En el primer trimestre de 2025, el número de usuarios cayó más del 57%. Especialistas cuestionan la rentabilidad del modelo turístico y proponen un rediseño hacia un servicio interurbano más funcional para la población local.
El Tren Interoceánico, una de las grandes apuestas del Gobierno mexicano para impulsar el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, atraviesa un primer revés en su operación. De enero a marzo de este año, apenas transportó 11,557 pasajeros, lo que representa una caída del 57% en comparación con el mismo periodo de 2024, según cifras oficiales publicadas por Reforma.
La baja afluencia ha reavivado el debate sobre el diseño del proyecto, que fue concebido principalmente como una opción de turismo ferroviario. Sin embargo, varios expertos advierten que la ruta actual —que conecta Coatzacoalcos (Veracruz) con Salina Cruz (Oaxaca)— no atraviesa zonas de alto valor turístico, lo que compromete su viabilidad en ese segmento.
¿Turismo ferroviario sin atractivo turístico?
Carlos Barreda, especialista en transporte ferroviario, fue tajante: “El recorrido del Tren Interoceánico no pasa por zonas de interés turístico, ni para visitantes nacionales ni para extranjeros”. A diferencia de otros modelos exitosos en México, como El Chepe, que cruza la Sierra Tarahumara, o el Tequila Express, que recorre paisajes agaveros y destinos icónicos, el tren del Istmo parece carecer de una narrativa turística sólida.
Incluso el controvertido Tren Maya, a pesar de sus cuestionamientos, conecta urbes de alta demanda turística como Mérida, Valladolid, Cancún y Tulum. “Eso sí genera cierto volumen de pasajeros, aunque su propuesta paisajística sea débil”, señaló Barreda.
Frente a ese contraste, el Interoceánico enfrenta una realidad más áspera: la escasa conexión con destinos turísticos de renombre, lo que complica su posicionamiento como un tren turístico de clase mundial.
Más carga que personas: ¿el modelo debe cambiar?
Desde su entrada en operación, el proyecto ha mostrado mejores resultados en transporte de carga. Según datos del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, a cargo de Octavio Sánchez Guillén, se han movilizado hasta la fecha:
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Más de 108 mil pasajeros, pero
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514 mil toneladas de carga
Esto sugiere un mayor potencial como tren de carga y transporte regional, más que como oferta turística. “Difícilmente encontrará turistas que quieran pasar días de vacaciones en Coatzacoalcos o Salina Cruz”, dijo Barreda, quien sugirió que el tren podría funcionar mejor como un medio de transporte interurbano para conectar comunidades y reducir la dependencia del transporte terrestre.
En este sentido, también criticó la falta de promoción, no solo del tren como infraestructura, sino de los posibles atractivos turísticos a lo largo del Istmo. “Sin una oferta complementaria, difícilmente se construye un corredor turístico rentable”, agregó.
Infraestructura en proceso y plazos ambiciosos
Actualmente, las rutas en operación del Tren Interoceánico son:
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Línea Z: Coatzacoalcos – Salina Cruz (desde diciembre 2023)
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Línea FA: Coatzacoalcos – Palenque (desde septiembre 2024)
A esto se suma un plan de rehabilitación ferroviaria que abarca más de 1,200 kilómetros de vías, incluyendo:
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30 laderos
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610 puentes
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8 patios de trasvase
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41 estaciones de pasajeros
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1,583 obras de drenaje transversal
El gobierno ha proyectado la finalización del Corredor Interoceánico para junio de 2026, y aún mantiene la visión de convertirlo en un eje de desarrollo para el sureste mexicano, articulando transporte de carga, pasajeros y desarrollo logístico.
¿Qué futuro tiene el Tren Interoceánico?
El desafío para el Gobierno ahora no es solo terminar las obras, sino reevaluar el modelo de negocio. El enfoque turístico, con los actuales resultados, parece insostenible. En cambio, si se apuesta por un modelo más funcional, orientado al transporte de pasajeros locales y carga, podría encontrar un rol estratégico más realista.
La infraestructura existe, pero el uso real aún está lejos de justificar la inversión. Para que el tren no se convierta en otro elefante blanco, será necesario repensar su propósito: de escaparate turístico a herramienta de integración regional.






