Chancay cumplió seis meses operando, pero aún no logra articular su potencial con la economía real del país.
El megapuerto de Chancay, presentado como la joya de la corona logística del Perú, ha cumplido seis meses desde su inauguración en octubre de 2024. Con una inversión de más de US$3,400 millones por parte de la china Cosco Shipping Ports, su ambición es clara: convertirse en un hub portuario estratégico en Sudamérica. Sin embargo, el balance hasta ahora deja más preguntas que certezas.
Aunque las operaciones avanzan según lo previsto en la hoja de ruta técnica, aún no se vislumbra una integración logística efectiva ni el entorno económico que permita su despegue total. Así lo sostiene Mario Roncal, jefe de la carrera de Negocios Internacionales y Logística de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), quien advierte que falta una visión de país para consolidar el proyecto.
Desde el punto de vista operativo, se han movilizado más de 15,866 contenedores, 112 mil toneladas de carga a granel y más de 2,100 vehículos. Las proyecciones oficiales hablan de una capacidad inicial de 1.5 millones de TEUs y una meta de 5 millones por año. El presidente del BCRP, Julio Velarde, estima que el puerto podría aportar hasta 0.9% al PBI cuando opere al 100%. Hoy apenas bordea el 0.3%.
Sin embargo, lo crítico no está en los números operativos, sino en las brechas estructurales. La ausencia de una zona económica especial limita la eficiencia de la cadena logística, encarece costos y mantiene al puerto atado funcionalmente a Lima y el Callao. A ello se suma la falta de infraestructura vial adecuada: la congestión en la Panamericana Norte sigue siendo un obstáculo para el flujo eficiente de carga.
Otro frente preocupante es el déficit de capital humano. El crecimiento del sector logístico —estimado en 18% entre 2022 y 2032— no ha venido acompañado de una formación técnica y universitaria al mismo ritmo. Las empresas enfrentan escasez de perfiles en comercio exterior, gestión de importaciones y logística internacional, recurriendo cada vez más a la automatización o a la contratación internacional.
Mientras tanto, iniciativas como el parque industrial Chancay Park, con una inversión de S/248 millones, buscan generar un ecosistema económico complementario. Pero sin una planificación urbana integral ni servicios básicos adecuados, el desarrollo corre el riesgo de ser tan fragmentado como dependiente.
Roncal advierte que si el país no fortalece su infraestructura logística, su marco regulatorio y su capacidad formativa, Chancay no pasará de ser un puerto moderno en medio del desorden. El reto es articular los esfuerzos del Estado, el sector privado y la academia: inversión pública, normas claras, operación eficiente y talento humano deben alinearse para que esta promesa logística no se quede varada.






