Las Áreas Marinas Protegidas pueden convivir con la pesca sostenible sin impactar su conversación

Experto destacan que la pesca artesanal e industrial puede desarrollarse bajo regulación sin afectar los ecosistemas profundos, demostrando que conservación y actividad económica pueden ir de la mano.

Las Áreas Marinas protegidas (AMP), como la Reserva Nacional Dorsal de Nazca, son compatibles con las actividades económicas, siempre que éstas sean sostenibles y se basen en criterios científicos.

Así lo sostuvo Héctor Soldi, presidente del Instituto Humboldt de Investigación Marina y Acuícola (IHMA) y especialista que coordinó por encargo del Ministerio del Ambiente el proceso técnico que llevó a la creación de dicha reserva marina en el 2021.

“La Dorsal de Nazca es una Reserva Nacional de uso directo; eso significa que, bajo reglas claras, se permiten actividades económicas como la navegación y la pesca, tanto artesanal como industrial”, explicó Soldi, quien también fue viceministro de Pesca y presidente del IMARPE.

Actualmente, la Dorsal de Nazca es la única área natural protegida del país que es 100% marina, cuyo objetivo es proteger los montes submarinos ubicados entre 2,500 y 3,500 metros de profundidad. Para ello se aplicó un esquema innovador de zonificación vertical: De 0 a 1,000 metros de profundidad se permite la pesca artesanal e industrial bajo regulación; mientras que, de 1,000 metros hacia abajo no se autoriza ninguna actividad extractiva.

Según Soldi, este modelo ya se aplica en otros países como Australia y Nueva Zelanda, y permite compatibilizar conservación y desarrollo. “La pesca con redes que trabajan en los primeros 100 a 120 metros, no impacta los ecosistemas profundos que son el objeto de conservación”, precisó.

El mito del gran impacto industrial

El especialista remarcó que en la Dorsal de Nazca el 95% de las capturas corresponde a la pesca artesanal, principalmente de pota, perico y otras especies pelágicas. Solo un porcentaje muy bajo de los desembarques provienen de la flota industrial, principalmente jurel y caballa. La pesca de anchoveta en el área ha sido mínima en los últimos años. “Estamos hablando de una actividad de baja incidencia y orientada a alimento para personas. Presentarla como una amenaza masiva para la reserva no se condice con la evidencia”, indicó.

Frente a las preocupaciones por la posible captura incidental de tortugas marinas, ballenas u otras especies sensibles, Soldi destacó que las empresas pesqueras cuentan con protocolos operativos para liberar, con procedimientos estandarizados, a cualquier animal que ingrese accidentalmente a las redes, reduciendo al mínimo la mortalidad asociada a estas interacciones. Ese enfoque ha sido incorporado en el propio plan de implementación de la Dorsal de Nazca.

Soldi recordó el caso de la Reserva Nacional de Paracas, donde ha convivido puerto, navegación, pesca industrial y pesca artesanal bajo un esquema de ordenamiento y regulación, sin dejar de ser un área protegida emblemática para el país. Insistió en que el debate sobre las AMP no debe plantearse como un “todo o nada” entre conservación y desarrollo.

“Las reservas marinas bien diseñadas, con zonificación basada en ciencia y reglas claras, pueden convertirse en ejemplos de cómo proteger ecosistemas únicos y, al mismo tiempo, sostener actividades económicas formales, trazables y de bajo impacto”, concluyó.