Tras la quiebra de Algramo, el emprendedor chileno lanza una nueva iniciativa global centrada en la ejecución y el impacto medible.
De Algramo a una nueva visión
José Manuel Moller no da pie atrás e insiste en la sostenibilidad. Esta vez, asegura, dejará de intentar convencer a quienes no están listos y solo trabajará con organizaciones ya convencidas u obligadas por regulación. Esa fue una de las grandes lecciones que le dejó el fin de Algramo, que en agosto de este año pidió formalmente la quiebra tras trece años de actividad.
Poco tiempo después, Moller y su socio en esta nueva etapa, Francisco Cerda, fundador y CEO de Gudcompany, anunciaron a través de LinkedIn la puesta en marcha de Common House. Con proyectos ya activos en España, Costa Rica y Turquía, y conversaciones en nuevas ciudades de América Latina y Asia, la propuesta de este estudio responde a una urgencia clara: pasar de los diagnósticos a la ejecución. “Hoy sobran estudios, lo que falta es implementación con mirada sistémica. La sostenibilidad es la gran urgencia de nuestra época y es ahí donde puedo aportar: pasar de la intención a operaciones que funcionen, con métricas, gobernanza y resultados medibles en territorio”, afirma Moller.
Londres como base estratégica
Londres fue elegido como base para el nuevo estudio. “Es una de las grandes capitales del mundo y un mercado de prueba exigente. Desde ahí tenemos acceso a talento, inversión, regulación avanzada y una zona horaria que nos conecta con América, Europa y APAC. Esa densidad de clientes, aliados y reguladores acelera pilotos y facilita escalamiento”, explica.
Un modelo basado en la acción
Common House no es una consultora tradicional. Su propuesta es operar desde la acción. “No llegamos a escribir planes, llegamos a implementarlos. Somos un estudio de ejecución táctica, con equipos de emprendedores expertos en modelos zero waste, un portafolio de soluciones listas para operar y una red de organizaciones especializadas para resolver cada desafío”, agrega Francisco Cerda.
Remodelar lo existente
Tanto Cerda como Moller buscan con este proyecto “remodelar lo existente”, y esto pretenden lograrlo por distintas vías. Primero, ayudando a startups a escalar profundizando en su oferta, explica Cerda, desarrollando las capacidades que necesitan para crecer y conectándolas con la demanda, como gobiernos locales, grandes empresas o alianzas público-privadas, con una red global de expertos, proveedores y organizaciones articuladas bajo una gestión colaborativa. “Nuestra promesa será que cualquiera que tenga una necesidad de avanzar en zero waste, en cualquier parte del mundo, pueda recurrir a nosotros para diseñar y poner en práctica soluciones efectivas y sostenibles. Por eso nos basamos en un modelo de capacidades distribuidas”, añade.
Superar las barreras de la sostenibilidad
Desde su experiencia como consultor y emprendedor, Cerda ha visto reiteradamente las barreras que existen para avanzar en sostenibilidad. “El principal error es que muchas empresas ni siquiera lo intentan, salvo que la regulación las obligue o el mercado lo convierta en un estándar. Y cuando lo hacen, suelen tener dificultades para trabajar con proveedores pequeños o startups. También pasa lo contrario: soluciones muy técnicas que no logran convertirse en negocios sostenibles. Common House busca cerrar esa brecha”.
Hacia un nuevo estándar global
“Queremos que diseñar sin residuos deje de ser piloto y se convierta en la norma”, afirma Moller. “Así como pasó con las bolsas plásticas o fumar en espacios cerrados, podemos cambiar el estándar cultural y económico”.
Common House ya está ejecutando proyectos y acompañando a más de ocho startups a escalar. La idea es que cualquier actor, municipio, empresa o universidad, pueda acudir al estudio con un desafío y encontrar allí una solución lista para aplicar. “Por eso hablamos de capacidades distribuidas. Hay talento y conocimiento en muchas partes del mundo, lo que falta es conectarlo de manera efectiva para que las soluciones lleguen donde se necesitan”, destaca Cerda.
Una ambición a largo plazo
En el mediano plazo, la ambición es clara. “Queremos que Common House sea un referente mundial de zero waste, como la Clínica Mayo lo es en salud o la NASA en tecnología. Que cualquier organización que quiera avanzar en esta agenda piense en nosotros como su socio natural”, señala Moller.
Medir impacto y generar cambio
Los fundadores apuntan a medir impacto en tres niveles: ambiental, económico y social. “Si en tres años logramos escalar soluciones efectivas, articular una red robusta de colaboración y demostrar que este modelo puede generar beneficios reales, habremos dado un paso importante para que la circularidad deje de ser una excepción y se vuelva la nueva normalidad”, concluye Cerda.






