El cierre de hoy en el mercado del oro refleja un punto de inflexión técnico relevante dentro del actual ciclo de los metales preciosos. El metal concluyó la sesión con una caída, situándose por debajo de los US$ 4.000 por onza, impulsado por el aumento de las expectativas en torno a un posible acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, que podría reducir las premisas previas de inestabilidad global.
Desde una perspectiva técnica, este movimiento bajista ocurre tras varias semanas de apreciación pronunciada, lo que sugiere que parte de los participantes institucionales del mercado comenzó a realizar beneficios ante la percepción de que el activo refugio —que se había visto favorecido por la aversión al riesgo y las tensiones geopolíticas— empieza a perder impulso en un entorno de menor incertidumbre.
En términos estratégicos, el ajuste actual puede interpretarse como una corrección saludable después de un prolongado rally. Sin embargo, no puede descartarse que esta fase de retroceso se extienda si se confirman ciertos factores adicionales, como un avance sustancial en las negociaciones comerciales o datos macroeconómicos más sólidos en Estados Unidos, que podrían inducir a la Reserva Federal a mantener una política monetaria más restrictiva.
En este contexto, tanto inversores como gestores deben mantener una vigilancia estrecha sobre la liquidez de mercado, el perfil de riesgo de las carteras y los próximos catalizadores macroeconómicos —especialmente los datos de inflación, las decisiones de política monetaria del Fed y los comunicados oficiales relativos al acuerdo comercial.
El petróleo cerró la jornada en terreno negativo, reflejando un reajuste de las expectativas del mercado ante un contexto global más restrictivo y marcado por crecientes incertidumbres políticas. Las cotizaciones del Brent y del WTI retrocedieron en respuesta al incremento de las apuestas de que la Reserva Federal mantendrá su política monetaria en niveles elevados por un período prolongado, lo que tiende a moderar la actividad económica y, en consecuencia, a reducir la demanda de energía.
La posible reunión entre Donald Trump y Xi Jinping añadió un componente adicional de cautela, mientras los inversores evalúan las posibles implicaciones en materia de comercio y estabilidad internacional. Si bien la geopolítica suele actuar como un factor de soporte para los precios del crudo —al incrementar el riesgo de interrupciones en el suministro—, en la coyuntura actual ese efecto se ve compensado por las expectativas de que un eventual avance en las negociaciones comerciales entre Washington y Pekín podría restablecer cierta previsibilidad en los flujos globales, reduciendo así la prima de riesgo incorporada en las cotizaciones.
En consecuencia, el movimiento bajista observado no proviene de una disrupción súbita de la oferta, sino de una revalorización basada en la perspectiva de un consumo más débil y un aumento gradual de la producción mundial, respaldado por estimaciones de organismos como la OCDE y la Agencia Internacional de Energía (AIE). El panorama sugiere una lectura más prudente en el corto plazo, aunque el equilibrio estructural entre oferta y demanda continúa siendo relativamente estable en el mediano horizonte.
Antonio Montiel, Director de Análisis de ATFX Education






