Aunque la inversión pública se ha incrementado en un 85% en la última década, más de S/388 millones quedaron sin ejecutarse en 2024. Comex advierte: la región necesita un “shock de eficiencia” para salir del estancamiento.
Junín es una de las regiones con mayor crecimiento presupuestal del país, pero también una de las que menos impacto ha logrado en su población. A pesar de que el presupuesto de inversión pública creció en un 85% en los últimos diez años, en 2024 más de S/388 millones no fueron ejecutados por las autoridades locales. El resultado: miles de ciudadanos continúan viviendo en condiciones de pobreza, sin servicios básicos ni infraestructura adecuada.
El dato lo confirmó un informe de la Cámara de Comercio de Lima (ComexPerú), que advierte que esta ineficiencia tiene raíces profundas: baja capacidad técnica en los gobiernos locales y escasa profesionalización en la gestión pública. Según sus estimaciones, el 68% de los funcionarios municipales necesita capacitación urgente en planificación, formulación y evaluación de proyectos.
“Frente a un mayor presupuesto debería corresponder un mayor impacto social, pero eso no ocurre si las autoridades no logran ejecutar lo que obtienen. La región sigue estancada en pobreza, carencia de servicios básicos y precariedad laboral”, explicó el analista económico de Comex, Marcelo Huaquisto. Solo con el dinero perdido este año, indicó, se podrían haber financiado 86 postas médicas o electrificado más de 41 mil hogares rurales.
Los números hablan por sí solos: Junín presenta una pobreza multidimensional del 27.2%, una informalidad laboral del 79% y centros de salud que carecen de equipamiento básico. Para Huaquisto, la ejecución presupuestal no puede seguir siendo una meta postergada. “No ejecutar el presupuesto es condenar a miles a seguir en las mismas condiciones precarias. Hace falta un shock de eficiencia en la gestión pública regional”, señaló en declaraciones recogidas por Infobae.
Desde el ámbito local, la Municipalidad Provincial de Huancayo intenta marcar la diferencia. Su gerente de Planeamiento y Presupuesto, Edgar Anccasi, aseguró al diario Correo que ya se ha ejecutado el 40% del presupuesto asignado para este año. “Para el 2025 tenemos programado gastar S/45 millones, de los cuales ya hemos invertido S/18 millones. Estamos a medio año y hay varios proyectos en curso. Nuestra meta es ejecutar la mayor parte del presupuesto antes de diciembre”, afirmó. Según Anccasi, Huancayo lidera actualmente la inversión presupuestal en comparación con otras municipalidades de la región.
Sin embargo, ese esfuerzo no alcanza para revertir una tendencia crítica que afecta a toda la región. Para Comex, la situación exige un cambio estructural que no solo involucre a los municipios, sino también al Gobierno central, a los gobiernos regionales y al sector privado. “Se necesita acción coordinada para garantizar que cada sol asignado se traduzca en servicios, infraestructura y bienestar”, advierten desde el gremio empresarial.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ya ha advertido que uno de los grandes retos de la región es la profesionalización de la administración pública. Esto implica reforzar la meritocracia, digitalizar procesos, evaluar constantemente los avances y establecer mecanismos de rendición de cuentas.
La situación de Junín no es única, pero sí representativa de un patrón que afecta a muchas regiones del país: crecimiento presupuestal sin impacto tangible en la vida cotidiana de las personas. La brecha entre lo que se planifica y lo que realmente se ejecuta no solo compromete la eficiencia del Estado, sino también su legitimidad frente a la ciudadanía.
En un contexto en el que el Perú enfrenta retos fiscales, sociales y políticos, la gestión del gasto público no puede continuar siendo una zona gris. La inversión que no se ejecuta es desarrollo perdido, y el tiempo que pasa sin cambios reales agrava la desconfianza en las instituciones.
La región Junín se encuentra en una encrucijada: cuenta con recursos, pero carece de resultados. El desafío es claro y urgente: convertir crecimiento en bienestar. Y para lograrlo, será indispensable transformar las capacidades del Estado desde adentro, con una mirada técnica, profesional y centrada en resultados.






