Por Carlos Curi, economista especializado en bienestar financiero
En una de mis notas recientes comenté que “muchos de los empleados han dejado de ser meros contribuyentes a un sistema pasivo para convertirse en inversores y planificadores activos de su propio futuro”.
También señalé que las nuevas generaciones optan por aplicaciones para el ahorro automático y la inversión en activos financieros que antes solo estaban al alcance de grandes inversores.
Todo muy bien hasta aquí, pero quienes no eligen una inversión consistente en el tiempo suelen usar esas aplicaciones digitales como si se tratara de apuestas en línea.
Esta conducta, jugar a corto plazo con uno o pocos activos financieros para obtener ganancias rápidas, tiene en muchos casos su explicación en la adicción al juego (ludopatía), un hábito que comenzó entre adolescentes y jóvenes durante la pandemia y que hoy se ha convertido en un problema creciente.
De hecho, en Argentina, alrededor del 12,5% de jóvenes entre 16 y 24 años han participado en apuestas online. Es importante remarcar que la ludopatía juvenil es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un trastorno del control de impulsos, con impactos en la salud mental y el bienestar.
Si encuadramos esta conducta en el campo del bienestar financiero, y aquí me refiero particularmente a los Centennials, observamos una paradoja: si bien estos tienen más probabilidades de invertir hoy y prefieren aplicaciones móviles para el ahorro e inversión, evitando así a los bancos tradicionales, las influencias externas de las redes sociales y “modas financieras” los impulsan a tomar decisiones rápidas, muchas veces sin ningún análisis o asesoramiento.
La realidad es que el 75% de los empleados jóvenes, debido a que sus compensaciones no son satisfactorias, busca ingresos adicionales. Esto los lleva a asumir riesgos financieros, reforzados por la conducta ludópata que se observa entre los Centennials.
Como las apuestas y las inversiones rápidas en plataformas digitales apelan a la gratificación instantánea, la Generación Z, expuesta desde la adolescencia a juegos de azar online, replica patrones similares en su manera de invertir.
De hecho, muchas aplicaciones de trading y criptomonedas utilizan dinámicas de juego (gráficos en tiempo real, recompensas, notificaciones, etcétera) que recuerdan a casinos digitales, lo que refuerza la conexión entre la ludopatía de su etapa educativa y sus hábitos actuales de inversión.
Lo cierto es que la falta de educación financiera en colegios, universidades y empresas deja a los jóvenes vulnerables a confundir inversión con apuestas, asumiendo riesgos excesivos sin estrategias de largo plazo.
En conclusión, la creciente ludopatía en establecimientos educativos y la manera de invertir de los Centennials son dos caras de un mismo fenómeno: jóvenes digitalizados que enfrentan riesgos financieros sin suficiente educación en la materia.






