El mercado global entra en una fase crítica marcada por la tensión en la Reserva Federal, el repunte de tasas y una nueva ola de proteccionismo. Mientras la tecnología y las criptomonedas capturan el interés del capital, crece el riesgo de una sacudida institucional que podría reordenar por completo el mapa financiero internacional.
Los mercados financieros globales se ven envueltos en una densa niebla de incertidumbre política, tensiones comerciales, presiones inflacionarias persistentes y divergencias en las políticas monetarias a ambos lados del Atlántico. En Estados Unidos, el epicentro del nerviosismo de los inversionistas se sitúa nuevamente en la Reserva Federal, cuyo liderazgo podría enfrentar un cambio abrupto bajo una eventual reestructuración institucional impulsada por la Casa Blanca. Mientras tanto, los rendimientos de los bonos tocan máximos no vistos en casi dos décadas, los precios aumentan de forma moderada según el Libro Beige de la Fed y las tensiones con China y otras naciones alimentan un nuevo ciclo proteccionista que se traduce en ajustes estratégicos por parte del sector corporativo. Este clima tenso se combina con la temporada de resultados del segundo trimestre, donde grandes nombres muestran cifras mixtas en ingresos, márgenes y proyecciones. A su vez, en Europa, el BCE se encuentra en una encrucijada entre la estabilidad de precios y una débil actividad económica, mientras Asia observa con cautela los cambios globales, particularmente en el comercio tecnológico.
En Estados Unidos, la figura del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha sido colocada bajo un fuerte escrutinio político. Donald Trump ha manifestado en múltiples ocasiones su descontento con la gestión de Powell, llegando a declarar públicamente que “Powell es un imbécil” y “hace un trabajo terrible”, señalando que “llega demasiado tarde” a las decisiones monetarias. Trump ha redactado una carta para su despido y ha discutido el tema con legisladores republicanos, aunque en otras declaraciones ha matizado que la destitución “es muy poco probable”, salvo que “haya fraude con la renovación”. El posible reemplazo por figuras como Kevin Hassett o Kevin Warsh —quien aboga por un nuevo pacto entre el Tesoro y la Fed al estilo de 1951— intensifica las especulaciones sobre la autonomía futura del banco central. Las implicaciones de un posible cambio se reflejan en los futuros de tasas de interés, donde los operadores ya valoran más del 50% de probabilidad de un recorte en septiembre, mientras el mercado de tasas a corto plazo amplía sus subidas ante el aumento de apuestas por recortes más agresivos. Deutsche Bank proyecta un recorte de 25 puntos básicos en diciembre, seguido de dos más en el primer trimestre de 2026, llevando la tasa de fondos federales a un nivel neutral del 3,625%.
Simultáneamente, el rendimiento del bono a 30 años en EE. UU. superó el 5,04%, aproximándose a su nivel más alto en 18 años, lo cual refleja no solo expectativas de inflación persistente sino también primas por riesgo político. El Libro Beige de la Fed señala que los precios continúan aumentando en todos los distritos, con una mayoría describiendo el ritmo como “moderado” o “modesto”, y que la actividad económica ha mejorado levemente desde finales de mayo hasta principios de julio. Sin embargo, las perspectivas económicas generales son “de neutrales a ligeramente pesimistas”, con solo dos distritos esperando mayor dinamismo. Las presiones también se sienten en la política comercial: el representante Greer afirmó que el programa arancelario ampliado está dando frutos en términos de inversión industrial, aunque también reconoció que EE. UU. está perdiendo tanto manufactura avanzada como básica, y que se debe revertir la tendencia del déficit comercial. Paralelamente, EE. UU. planea prohibir la tecnología china en cables submarinos, en un esfuerzo adicional por limitar la influencia tecnológica de China.
Desde el frente energético, los inventarios de crudo según la AIE registraron una caída de -3,859 millones de barriles, muy por debajo del consenso de -1,8 millones, lo que marca un retroceso considerable tras un aumento anterior de 7,07 millones. Este dato sugiere una recuperación parcial en la demanda o bien un desajuste temporal en los flujos de refinación.
En el sector corporativo, la temporada de resultados del segundo trimestre ofrece señales mixtas. PepsiCo superó las expectativas en BPA básico con $2,12 vs $2,03 estimado, e ingresos netos de $22.730 millones frente a $22.320 millones esperados. No obstante, la utilidad operativa resultó sorprendentemente baja en $1.790 millones frente a una estimación de $3.890 millones, evidenciando presiones en márgenes posiblemente ligadas a costos logísticos o materias primas. Abbott Laboratories reportó ventas netas de $11.14 mil millones, ligeramente por encima de los $11.06 mil millones esperados, y un BPA ajustado de $1,26 superando en un centavo al consenso. Las ventas orgánicas crecieron 6,9%, aunque por debajo del 7,03% esperado. Por su parte, US Bancorp mostró cifras inferiores en ingresos netos por intereses ($4.080 millones frente a $4.130 millones estimados) y en préstamos promedio ($378.530 millones frente a $382.020 millones), lo que podría reflejar un enfriamiento del crédito corporativo y personal. En contraste, Google anunció nuevas funciones avanzadas de inteligencia artificial para sus motores de búsqueda, marcando otro paso en la carrera tecnológica dominada por las big tech. Alineado con esta tendencia, los inversionistas globales han incrementado su exposición a acciones tecnológicas al ritmo más acelerado desde marzo de 2009, confirmando un renovado apetito por activos de crecimiento.
