Cómo tener conversaciones difíciles en la empresa familiar: Consejos prácticos desde la consultoría

Por Juan Carlos Valda – jcvalda@grandespymes.com.ar

En una empresa familiar, a veces parece que llevar los temas espinosos a la mesa es como abrir una caja de Pandora. Las emociones, las relaciones personales y el peso de la historia familiar a menudo se mezclan, haciendo que ciertas conversaciones se vuelvan tan incómodas que terminan evitándose por completo. Sin embargo, dejar estos temas en el tintero no ayuda a nadie; al contrario, pueden ser una bomba de tiempo.

Desde la óptica de un consultor en Dirección y Gestión de PYMEs, quiero compartir algunos consejos para abordar esas conversaciones difíciles que, si bien pueden ser incómodas, son necesarias para la salud del negocio y de la familia. Porque, al final, una empresa familiar es una mezcla única de sentimientos, expectativas y desafíos, y enfrentarlos de manera madura y constructiva puede marcar una gran diferencia.

  1. Entender que evitar la conversación no hace que el problema desaparezca

El primer paso para enfrentar una conversación difícil es reconocer que, aunque nos incomode, postergarla solo empeora las cosas. No es raro que en las empresas familiares se eviten estos temas “por el bien de la armonía familiar”, pero en realidad, eso solo va acumulando tensión.

Por ejemplo, si hay un conflicto sobre quién asumirá un cargo de liderazgo o si hay desacuerdos sobre la dirección estratégica de la empresa, eludir la conversación no solucionará el problema; al contrario, hará que crezca y genere malestar. En mi experiencia, las conversaciones difíciles no son opcionales. Aunque sean incómodas, son necesarias para evitar que los problemas escalen y afecten tanto al negocio como a las relaciones familiares.

  1. Prepararse antes de la conversación

Cuando se trata de abordar temas sensibles, la improvisación no es buena amiga. Antes de enfrentarse a una conversación difícil, es esencial preparar el terreno. Esto implica definir con claridad qué se quiere comunicar, cuál es el objetivo de la conversación y, sobre todo, anticipar las posibles reacciones.

Si el tema es, por ejemplo, la falta de compromiso de algún miembro de la familia, no se puede simplemente soltar el tema sin pensar en cómo se va a abordar. Lo ideal es preparar un enfoque específico, centrado en hechos y no en juicios. En lugar de decir “nunca estás comprometido”, se puede plantear algo como “he notado que últimamente has estado menos presente en las reuniones y eso afecta el avance del equipo”.

Esta preparación previa te ayudará a enfocar la conversación en el problema y a evitar que se convierta en un intercambio de críticas personales.

  1. Elegir el momento y el lugar adecuados

Para tener una conversación difícil, es fundamental elegir el momento y el lugar adecuados. No todos los contextos son propicios para tratar ciertos temas, especialmente si se trata de algo delicado que podría afectar la dinámica familiar.

Si, por ejemplo, necesitas hablar sobre un tema delicado relacionado con el desempeño de un familiar, intenta hacerlo en un lugar neutral, donde ambos puedan concentrarse sin distracciones. Elige un momento en el que todos los involucrados estén en una actitud receptiva y no apresurada.

Es mejor evitar las reuniones familiares para discutir temas serios de negocio y tratar de programar una reunión de trabajo formal, en la que todos sepan que el objetivo es discutir un tema específico. Esto ayuda a separar lo personal de lo profesional y a tratar la conversación con el nivel de seriedad y enfoque que merece.

  1. Enfocar la conversación en hechos y no en sentimientos

Uno de los mayores riesgos de las conversaciones difíciles en una empresa familiar es que se mezclen los sentimientos personales con los temas empresariales. Las emociones pueden nublar el juicio y hacer que el conflicto escale. Por eso, es importante enfocarse en hechos concretos y evitar las interpretaciones subjetivas.

Si, por ejemplo, el tema es el desempeño de un familiar en un proyecto, habla de los resultados específicos y de las áreas donde se pueden mejorar, en lugar de hacer comentarios vagos o generales. En lugar de decir “siento que no estás comprometido con la empresa”, es preferible decir “los últimos informes muestran que el proyecto no ha alcanzado los objetivos establecidos, y necesitamos entender las razones para poder corregir el rumbo”.

Mantener la conversación en el ámbito de los hechos ayuda a reducir la carga emocional y a centrarse en soluciones prácticas.

