Navidad con propósito: cuando la solidaridad se convierte en estrategia

Por: Antonio Herrera Cabanillas

Cada diciembre, muchas organizaciones despliegan su tradicional agenda navideña: colectas, chocolatadas, canastas, campañas de ayuda y gestos simbólicos que buscan mostrar compromiso social. Pero en un mundo donde la ciudadanía exige coherencia y donde los equipos buscan propósito, la Navidad ya no puede vivirse como un acto de caridad ocasional: debe convertirse en una oportunidad para reafirmar el propósito corporativo y fortalecer la cultura organizacional.

La caridad es importante, pero es insuficiente. La caridad resuelve lo inmediato; el propósito transforma lo estructural. Y en una temporada donde el consumo aumenta, la reflexión se profundiza y la sensibilidad social se agudiza, las empresas tienen una oportunidad única de demostrar que su rol en la sociedad va más allá de “dar cosas”: se trata de generar oportunidades, fortalecer capacidades y construir relaciones de largo plazo.

De la ayuda puntual al impacto sostenido

Durante décadas, las áreas de responsabilidad social se enfocaron en acciones de temporada, especialmente en Navidad. Eran iniciativas loables, pero desconectadas de la estrategia del negocio. Hoy, ese enfoque ha quedado atrás.
La sociedad ya no solo pregunta “qué entregas”, sino cómo tu empresa crea valor real durante todo el año.

Una Navidad con propósito implica pasar de la lógica asistencialista a la lógica transformadora:

  • De “donaciones” a proyectos que fortalecen capacidades.
  • De “actividades sociales” a oportunidades económicas reales.
  • De “regalos” a relaciones sostenidas con comunidades y colaboradores.

El objetivo ya no es solo aliviar una necesidad puntual, sino contribuir a que las personas y territorios tengan mejores herramientas para su desarrollo.

El propósito no se improvisa: se construye

Las empresas que han integrado la sostenibilidad en su estrategia entienden que la Navidad no es una fecha aislada, sino un momento para expresar de manera visible lo que viven el resto del año.

El propósito se convierte en una guía para diseñar iniciativas que generen valor compartido.
Ejemplos:

  • Empresas de tecnología que capacitan jóvenes en habilidades digitales durante diciembre, pero continúan el programa todo el año.
  • Agroexportadoras que desarrollan mercados navideños con productores locales, fortaleciendo emprendimientos que luego se consolidan como proveedores.
  • Compañías industriales que promueven ferias navideñas internas donde emprendedores de la comunidad venden sus productos, generando ingresos directos y sostenibles.

En todos estos casos, la Navidad no es un cierre: es una plataforma de visibilidad para proyectos que ya son estratégicos.

La solidaridad como ventaja competitiva

Puede sonar contraintuitivo, pero la solidaridad estratégica también genera beneficios para la empresa:

  • Fortalece la cultura organizacional al conectar a los equipos con un propósito común.
  • Aumenta el orgullo de pertenencia, un factor clave para retención y engagement.
  • Mejora la reputación, porque el público reconoce coherencia, no solo gestos.
  • Fortalece la licencia social, esencial para operar en entornos sensibles.

Deloitte (2023) muestra que los colaboradores que sienten que su empresa contribuye al bienestar social presentan niveles de motivación 30% más altos y hasta un 20% más de productividad. Es decir, el propósito también es eficiencia.

La pregunta clave: ¿qué historia queremos contar en Navidad?

Las empresas deberían partir de una pregunta sencilla pero profunda:
¿Qué mensaje queremos enviar a nuestra gente y a la sociedad en esta época?

Porque Navidad es narrativa. Y toda narrativa construye identidad. Si la historia que contamos es “regalamos canastas”, la empresa queda en el nivel más básico de compromiso social. Pero si la historia que contamos es “creamos oportunidades”, la empresa se convierte en motor de desarrollo.

Las organizaciones que entienden este cambio empiezan a diseñar iniciativas navideñas alineadas con su propósito, con métricas y con visión de largo plazo.

Conclusión: La Navidad no debe ser caridad; debe ser coherencia

En un entorno donde los ciudadanos exigen transparencia, donde los colaboradores buscan significado y donde las comunidades piden soluciones sostenibles, la Navidad es un recordatorio poderoso: el propósito importa.

No se trata de dejar de apoyar o de eliminar gestos solidarios. Se trata de elevarlos. De convertirlos en parte de una estrategia que dure 365 días al año.

Las empresas que hagan de la Navidad un espacio para activar propósito, y no solo caridad, construirán culturas más fuertes, relaciones más confiables y una reputación basada en acciones, no en adornos.

La temporada navideña, bien utilizada, no es un gasto. Es una oportunidad estratégica para recordar quiénes somos y hacia dónde queremos ir.