La saturación, los sistemas obsoletos y los fallos técnicos han puesto en entredicho la fiabilidad del AVE, en plena etapa de liberalización del mercado ferroviario.
La infraestructura ferroviaria de alta velocidad en España, reconocida durante décadas como un referente internacional, atraviesa un momento crítico. En los últimos dos años, incidentes como robos de cable, incendios cercanos a la vía, caídas de catenaria y averías en trenes han puesto en evidencia un problema estructural: la obsolescencia.
Un sistema saturado en Andalucía
El corredor Madrid–Sevilla, inaugurado en 1992 como el primer AVE, se ha convertido en el epicentro de los problemas. Su señalización aún opera bajo el sistema alemán LZB, hoy superado por el estándar europeo ERTMS. Aunque existe un plan de modernización valorado en más de 700 millones de euros, la renovación del sistema de telecomunicaciones no se completará antes de 2026.
La situación se agrava con el aumento de la demanda tras la entrada de Ouigo e Iryo, lo que ha convertido a la línea en un cuello de botella operativo. La infraestructura, diseñada hace tres décadas, no se ha adaptado al ritmo del tráfico actual.
Barcelona: tráfico al límite
El corredor Madrid–Barcelona, inaugurado en 2008 y el más transitado de España, también enfrenta tensiones. Aunque dispone del sistema ERTMS Nivel 1, la capacidad se encuentra al límite. La coexistencia de trenes de diferentes generaciones y modelos complica la operación, especialmente en estaciones clave como Atocha y Sants.
Los nuevos trenes Avril de Talgo, que debían modernizar el servicio, han presentado fallos técnicos significativos. Renfe se vio obligada a retirar todos los Avlo de la serie 106 por fisuras detectadas en los bogies, lo que redujo la oferta en el mercado y generó preocupación sobre la fiabilidad del material rodante.
Una infraestructura que pasa factura
El sindicato SEMAF y fuentes del sector ferroviario señalan que el mal estado de la vía entre Madrid y Ariza es un factor determinante en los problemas de rodadura de los Avril. Aunque Adif asegura que la seguridad no está comprometida, la acumulación de pequeñas irregularidades genera vibraciones que afectan directamente al desgaste de los trenes.
El reto para el futuro
España enfrenta un dilema: mantener la reputación de su red ferroviaria en un contexto de creciente competencia internacional. El desafío no solo es tecnológico, con la modernización pendiente hacia ERTMS Nivel 2, sino también financiero y operativo, dado que el modelo de liberalización exige mayor capacidad y fiabilidad.
La conclusión es clara: sin una renovación acelerada de la infraestructura y una estrategia de mantenimiento más robusta, el AVE corre el riesgo de perder el prestigio que lo convirtió en un modelo a seguir en Europa.






