El tramo Ate–Plaza Bolognesi de la Línea 2 del Metro de Lima, considerado esencial para mejorar la conectividad entre el este y el centro de la ciudad, suma un nuevo retraso. De acuerdo con una evaluación de la supervisora contratada por Ositrán, su conclusión se proyecta ahora para mayo de 2028, dos años después de lo que sostiene oficialmente el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). El resto del proyecto, que incluye el tramo Ate–Callao y el ramal de la Línea 4 hacia el aeropuerto, llegaría recién en abril de 2029.
El avance actual es del 72%, pero la demora no solo prolonga la espera de los usuarios: también posterga el impacto económico esperado de una obra que debía reducir drásticamente los tiempos de traslado y descongestionar la Carretera Central. Cada mes de retraso implica costos adicionales, menores beneficios sociales y un retorno más lento de la inversión pública y privada.
El origen del problema está en la falta de una adenda al contrato de concesión que establezca un nuevo cronograma oficial de hitos y entregas parciales. Este documento debe ser aprobado por el MTC, la concesionaria y organismos como Ositrán, la Contraloría, Proinversión y el MEF. Sin él, los plazos siguen sin certeza, dificultando la planificación y la fiscalización efectiva.
Ositrán advierte que, con un calendario actualizado, podría exigirse la entrega progresiva de tramos ya concluidos, evitando que infraestructura lista permanezca sin uso. El caso más crítico es la Estación Central, nodo clave de conexión con la Línea 1, que no estaría operativa hasta 2026.
Aunque la reapertura parcial de carriles en el Paseo Colón alivia el tránsito superficial, no reemplaza el impacto que tendría la puesta en marcha de toda la línea. La experiencia de la Línea 2 confirma un patrón que afecta a la competitividad del país: cuando la gestión contractual no es ágil y la supervisión carece de herramientas efectivas, la inversión pierde impulso y el desarrollo se frena.