En los mercados de activos digitales, Ethereum ($ETH) alcanzó los $3.300 por primera vez desde febrero, beneficiándose del impulso generalizado en las criptomonedas ante expectativas de políticas monetarias más flexibles y la debilidad del dólar. Paralelamente, el Índice de Miedo y Avaricia se sitúa en 74/100, evidenciando una clara fase de “avaricia” en los mercados, en particular entre activos de riesgo.
En el plano internacional, las tensiones geopolíticas y comerciales continúan escalando. Trump ha propuesto aranceles del 10% o 15% para más de 150 países, como parte de una “gran carta comercial” que, según él, constituiría el mejor acuerdo posible. Aunque suavizó su tono con China para asegurar una cumbre con Xi Jinping y avanzar en un posible acuerdo bilateral, múltiples empresas estadounidenses han comenzado a recortar planes de inversión en China. Canadá ha reaccionado con nuevas medidas arancelarias: impondrá un 25% adicional a las importaciones de acero que contengan material fundido y vertido en China, excluyendo a EE. UU. En paralelo, México ha acelerado su acercamiento a Canadá para fortalecer la colaboración comercial como reacción a las amenazas arancelarias estadounidenses. India, por su parte, busca reducir sus aranceles frente a los de Indonesia en la competencia por un acuerdo con EE. UU., reflejando cómo la política comercial de Washington está reconfigurando dinámicas regionales.
En Europa, el panorama económico se mantiene estable en términos de precios, pero incierto en proyecciones monetarias. El IPC de la eurozona en junio se ubicó en 2,0% interanual, en línea con las expectativas y con el dato anterior. La variación mensual fue de 0,3% y la inflación subyacente también coincidió con lo esperado en 2,3%. A pesar de esta estabilidad, Citigroup ha ajustado su previsión para el BCE, ahora anticipando recortes de tasas en septiembre y diciembre —en lugar de julio y septiembre— como previamente estimaban. Esta modificación refleja una postura más cautelosa ante la posibilidad de rebrotes inflacionarios. Desde el Reino Unido, la economista Catherine Mann del Banco de Inglaterra advirtió que reducir la inflación requerirá más esfuerzo, aludiendo a la ausencia de crecimiento del lado de la oferta y una demanda que continúa fuerte, situación que “no termina bien”, según su criterio. Añadió que dentro del Comité de Política Monetaria existen diferencias notables sobre la evolución de la demanda y el mercado laboral.
En el terreno corporativo europeo, ASML continúa enfrentando incertidumbre relacionada con las tarifas arancelarias. Su CEO indicó que los clientes aún no comprenden completamente el impacto de estas medidas, lo que genera cautela adicional en la planificación de pedidos y expansión de capacidad. En respuesta, el Comisario de la UE, Serafin, propuso ambiciosos paquetes presupuestales, incluyendo €451.000 millones para el nuevo Fondo Europeo de Competitividad, €218.000 millones para las regiones menos desarrolladas y €300.000 millones destinados al sector agrícola entre 2028 y 2034, mostrando una respuesta fiscal clara a los desafíos estructurales de la región.
En Asia, TSMC proyecta ventas entre $31.800 millones y $33.000 millones para el tercer trimestre, superando las estimaciones de $31.720 millones. La empresa también prevé márgenes operativos entre 45,5% y 47,5% y márgenes brutos de 55,5% a 57,5%, lo cual implica un escenario robusto pese a las tensiones comerciales globales. En Japón, los analistas del yen prevén una caída que podría superar el nivel de 150 ante las próximas elecciones, lo que indica expectativas de continuidad en políticas monetarias ultraexpansivas por parte del Banco de Japón.
Los mercados financieros globales están navegando un entorno caracterizado por profundas tensiones geopolíticas, incertidumbre institucional en la Reserva Federal, volatilidad en los rendimientos soberanos y una política comercial cada vez más fragmentada. La posible destitución de Jerome Powell y la politización de la política monetaria podrían representar un quiebre histórico en la credibilidad de la Fed, abriendo riesgos severos para la estabilidad de los mercados de bonos y del dólar. Mientras tanto, el giro proteccionista en EE.UU., sumado a medidas recíprocas desde Canadá, Europa y Asia, sugiere que el ciclo de globalización comercial ha entrado en una nueva fase de desacoplamiento estructural. Las presiones inflacionarias se moderan pero persisten, y los bancos centrales deberán maniobrar con extrema precisión para evitar una desaceleración pronunciada o un rebrote inflacionario. En este entorno, los activos tecnológicos y los criptoactivos lideran la preferencia del capital, pero lo hacen en un contexto de exuberancia creciente como lo indica el Índice de Avaricia. De cara al futuro, los escenarios base contemplan una corrección estacional en renta variable —como históricamente ocurre entre julio y septiembre— combinada con ajustes selectivos de tasas en EE.UU. y Europa. Los inversionistas deben prepararse para una mayor volatilidad, especialmente en los próximos 8 meses donde las decisiones políticas sobre el liderazgo de la Fed podrían redibujar por completo el mapa macroeconómico global.






