El nuevo repunte inflacionario en Estados Unidos marca el impacto directo de los aranceles comerciales impuestos por la administración Trump, con efectos visibles en bienes de consumo clave y un entorno monetario bajo presión.
La inflación en Estados Unidos alcanzó en junio un 2,7% interanual, impulsada principalmente por los nuevos aranceles impuestos por el expresidente Donald Trump en medio de su renovada ofensiva comercial. Esta cifra, divulgada el 15 de julio y difundida por El País, representa uno de los primeros signos contundentes de cómo la política arancelaria está comenzando a trasladarse de forma tangible a los precios al consumidor.
Sin considerar alimentos ni energía —los componentes más volátiles—, la inflación subyacente fue aún mayor: un 2,9%, en línea con las previsiones de los analistas. Ya en mayo, el incremento mensual del índice había sido del 0,3%, el más elevado en cinco meses, anticipando un cambio de tendencia.
Los expertos habían anticipado que el impacto de los aranceles sería inevitable, aunque inicialmente las empresas contuvieron los precios al liquidar inventarios acumulados. Sin embargo, los datos de junio confirman que esta contención ha comenzado a romperse. La entrada en vigor de los nuevos aranceles del 10% —durante una tregua que se extiende hasta el 1 de agosto— está afectando principalmente al acero y al aluminio, y en pocas semanas también lo hará al cobre y al sector automotriz, que recibirá una carga arancelaria del 25%.
El efecto ya se siente en el mercado. Los precios de muebles y artículos para el hogar subieron 1%, los juguetes aumentaron 1,8%, y la ropa, 0,4%. En contraste, los vehículos nuevos bajaron 0,3%, mientras que los combustibles continuaron su tendencia alcista: la gasolina se encareció un 1%, la electricidad también 1% y el gas natural, 0,5%.
Para Ryan Sweet, economista jefe para Estados Unidos de Oxford Economics, los datos no dejan dudas: “El alza en bienes como electrodomésticos, ropa y juguetes demuestra que los aranceles están llegando directamente al bolsillo del consumidor. Para otros sectores, el traslado tardará un poco más”.
Este escenario complica las decisiones de política monetaria. El mercado da por hecho que la Reserva Federal mantendrá sin cambios su tasa de interés en el rango actual de 4,25% a 4,50% durante su próxima reunión del 30 de julio, a pesar de las presiones políticas crecientes contra su presidente, Jerome Powell. Trump, quien ha expresado reiteradamente su descontento con el accionar de la Fed, ha intensificado los ataques, incluyendo amenazas abiertas sobre su reemplazo, aunque el mandato de Powell expira recién en mayo de 2026.
En medio de este clima tenso, los analistas apuestan a una primera baja de tipos de 0,25 puntos recién en la reunión del 17 de septiembre, aunque el ruido político y el nuevo escenario inflacionario podrían alterar los tiempos. Mientras tanto, los hogares estadounidenses comienzan a sentir con mayor claridad los efectos colaterales de la guerra comercial impulsada desde Washington.






