 2025, según IDC y SONDA. El 17% de los ciberataques en el Perú se dirige a la industria minera, según McKinsey & Company.

La minería peruana enfrenta una creciente exposición a riesgos digitales a medida que avanza en su transformación tecnológica. De acuerdo con McKinsey & Company, el 17% de los ciberataques en el país se dirigen a esta industria, considerada estratégica para la economía nacional. El crimen cibernético ha crecido un 15% anual, impulsado por la digitalización acelerada y la interconexión de sistemas industriales, lo que amplía la superficie de ataque y dificulta la protección de activos críticos.

Ante este escenario, la ciberseguridad ha dejado de ser un tema exclusivamente técnico para convertirse en una prioridad de negocio. El estudio Perú – Mercado de Servicios de TI 2024H2, elaborado por IDC para SONDA, revela que la ciberseguridad concentra el 42.2% de las prioridades estratégicas de las organizaciones en el país para 2025, reflejando su papel en la continuidad operativa y la sostenibilidad empresarial.

El mismo informe estima que el mercado nacional de servicios de seguridad alcanzó los USD 223 millones en 2024, con más de la mitad (52%) concentrada en servicios gestionados de seguridad. Las empresas mineras figuran entre las que más han incrementado su inversión, impulsadas por la necesidad de proteger plantas automatizadas, sistemas de monitoreo remoto y cadenas de suministro digitalizadas.

¿Cómo se producen los ciberataques en la minería?

Un ataque informático puede alterar desde la exploración hasta el transporte de mineral.
Durante la exploración geológica, los hackers suelen apuntar a bases de datos con información sobre yacimientos y estimaciones de reservas. Al comprometer estos sistemas, pueden robar o manipular datos sensibles que afectan el valor de un proyecto o las decisiones de inversión.

En la fase de explotación, los sistemas de control industrial (ICS y SCADA) son especialmente vulnerables. Estos controlan bombas, ventiladores, fajas transportadoras o plantas de chancado. Si un atacante accede a ellos —por ejemplo, mediante una conexión remota no segura o un dispositivo sin parche de seguridad— puede alterar la presión de las bombas de relaves, detener una faja transportadora cargada o cambiar la velocidad de un molino, provocando daños mecánicos, pérdidas de producción y riesgos de seguridad para el personal.

En los sistemas de monitoreo ambiental, un ciberataque podría desactivar sensores de calidad de aire o agua, impidiendo detectar fugas o niveles anómalos de contaminantes. Este tipo de manipulación puede generar impactos ambientales y sanciones regulatorias.

A nivel corporativo, los ransomware y phishing son los más frecuentes. Los atacantes suelen enviar correos que imitan comunicaciones internas o de proveedores logísticos; al abrirlos, se ejecuta un código que cifra los servidores o roba credenciales de acceso al ERP o sistemas de despacho de concentrado. Esto puede bloquear órdenes de envío, paralizar la facturación o interrumpir el control de inventarios.

Por último, las operaciones híbridas, que combinan infraestructura en nube y servidores locales, presentan brechas si los accesos no están unificados. Un error de configuración en la nube o el uso de contraseñas reutilizadas puede abrir una puerta de entrada a toda la red industrial.

“Un hacker no necesita estar cerca de la mina para causar daño. Basta una conexión remota vulnerable para detener una línea de producción o alterar la lectura de un sensor. Por eso, la ciberseguridad debe tratarse con el mismo nivel de prioridad que la seguridad física o ambiental”, explicó David Grández, Gerente de Cloud, Ciberseguridad y DCC en SONDA.

¿Cómo gestionar el riesgo digital?

Las organizaciones más avanzadas están implementando arquitecturas Zero Trust, que verifican la identidad y nivel de acceso de cada usuario en tiempo real, y soluciones XDR/MDR, que correlacionan eventos para responder de manera automática ante anomalías.
El modelo más extendido en el país es el de servicios gestionados de seguridad, que integra monitoreo 24/7, inteligencia de amenazas y cumplimiento normativo. Desde la experiencia de SONDA, combinar capacidades internas con soporte especializado permite reducir los tiempos de respuesta y fortalecer la continuidad operativa.

“La detección temprana y la respuesta ágil son determinantes para mantener la continuidad operativa; prevenir siempre resulta más eficiente que recuperarse tras un ataque”, añadió el ejecutivo. 

Hacia una cultura de resiliencia digital

Más allá de la tecnología, la ciberseguridad se ha convertido en un factor clave de sostenibilidad y gobernanza para la minería moderna. El estudio de IDC proyecta que el mercado de servicios de ciberseguridad en América Latina crecerá a un ritmo anual compuesto de 14,7% hasta 2027, impulsado por la digitalización de sectores industriales.

“El desafío es consolidar una cultura de resiliencia digital que abarque todo el ecosistema minero: desde el geólogo que recopila datos en campo hasta los centros de control y las juntas directivas que supervisan la operación”, concluyó Grández.