El expresidente de Petroperú, Alejandro Narváez Liceras, destaca los avances alcanzados durante su mandato, pese a asumir en medio de una situación financiera crítica.
Petroperú cerró octubre de 2024 al borde del colapso técnico: pérdidas acumuladas por más de 2.200 millones de dólares, capital de trabajo negativo y sin líneas de crédito activas en la banca local. A casi un año de aquella crisis, el expresidente de la empresa estatal, Alejandro Narváez Liceras, presentó un balance de su gestión, en el que subraya los progresos operativos y financieros alcanzados durante su periodo al frente del directorio (noviembre 2024 – octubre 2025).
Según Narváez, el reto inicial fue doble: estabilizar las operaciones y recuperar la confianza de los mercados, acreedores y del Estado. Para ello, se trazó una hoja de ruta basada en cuatro ejes: reducción de pérdidas operativas, fortalecimiento comercial, mejora de la gobernanza institucional y alineamiento con la seguridad energética nacional.
De la crisis a los primeros resultados positivos
Uno de los principales hitos fue revertir la tendencia negativa en los márgenes financieros. Petroperú proyecta cerrar 2025 con un EBITDA positivo de 5 millones de dólares, frente a los -296 millones registrados en 2024. Si bien esta cifra aún es modesta, representa —según el exdirectivo— el inicio de una recuperación operativa tras años de deterioro.
Asimismo, la cuota de mercado de la empresa pasó del 25% en octubre de 2024 al 30% en septiembre de 2025, lo que significa que un tercio del mercado nacional de combustibles vuelve a estar en manos de Petroperú. Paralelamente, la compañía amplió su presencia regional con exportaciones hacia Colombia, Chile, Ecuador, Brasil y Estados Unidos, además de preparar nuevos acuerdos con Ecuador y Bolivia.
Avances en gobernanza y gestión corporativa
En materia institucional, Narváez destacó la implementación de nuevos lineamientos de gobierno corporativo bajo estándares de la OCDE, junto con códigos de ética más estrictos. Desde noviembre de 2024, la empresa reporta trimestralmente sus estados financieros a la Superintendencia del Mercado de Valores (SMV), al Congreso y a su Junta General de Accionistas, reforzando la transparencia y mejorando su calificación crediticia ante Moody’s, que actualmente mantiene perspectiva “estable”.
Los bonos de Petroperú también registraron un rendimiento histórico del 14% en los mercados internacionales, según Bloomberg, mientras que la Nueva Refinería Talara alcanzó un nivel de operación del 85% de su capacidad instalada, tras años de dificultades técnicas y administrativas.
Desafíos y perspectivas
A pesar de los avances, Narváez reconoce que Petroperú enfrenta aún una elevada deuda y una credibilidad institucional debilitada. No obstante, considera que la empresa ha entrado en una fase de inflexión con señales positivas reconocidas por analistas internacionales.
El exdirectivo insiste en que Petroperú no debe verse como una carga, sino como una herramienta clave para la soberanía energética del país. “La empresa estatal debe fortalecerse con transparencia y eficiencia, porque su papel es estratégico para el desarrollo nacional”, sostuvo.
Durante su gestión, Narváez fue reconocido por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como “Personalidad Sobresaliente”, en mérito a su aporte a la profesionalización de la empresa y su visión de desarrollo energético.
Hacia una nueva etapa
Con la transición de mando ya en curso, Petroperú encara el reto de consolidar su estabilidad financiera, avanzar en la transición energética y recuperar la confianza del mercado. Para Narváez, la clave está en convertir a la empresa en un actor competitivo, sostenible y orientado al largo plazo. “En un contexto global de crisis energética y reconfiguración geopolítica, tener una empresa estatal fuerte no es un lujo: es una necesidad estratégica”, concluye.






