El modelo agrícola holandés: cómo un país pequeño se convirtió en potencia mundial

Con menos territorio que la mayoría de sus competidores, los Países Bajos han logrado convertirse en el segundo mayor exportador agrícola del planeta gracias a tecnología, innovación y eficiencia.

Un país pequeño, un gigante agrícola

Aunque su superficie es limitada y comparte rango con los países más pequeños de la Unión Europea, los Países Bajos ocupan el segundo lugar mundial en exportaciones agrícolas en valor, solo detrás de Estados Unidos.
En 2024, sus ventas externas de productos agrícolas superaron los US$ 140,000 millones, frente a los US$ 176,000 millones de EE. UU. La diversidad también sorprende: desde huevos y carne hasta tomates y pimientos, los holandeses abastecen al mundo con una oferta de amplio alcance.

Invernaderos de vanguardia

La clave de este éxito radica en la producción intensiva en invernaderos. En Westland, la concentración de estructuras de cultivo bajo techo es una de las mayores y más avanzadas del planeta. Estos invernaderos utilizan control climático automatizado, riego eficiente y luces LED de bajo consumo, capaces de imitar al sol y acelerar los ciclos de crecimiento con un gasto energético mucho menor que las lámparas tradicionales.

Los ordenadores administran variables críticas como iluminación, temperatura y riego. Sin embargo, las tareas de poda y cosecha siguen siendo manuales, aunque crece el interés en introducir robots para reducir los costos laborales.

El rol invisible de las abejas

La tecnología no lo es todo. En los invernaderos holandeses, las abejas cumplen un papel fundamental en la polinización. Cada “hotel de abejas” puede albergar hasta 800 abejorros, que permiten mantener la producción de tomates a gran escala. “Sin ellos no es posible”, reconoció Stefan Lazar, especialista en cultivo de Looye Kwekers.

Eficiencia y sustentabilidad

Los avances también se reflejan en el consumo de agua. En dos décadas, los invernaderos han logrado reducir hasta un 90% el uso del recurso hídrico. Hoy, se necesitan apenas 4 litros de agua para producir un kilo de tomates, frente al promedio mundial de más de 200 litros.
El secreto está en el reciclaje de agua: el líquido condensado se recoge, desinfecta y reutiliza, cerrando un ciclo eficiente que coloca a los Países Bajos como referente en agricultura sostenible.

Una lección para el mundo

Estados Unidos y otros países han comenzado a replicar los invernaderos de estilo holandés con la esperanza de igualar sus resultados. El caso de los Países Bajos demuestra que la innovación y la tecnología pueden compensar la falta de territorio y clima favorable, y abre un debate sobre el futuro de la producción de alimentos en un mundo con recursos cada vez más limitados.