La nueva identidad de Telefónica del Perú es solo la punta del iceberg: acciones preferenciales, cambio de estatutos y un plan agresivo de reestructuración financiera buscan evitar la liquidación.
El cambio de nombre de Telefónica del Perú S.A.A. a Integratel Perú S.A.A., oficializado el 10 de junio, marca mucho más que una simple renovación de marca. Representa una redefinición estratégica total, impulsada por su nuevo dueño, Integra TEC, y orientada a rescatar una operación históricamente golpeada por deudas, pasivos abultados y decisiones judiciales adversas.
En una Junta General de Accionistas celebrada el 9 de junio, se aprobó además la creación de un nuevo tipo de acciones preferenciales Clase A, sin derecho a voto pero con privilegios clave: prioridad en la distribución de dividendos (con un 10% adicional) y en caso de liquidación, así como derechos especiales de información y suscripción preferente. La emisión máxima aprobada asciende a S/1.766 millones. El Directorio quedó facultado para definir sus condiciones específicas en futuras ampliaciones de capital.
Estas acciones buscan atraer inversionistas que privilegien seguridad y retorno sobre control. Según el abogado Álvaro Castro Lora, esta decisión apunta directamente a reforzar la estructura financiera de la compañía, abrir la puerta a inyecciones de capital y convertir deuda en participación preferente. En un contexto donde el patrimonio neto de la empresa es negativo, esta jugada podría significar la diferencia entre reflotar o liquidar.
También se aprobaron modificaciones estatutarias en los artículos 1°, 5° y 6° bis para adecuarlos a la nueva identidad corporativa y a los derechos inherentes a las acciones preferenciales. Se trata de una transformación jurídica que acompaña el viraje estratégico.
Todo este proceso tiene raíces profundas: Telefónica Hispam decidió abandonar el mercado peruano tras años de pérdidas y presión tributaria, vendiendo la operación por apenas un millón de dólares. El golpe final fue una sentencia del Tribunal Constitucional que confirmó una millonaria deuda con la Sunat. Ante ello, Integra TEC, especialista en adquirir empresas en crisis, tomó el control.
El reto actual es negociar con los acreedores –trabajadores, bonistas y el propio Estado– para que acepten convertir deuda en acciones Clase A. Esta operación permitiría aliviar la carga financiera sin sacrificar caja, preservando la viabilidad de la empresa. Una liquidación, según expertos, no beneficiaría a nadie.
El cambio de nombre a Integratel no es solo simbólico: se espera un rebranding total y una nueva estrategia comercial. Pero la clave no estará en el logo, sino en la capacidad del nuevo directorio para ejecutar su plan y recuperar la confianza de un mercado escéptico.