EE.UU. endurece su estrategia comercial

La Casa Blanca redobla su apuesta por el proteccionismo económico y redefine el tablero comercial global. Nuevos aranceles al cobre y a la industria farmacéutica abren una etapa de mayor tensión entre bloques, mientras los mercados reaccionan entre ajustes monetarios, cautela diplomática y apuestas por megacapitales. El 1 de agosto marcará un nuevo punto de inflexión.

En un entorno caracterizado por una intensificación de la política comercial estadounidense y una creciente actividad diplomática entre bloques económicos, los mercados financieros globales se vieron hoy altamente influenciados por la retórica del presidente Donald Trump, decisiones estratégicas de bancos centrales y señales de posible reconfiguración de alianzas económicas y arancelarias.

En Estados Unidos, la política comercial ha entrado en una nueva fase de endurecimiento con la confirmación de un arancel del 50% al cobre a partir del 1 de agosto. Trump reiteró que esta medida busca repatriar la producción de metales estratégicos y combatir lo que denomina “estafas comerciales” contra EE. UU. En línea con esto, el diferencial entre los precios del cobre en el mercado Comex y la Bolsa de Metales de Londres alcanzó una prima récord del 25%, reflejando la tensión arancelaria pese al aumento de inventarios en suelo norteamericano. Trump también anunció una posible imposición de un arancel del 200% a la industria farmacéutica extranjera, dando entre uno y un año y medio de plazo para la reubicación de la producción. A su vez, insinuó nuevas medidas contra los países del bloque BRICS, advirtiendo un arancel del 10% contra cualquier miembro que desafíe la hegemonía del dólar estadounidense.

En el frente monetario, las expectativas inflacionarias recogidas por la Fed de Nueva York mostraron un descenso a 3% en el horizonte de un año, lo que alimenta la presión política por recortes de tasas. Peter Navarro, asesor comercial cercano a Trump, fue enfático en que la Reserva Federal “debería recortar las tasas en julio”, al tiempo que se barajan nombres para reemplazar a Jerome Powell, incluyendo al asesor económico Kevin Hassett, según informes del Wall Street Journal.

En el ámbito inmobiliario, las solicitudes de hipotecas en EE.UU. subieron un 9,4% durante la semana del 4 de julio, reflejando una leve mejora en la actividad de crédito, con la tasa hipotecaria a 30 años descendiendo ligeramente a 6,77%. No obstante, el crédito al consumo se desaceleró marcadamente en mayo, situándose en 5.100 millones de dólares frente a los 16.870 millones del mes anterior, una señal clara de enfriamiento en el gasto privado.

Desde el Departamento del Tesoro, el secretario Bessent declaró que EE.UU. ha recaudado 100.000 millones de dólares por concepto de aranceles y que se proyecta alcanzar 300.000 millones antes de finalizar el año. Asimismo, Bessent anunció planes de visitar Japón, reforzando el canal diplomático con Asia tras la confirmación de que EE.UU. y Japón mantendrán negociaciones activas sobre comercio.

A nivel corporativo, el sentimiento empresarial se ve afectado por el entorno incierto. Las recompras de acciones por parte de compañías estadounidenses, según BofA, tienden a repuntar en estas semanas de temporada de resultados, aunque los insiders mantienen un tono pesimista. Amazon reportó una caída del 14% en el gasto de los consumidores durante las primeras horas del Prime Day respecto al año anterior, lo que podría implicar un cambio estructural en los hábitos de consumo postinflación.

Por otra parte, BofA y Goldman Sachs revisaron al alza sus proyecciones para el índice S&P 500, citando la resiliencia de las ganancias corporativas y la expectativa de recortes de tasas. BofA ahora anticipa un cierre de año en 6.300 puntos y 6.600 en 12 meses, mientras que Goldman Sachs elevó su objetivo a 6.600 para fin de año y 6.900 en el horizonte de un año, desde los anteriores 6.100 y 6.500 respectivamente. Ambos bancos apuntan al impulso de las megacapitalizaciones, menores rendimientos y un entorno monetario más flexible como catalizadores.

Desde la esfera europea, las conversaciones comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos avanzan en paralelo a la escalada arancelaria, con el Comisario de Comercio Sefcovic afirmando que se han logrado avances sustanciales en el texto del acuerdo, aunque recalcó que el marco regulatorio europeo sigue siendo innegociable. Von der Leyen reafirmó la disposición de la UE para alcanzar un acuerdo antes del 1 de agosto, pero también anticipó que se están preparando para todos los escenarios. A pesar del acercamiento, Trump criticó a la UE por las demandas legales contra Apple y Google, advirtiendo que las tarifas sobre productos tecnológicos podrían intensificarse.

