Japón apuesta fuerte por los chips, pero su talón de Aquiles sigue siendo la escala

El país asiático invierte más que Estados Unidos y Europa en semiconductores, pero enfrenta un reto crucial: sus empresas no tienen el tamaño de sus rivales.

El pasado glorioso y el desafío actual

En 1988, Japón dominaba el mercado mundial de los chips. Nombres como NEC, Toshiba, Hitachi, Fujitsu, Mitsubishi o Matsushita concentraban la mitad de la industria global de semiconductores. Hoy, sin embargo, ninguna empresa nipona figura entre los líderes de un sector controlado por compañías de Taiwán, Corea del Sur, Estados Unidos, Países Bajos y Alemania.

El Gobierno japonés quiere revertir esta situación. Y lo está intentando con cifras contundentes: mientras Estados Unidos destina el 0,21% de su PIB a los semiconductores y Alemania el 0,41%, Japón invierte el 0,71%. Una apuesta más ambiciosa en términos relativos que la de Francia (0,2%) o Reino Unido (0,04%).

Un sector fragmentado y sin músculo

El problema no está en la falta de inversión, sino en la escala. Toshikazu Maeda, director de la fabricante de equipos Marumae, advierte que la mayoría de empresas japonesas no está creciendo, incluso en plena ola de la inteligencia artificial. Su receta es clara: fusiones entre compañías para alcanzar el tamaño necesario y aprovechar las grandes oportunidades.

Hoy existen decenas de firmas niponas que producen componentes para gigantes como ASML o Tokyo Electron, pero su capacidad de producción es demasiado modesta frente a rivales como Samsung, SK Hynix o Applied Materials.

Rapidus: la carta fuerte de Japón

La gran esperanza se llama Rapidus Corporation, creada en 2022 con respaldo del Gobierno y de corporaciones como Sony, Toyota, NEC, SoftBank, Kioxia, Denso, Nippon Telegraph y MUFG Bank. Con sede en Chitose (Hokkaido), Rapidus busca producir semiconductores de 2 nanómetros y convertirse en rival directo de TSMC, Intel y Samsung.

Aunque su producción a gran escala recién llegaría en 2027, la compañía promete diferenciarse con una fábrica completamente automatizada mediante robots e inteligencia artificial. Según su presidente, Atsuyoshi Koike, esto permitirá reducir los tiempos de entrega hasta en 66% frente a los estándares actuales de TSMC y Samsung.

¿Una ventaja suficiente?

Si Rapidus logra cumplir su promesa, entregará chips en un tercio del tiempo que sus rivales. Una ventaja competitiva que podría devolver a Japón un lugar central en la industria global de los semiconductores. Sin embargo, todo depende de que la apuesta nipona supere el mayor obstáculo: la falta de escala frente a gigantes ya consolidados.