Las Cajas Municipales registran crecimiento en colocaciones y utilidades, pero enfrentan una morosidad superior al 6 %, altos niveles de cartera castigada y un modelo aún poco adaptado a la realidad rural y productiva. El reto hacia 2026 es lograr una inclusión financiera verdaderamente sostenible.
El sistema microfinanciero peruano es considerado uno de los más profundos y avanzados de América Latina. Desde la creación de las primeras Cajas Municipales de Ahorro y Crédito (CMAC) en 1982, estas instituciones se posicionaron como motores de inclusión financiera. Sin embargo, al cierre de julio de 2025, los resultados revelan luces y sombras: crecimiento en colocaciones y utilidades, pero también problemas crecientes de morosidad, cartera castigada, costos elevados y desatención rural.
Evolución y cifras clave
Al 30 de junio de 2025, las CMAC registraron una cartera de créditos directos de S/ 37,1 mil millones, de los cuales el 75 % se destinó a micro y pequeñas empresas en agro, comercio y manufactura. En paralelo, administraron depósitos por S/ 32,7 mil millones (SBS, 2025a).
En términos de resultados, los ingresos financieros sumaron S/ 4 420,4 millones (+10 % interanual), mientras que las utilidades netas alcanzaron S/ 398,1 millones, un crecimiento del 190,8 % respecto a 2024 (Infobae, 2025; Gan@Más, 2025).
Morosidad y deterioro de cartera
La calidad de cartera es el principal desafío del sistema. Según la SBS, al marzo de 2025 la morosidad de empresas de operaciones múltiples fue de 4,0 %; las MYPE alcanzaron 6,3 % y el consumo llegó a 15,9 % (SBS, 2025b).
En el caso de las CMAC, la morosidad promedio se situó en 6,16 % al primer semestre de 2025, casi el doble que la banca múltiple (Microfinanzas.pe, 2025). Algunas entidades presentan tasas más críticas: CMAC Maynas (10,5 %), Tacna (10,4 %), Paita (10,3 %) y Piura (10,1 %) (PrensaRegional, 2025).
Cartera castigada: el costo oculto
Además de la morosidad, destaca el problema de la cartera castigada, que refleja pérdidas ya asumidas por las instituciones.
- En promedio, las CMAC castigan entre 1,5 % y 2,5 % de su cartera cada año, lo que equivale actualmente a entre S/ 200 y S/ 250 millones anuales (SBS, 2025c).
- Durante la pandemia, los castigos llegaron a niveles de 3 %–3,5 % del portafolio (Gan@Más, 2021).
- Al julio de 2025, las provisiones acumuladas sumaban S/ 983,2 millones, aunque se redujeron 4,4 % interanual (Gan@Más, 2025).
Este nivel de castigos erosiona directamente la rentabilidad ajustada por riesgo (RAROC) y explica por qué, pese al crecimiento de utilidades contables, muchas CMAC apenas logran cubrir su costo de capital.
Un caso ilustrativo es Caja Arequipa, que históricamente ha reportado castigos cercanos al 2,5 % anual; en 2020–2021, este ratio superó el 3,5 %, reduciendo su rentabilidad real (SBS, 2021).
Rentabilidad ajustada por riesgo
Aunque los resultados netos son positivos, el ajuste por riesgo muestra otra cara:
- Margen financiero bruto: +23,8 % en julio de 2025.
- Gasto financiero: –18,4 % en el mismo periodo.
- Provisiones: S/ 983,2 millones, aún elevadas (Gan@Más, 2025).
El ROA promedio del sistema ronda 0,8 %, y el ROE 9,1 % (caso Huancayo), cifras menores a los niveles de 2010–2015, cuando superaban el 2 % y 15 % respectivamente (JCR Latam & SBS, 2025).
Descalce de productos y flujos de clientes
Un problema crítico es el descalce entre plazos de crédito y flujos de ingreso. Muchas CMAC otorgan préstamos con cuotas mensuales, mientras que sus clientes —comerciantes, bodegueros, transportistas— generan ingresos diarios o semanales. Los agricultores, por su parte, dependen de ciclos estacionales.
Este desajuste aumenta la mora temprana y obliga a recurrir a financiamiento informal. Modelos internacionales, como los créditos semanales del Grameen Bank en Bangladesh o el uso de M-Pesa en Kenia, muestran que la clave está en alinear cuotas con flujos reales (Yunus, 2008; Jack & Suri, 2011).
Costos de crédito y sostenibilidad del cliente
Las tasas activas de microempresa oscilan entre 12 % y 18 % TCEA, según la SBS (2025d). Sin embargo, en muchos productos los costos efectivos superan el 30 %, afectando directamente la rentabilidad de negocios de bajo margen.
El Banco Mundial (2023) sostiene que la inclusión financiera es sostenible solo cuando el costo del crédito no excede la rentabilidad del cliente. En el Perú, este desbalance explica parte del sobreendeudamiento y la necesidad de reestructurar productos.
Inclusión financiera real y brechas rurales
Aunque el Perú es líder regional en inclusión formal, la inclusión real es limitada: más del 60 % de la cartera CMAC está concentrada en zonas urbanas (SBS, 2025a).
En áreas rurales, persiste la dependencia de prestamistas informales. Además, los productos financieros ofrecidos no se adaptan a los calendarios agrícolas. Experiencias como la banca comunitaria en India y modelos rurales apoyados por CGAP demuestran que es posible reducir esta brecha con innovación en productos y canales (CGAP, 2022).
Debilidades estructurales
- Gobernanza politizada y falta de meritocracia en directorios municipales.
- Enfoque en créditos urbanos y de consumo, descuidando sectores rurales y productivos.
- Altos costos operativos por sobredimensionamiento de agencias físicas.
- Digitalización lenta frente a fintech.
- Débil foco en indicadores sociales y de impacto.
- Cartera castigada creciente, que erosiona capital y sostenibilidad.
Propuestas estratégicas hacia 2026
- Rediseñar productos: cuotas adaptadas a flujos diarios, semanales y agrícolas.
- Inversión en canales rurales digitales: corresponsales inteligentes, banca móvil.
- Gestión activa de cartera castigada: mecanismos de reestructuración, venta de cartera y seguros de crédito.
- Fortalecer gobernanza bajo estándares OCDE.
- Uso intensivo de big data e IA para scoring alternativo y control de riesgo.
- Desarrollar productos verdes y de género, incluyendo microseguros agrícolas.
Conclusión
El sistema microfinanciero peruano combina avances y fragilidades. Su profundidad y cobertura son notables, pero el deterioro de cartera, la morosidad y los altos niveles de cartera castigada ponen en riesgo su sostenibilidad.
El desafío hacia 2026 es pasar de la inclusión formal a la inclusión real, con un enfoque rural, flexible y productivo, que reduzca los costos de crédito, alinee productos con los ciclos de ingresos y mitigue las pérdidas por castigos. Solo así las CMAC podrán recuperar su rol original como verdaderos motores de desarrollo territorial.






