La guerra y la escasez de trabajadores locales obligan al país a abrir sus fronteras laborales en sectores clave como la alimentación, el comercio y la industria.
Israel atraviesa una transformación profunda en su mercado laboral. La falta de trabajadores nacionales, agravada por la guerra de Espadas de Hierro y las restricciones al ingreso de empleados palestinos, ha llevado al gobierno y al sector privado a recurrir masivamente a la contratación de mano de obra extranjera. Miles de empleados provenientes de Tailandia, Sri Lanka e India ya se integran en fábricas, plantas de alimentos y grandes cadenas comerciales.
Una respuesta estructural a la escasez de personal
En el último año, la administración israelí ha otorgado más de 44.000 cuotas para trabajadores foráneos: 18.000 para la industria, incluyendo la alimentaria, y 26.000 para el sector comercial y de servicios. Supermercados como Shufersal, Rami Levy, Yohananof y Carrefour, así como cadenas de moda como Fox y H&M, ya emplean personal extranjero para suplir la demanda de mano de obra.
La incorporación se da principalmente a través de procesos de contratación directa. Carrefour, por ejemplo, envió equipos israelíes a Tailandia para entrevistar candidatos y capacitarlos en el idioma hebreo y en labores específicas de reposición y carnicería antes de su llegada. “Queremos asegurarnos de que cada empleado cumpla los estándares de Carrefour y pueda integrarse desde el primer día”, explicó su director general, Michael Luboshitz.
Ventajas inmediatas, pero con altos costos
Los empresarios destacan la mejora en productividad y asistencia laboral. “Ya no hay ausencias ni conflictos internos. Los trabajadores extranjeros están motivados y enfocados en su labor”, comentó un directivo del sector minorista. Sin embargo, los costos administrativos y regulatorios siguen siendo elevados: se requiere una tasa de registro de 360 shekels, una garantía bancaria de 8.500, y pagos anuales por renovación de visa y servicios básicos que superan los 2.000 shekels mensuales.
A pesar de ello, la demanda de mano de obra externa crece. El Ministerio de Economía israelí ha ampliado las cuotas en respuesta a las solicitudes de más de 700 empresas que afirman no tener alternativa ante la negativa de los trabajadores locales a ocupar empleos en supermercados o plantas.
Un motor para la estabilidad productiva
El director del Ministerio de Economía, Moti Gamish, ha defendido la expansión del programa como una política clave para sostener la competitividad nacional: “Atraer trabajadores extranjeros es vital para mantener el crecimiento, la productividad y la continuidad de la economía israelí. Seguimos revisando tasas y procesos para ofrecer mayor estabilidad a los empleadores”.
Con más de 19.000 nuevas cuotas aprobadas en 2025, Israel busca equilibrar su estructura productiva y evitar la paralización de sectores esenciales. El reto será, sin embargo, gestionar la integración de esta fuerza laboral sin generar tensiones sociales ni sobrecostos que afecten la competitividad de su industria.






