China refuerza su presencia en América Latina con megaproyectos que incluyen minería, energía y puertos. Perú, con su estratégica ubicación y recursos, se posiciona como un jugador clave en este nuevo capítulo.
El IV Foro Ministerial China–Celac, que se celebrará el 13 de mayo en Pekín, marcará un hito en la relación entre China y América Latina. Con más de treinta países presentes, este foro promete dar forma a los acuerdos económicos que definirán el futuro de la región. En este contexto, Perú destaca como uno de los países clave en la creciente relación con el gigante asiático, que se consolida como el segundo mayor inversor extrarregional en la región, solo por detrás de Estados Unidos.
China ha sido un socio estratégico para varios países latinoamericanos. Brasil, el mayor socio comercial de China en la región desde 2009, es un gran proveedor de alimentos, especialmente soja, mientras que Argentina ha encontrado en China un aliado financiero clave, a pesar de las diferencias ideológicas de su presidente. Sin embargo, son los recursos estratégicos, como el litio, los que han ganado una importancia crucial en la relación con Perú.
En Perú, el interés de China se ha incrementado notablemente debido a la riqueza en recursos minerales, especialmente el cobre y el litio. La inauguración del megapuerto de Chancay, una obra financiada por China, representa no solo una importante infraestructura logística, sino también una puerta directa hacia los mercados asiáticos. Este puerto, conectado con los mercados globales, refuerza la importancia geopolítica de Perú en esta nueva dinámica. Además, las exportaciones peruanas a China superaron los 25.000 millones de dólares en 2024, con el cobre y los productos agroindustriales liderando el comercio.
Por otro lado, Chile, que fue el primer país sudamericano en firmar un tratado de libre comercio con China, sigue siendo uno de los principales socios de Pekín, absorbiendo el 37% de sus exportaciones, principalmente cobre. Sin embargo, recientes fricciones han generado tensiones, aunque la cooperación continúa.
En Bolivia, China ha establecido una alianza crucial con el país andino para asegurar el acceso a las mayores reservas de litio del mundo, mientras que en Argentina, las inversiones chinas en litio y energías renovables son cada vez más significativas. En Colombia, por su parte, se espera que el foro de este mes impulse la cooperación en infraestructura y transición energética, destacando la creciente participación de China en el desarrollo económico de la región.
México, aunque mantiene una relación compleja debido a su proximidad con Estados Unidos, también ha visto un incremento en la presencia china, especialmente en sectores tecnológicos y automotrices. Sin embargo, el país se mantiene cauteloso con las inversiones de Pekín, conscientes de la sensibilidad de Washington respecto a este tipo de acuerdos.
El dilema subyacente para todos estos países, incluido Perú, es el equilibrio entre los beneficios económicos y la preservación de la autonomía. Como destaca el académico chileno Fernando Reyes Matta, China no es solo un socio comercial, sino un actor estructural que está transformando la economía de América Latina. Para Perú, la clave será gestionar las oportunidades que ofrece Pekín sin perder su capacidad de decisión sobre su propio desarrollo.
China ha mostrado un interés particular en el litio, y Perú tiene grandes reservas de este mineral, lo que coloca al país en una posición privilegiada para ser un jugador clave en la carrera global por los recursos críticos. Mientras tanto, otros países, como Bolivia, también han entrado en esta competencia, siendo clave para China en la industria de la batería y el transporte eléctrico.
En resumen, el Foro China-Celac de mayo no solo consolidará las relaciones comerciales, sino que también pondrá sobre la mesa las tensiones sobre la soberanía regional. América Latina necesita invertir, pero también debe construir sus capacidades tecnológicas y mantener una voz independiente en las decisiones estratégicas. Para Perú, este desafío es aún más relevante, ya que su creciente rol en la minería y la infraestructura global podría ser determinante en la configuración futura de la región.