  1. Escuchar con empatía y respeto

Uno de los mayores retos en una conversación difícil es mantener la mente abierta y escuchar a la otra persona sin interrumpir o asumir. En muchas ocasiones, los conflictos surgen porque una de las partes no se siente escuchada o entendida. Escuchar con empatía implica ponerse en el lugar de la otra persona, aunque no estemos de acuerdo con su punto de vista.

Deja que la otra persona exprese sus razones y sentimientos, y valida su perspectiva. Esto no significa que tienes que estar de acuerdo, pero mostrar respeto por su opinión ayuda a reducir la tensión. En el contexto de una empresa familiar, donde los lazos afectivos suelen ser muy fuertes, esta actitud de respeto y empatía es fundamental para resolver los conflictos sin fracturar la relación familiar.

  1. Mantener la calma y controlar las emociones

Es normal que, en una conversación difícil, las emociones se intensifiquen. Sin embargo, una reacción emocional exagerada puede dañar la conversación e impedir que se llegue a una solución.

Es importante que todos los involucrados intenten mantener la calma y no reaccionen de manera impulsiva. Si sientes que estás a punto de perder la compostura, es válido pedir un momento para tomar aire y recomponerte. Recuerda que el objetivo de la conversación no es ganar una discusión, sino encontrar una solución para el bien de la empresa y la familia.

Si la conversación se vuelve demasiado tensa o emocional, puede ser útil establecer una “pausa” y acordar retomarla en otro momento. Esta práctica permite que todos reflexionen y vuelvan a la conversación con una mentalidad más calmada y constructiva.

  1. Buscar acuerdos concretos y soluciones prácticas

Una conversación difícil no debería quedarse solo en palabras; el objetivo es llegar a un acuerdo que permita resolver el problema y evitar que vuelva a surgir. Al final de la conversación, trata de concretar acuerdos específicos y acciones a seguir.

Por ejemplo, si la conversación fue sobre la falta de claridad en las funciones de cada miembro de la familia, el acuerdo podría ser redactar un organigrama y definir roles específicos. Si el tema fue el conflicto entre familiares en el trabajo, se puede pactar un protocolo para manejar los desacuerdos de forma constructiva.

Es importante que los acuerdos sean claros, realistas y que se establezcan responsables y plazos. Esto le da a la conversación un cierre positivo y ayuda a que todos sientan que se ha avanzado hacia una solución concreta.

  1. Involucrar a un tercero cuando sea necesario

A veces, los conflictos en la empresa familiar son tan complejos o emocionalmente cargados que es difícil resolverlos sin ayuda externa. En estos casos, puede ser útil contar con un tercero neutral, como un consultor o un mediador, que pueda facilitar la conversación y ofrecer una perspectiva objetiva.

Un consultor experimentado en gestión de PYMEs familiares puede ayudar a estructurar la conversación y guiar a los participantes hacia soluciones prácticas, sin tomar partido. Esta figura externa también puede aportar herramientas y técnicas para mejorar la comunicación y resolver conflictos de forma profesional.

Contar con un tercero puede ser la diferencia entre una conversación que se convierte en un conflicto interminable y una conversación que conduce a una solución efectiva y saludable para todos.

  1. Mantener un ambiente de respeto y profesionalismo

En toda conversación difícil, especialmente en una empresa familiar, es fundamental mantener un ambiente de respeto y profesionalismo. Aunque las emociones sean intensas, es importante evitar los insultos, las recriminaciones y los ataques personales.

Es útil recordar que, aunque se trate de familiares, todos están en un entorno profesional y que las decisiones que se tomen afectarán el futuro de la empresa. Cuando el respeto y el profesionalismo se mantienen, es más fácil llegar a acuerdos y resolver los conflictos de forma constructiva.

Por lo tanto, tener conversaciones difíciles en una empresa familiar no es tarea fácil, pero es un paso necesario para asegurar la salud del negocio y las relaciones familiares. Aunque estos temas puedan parecer incómodos o conflictivos, abordarlos de manera estructurada y respetuosa ayuda a prevenir problemas mayores en el futuro.

Al enfrentar estas conversaciones con preparación, empatía y un enfoque en los hechos, se pueden superar los desafíos y fortalecer tanto la empresa como los lazos familiares. A fin de cuentas, resolver los conflictos y alinear los intereses de todos es la mejor forma de proteger el legado familiar y asegurar que la empresa siga creciendo y prosperando para las futuras generaciones.

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