Un nuevo informe alerta que la degradación de cinco ecosistemas clave podría desencadenar crisis económicas globales si no se frena el financiamiento a actividades destructivas.
Un informe publicado por WWF y el Institute for Innovation and Public Purpose (UCL IIPP) lanza una advertencia directa: la estabilidad financiera global está en peligro si no se actúa frente a la degradación acelerada de los ecosistemas clave. El estudio pide a bancos centrales, reguladores financieros y supervisores (CBFRs) que adopten una postura más activa para detener los flujos de capital que impulsan la pérdida de naturaleza en regiones como la Amazonía brasileña, los manglares de Indonesia y los bosques boreales de Canadá y Rusia.
La investigación, respaldada por el Global Systems Institute de la Universidad de Exeter, muestra cómo ciertos préstamos y emisiones de mercados de capitales están vinculados directamente al deterioro ambiental. Estos ecosistemas, advierte el informe, se están acercando a «puntos de no retorno», umbrales críticos donde presiones adicionales podrían desencadenar transformaciones irreversibles, con consecuencias económicas y financieras globales.
El documento señala que los CBFR no solo deben incorporar criterios ambientales en su análisis de riesgos tradicionales, sino también redefinir el enfoque financiero ante los riesgos ecológicos sistémicos, que hasta ahora han sido subestimados o mal modelados. Los flujos financieros que permiten el cambio de uso del suelo —como la deforestación— a menudo provienen de instituciones situadas fuera de los ecosistemas afectados, lo que subraya la necesidad de una coordinación internacional más fuerte y eficaz.
Las cifras del último Informe Planeta Vivo 2024 refuerzan la urgencia: en América Latina y el Caribe, las poblaciones de fauna silvestre han disminuido un 95 % en las últimas décadas. «No es solo una crisis ecológica, sino una amenaza grave para el sistema financiero», advirtió Maud Abdelli, de WWF.
Entre las recomendaciones, el informe sugiere que los bancos centrales y supervisores integren criterios ecológicos en sus decisiones de política monetaria, regulaciones micro y macroprudenciales, y estrategias de resiliencia a largo plazo. No actuar —sostiene el informe— puede implicar dejar al sistema financiero global expuesto a futuros colapsos naturales con impactos incalculables.