El DAX alemán alcanzó máximos históricos, reflejando un aparente optimismo en los mercados bursátiles europeos, aunque desde el BCE, figuras como Nagel, Lane y De Guindos adoptaron un tono cauto sobre la política monetaria. Nagel declaró que el BCE no debería comprometerse ni con más recortes ni con una pausa definitiva. Lane enfatizó la relevancia de la política fiscal y de seguridad común en la estabilidad inflacionaria, mientras que De Guindos expresó su esperanza en que la estabilidad del tipo de cambio prevenga impactos negativos adicionales. El Banco de Inglaterra también se expresó en términos prudentes: el gobernador Andrew Bailey reiteró que la estabilidad financiera sigue siendo la base del crecimiento, advirtiendo sobre riesgos latentes y un entorno de inversión empresarial marcado por la incertidumbre.

En Asia, Japón mantiene una postura negociadora frente a Estados Unidos, buscando un acuerdo bilateral en medio del endurecimiento de medidas arancelarias. Empresas niponas criticaron abiertamente a Tokio por su estrategia comercial con Washington, señalando errores de cálculo. China, por su parte, publicó cifras mixtas de inflación: el IPC de junio aumentó apenas 0,1% interanual, mientras que el índice de precios al productor cayó un 3,6%, en una clara señal de deflación industrial persistente. A pesar de estas cifras, el primer ministro Li reafirmó su compromiso con la cooperación multilateral a través de la ONU. Simultáneamente, el premier chino Xi Jinping mantiene una relación “muy buena” con Trump según declaraciones del presidente, quien a su vez aseguró que China ha sido “muy justa” con los acuerdos comerciales vigentes.

Nueva Zelanda optó por mantener sin cambios sus tasas de interés, con un tono de precaución frente a las presiones inflacionarias y la volatilidad del comercio internacional. En contraste, un nuevo miembro del Banco de Japón insinuó la posibilidad de revisar al alza las perspectivas de precios, lo que sugiere una potencial inflexión en la política ultraexpansiva que ha caracterizado al país en años recientes.

En Medio Oriente, se observaron desarrollos geopolíticos con implicaciones económicas importantes. Israel y Estados Unidos anticiparon nuevas reuniones bilaterales, mientras que el Ministro de Exteriores iraní declaró que EE.UU. ha enviado señales de disposición a retomar negociaciones diplomáticas, siempre y cuando se avance en la eliminación de sanciones. En paralelo, Irán ha intensificado contactos con Arabia Saudita en aras de reforzar la seguridad regional. No obstante, Irán acusó a la guerra de Israel de haber saboteado los esfuerzos diplomáticos previos.

El entorno de los mercados globales está transitando una etapa de realineamiento geoeconómico impulsado por una agresiva política comercial estadounidense, una creciente interdependencia regulatoria entre los bloques económicos y una reconfiguración monetaria en curso. Las amenazas arancelarias de Trump —ya implementadas en el caso del cobre y con potencial expansión al sector farmacéutico y a productos de países BRICS— han creado un entorno de alta volatilidad potencial y de fuerte divergencia entre expectativas políticas y fundamentos macroeconómicos.

La resiliencia del consumo estadounidense, a pesar del endurecimiento del crédito, combinada con una caída sostenida en las expectativas inflacionarias, prepara el terreno para recortes de tasas que, de materializarse, podrían validar las proyecciones alcistas de los principales bancos de inversión sobre el S&P 500. Sin embargo, el entorno global sigue cargado de incertidumbre: Europa avanza hacia un acuerdo comercial con EE.UU. mientras el BCE se mueve con cautela, Asia enfrenta tensiones comerciales y deflación industrial, y los conflictos geopolíticos en Medio Oriente siguen latentes.

De cara al tercer trimestre, los mercados probablemente experimenten mayor dispersión sectorial, con oportunidades concentradas en metales industriales, megatecnológicas y activos vinculados a energía y defensa. La clave estará en la capacidad de los bancos centrales para anclar expectativas y de las potencias comerciales para evitar una guerra arancelaria a gran escala. El riesgo principal permanece en un deterioro rápido de las relaciones entre EE.UU. y sus socios estratégicos, lo que podría afectar gravemente las cadenas de suministro globales. La próxima ventana crítica será la implementación efectiva de los aranceles el 1 de agosto, momento que podría actuar como catalizador de nuevas rotaciones en los portafolios institucionales.