Aunque el 87 % de las empresas peruanas reconoce los beneficios de la economía circular, solo un 25 % ha comenzado a implementarla en sus operaciones, según el Ministerio del Ambiente (2025). Brechas técnicas, infraestructura limitada y escasa articulación intersectorial siguen siendo los principales desafíos en la transición hacia un modelo más sostenible.
En un contexto global marcado por la crisis ambiental, el cambio climático y el aumento exponencial de residuos, las empresas tienen una responsabilidad ineludible: adoptar enfoques sostenibles que prioricen la prevención y valorización de materiales. En ese sentido, la gestión de residuos bajo el principio de “cero desechos” ya no es una opción, sino una necesidad urgente con implicancias ambientales, económicas y sociales.
Frente a este escenario, la Nueva Hoja de Ruta hacia una Economía Circular al 2030, presentada por el Ministerio del Ambiente (MINAM), representa un hito en la política pública ambiental del país. Este documento establece objetivos concretos, plazos definidos y estrategias articuladas para acelerar la transición del sector empresarial hacia un modelo productivo más eficiente, regenerativo y competitivo.
Un nuevo marco de acción
La Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular al 2030 (HdRNEC) propone 34 acciones estratégicas distribuidas en tres fases, lo que implica un replanteamiento integral de las operaciones empresariales. Su enfoque promueve principios como la eficiencia en el uso de recursos, la trazabilidad y la innovación sostenible.
“La hoja de ruta no solo establece metas, sino que invita a las empresas a co-crear soluciones junto con otros actores del ecosistema: academia, Estado y sociedad civil. Este enfoque multisectorial es clave para lograr un cambio sistémico y duradero”, señala Patricia Larios Francia, profesora de Administración de la Universidad del Pacífico e investigadora del CIUP.
Estrategias clave para alcanzar el cero desechos
A pesar del avance normativo, la implementación de la economía circular en el Perú sigue enfrentando múltiples obstáculos. El bajo porcentaje de empresas que han adoptado estrategias circulares evidencia una brecha significativa entre el reconocimiento del problema y la acción efectiva.
“El compromiso declarativo no basta. La transición exige inversiones, rediseño de procesos, fortalecimiento de capacidades y voluntad política. Para muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, los desafíos son técnicos, financieros y culturales”, añade Larios.
Frente a este panorama, la especialista identifica cinco acciones clave que pueden acelerar la transformación empresarial hacia el modelo “cero desechos”:
- Ecodiseño de productos: Pensar en la durabilidad, modularidad y facilidad de reciclaje desde la concepción del producto, reduciendo su impacto ambiental a lo largo del ciclo de vida.
- Responsabilidad Extendida del Productor (REP): Asegurar que los productores se hagan responsables por el destino final de sus productos y envases, incluyendo mercados de exportación.
- Digitalización y trazabilidad: Incorporar tecnologías como IoT y blockchain para optimizar la gestión de materiales, minimizar pérdidas y reducir residuos en la cadena de producción.
- Alianzas con recicladores y proveedores sostenibles: Colaborar con actores de la economía local e inclusiva para asegurar cadenas de suministro responsables.
- Capacitación interna y cambio organizacional: Invertir en cultura corporativa de sostenibilidad, fomentando la participación activa de todos los niveles de la organización.
Perspectivas hacia el 2030:
Entre 2025 y 2030 se espera una implementación progresiva de la Hoja de Ruta Nacional y de sus versiones sectoriales, con indicadores claros y mecanismos de seguimiento. Se prevé un crecimiento sostenido de negocios circulares inclusivos, el desarrollo de instrumentos financieros verdes y una mayor participación de las MIPYMES en cadenas de valor sostenibles.
“Las políticas públicas también incorporarán criterios de circularidad en las compras del Estado, la innovación productiva y el desarrollo industrial.”, señaló la docente de la UP. “Estos avances no solo fortalecerán la resiliencia del país frente al cambio climático, sino que también mejorarán la competitividad de las empresas peruanas en mercados cada vez más exigentes”, concluyó.
Adoptar el enfoque de cero desechos y avanzar hacia una economía circular no solo responde a la urgencia ambiental, sino que abre una ventana estratégica para innovar, mejorar la competitividad y construir un futuro más justo y sostenible. La transformación no será inmediata, pero ya está en marcha. El verdadero desafío es convertir el compromiso en acción y la acción en impacto.